Se aferró a él, deseándole con tal desesperación que apenas podía respirar. Quería sentirle dentro de ella, quería sentir su erección entre sus piernas, llenándola, abrasándola. Quería entregarse a Alex como no se había entregado nunca a ningún hombre. La necesidad de hacerlo era tan fuerte que la asustaba, pero no lo suficiente como para obligarle a interrumpir lo que estaba haciendo.
Dani alargó la mano hacia Alex y le quitó el cinturón; inmediatamente después, le bajó los pantalones hasta las caderas.
Alex terminó entonces de quitárselo. Los zapatos los había perdido en el trayecto al dormitorio de modo que sólo tuvo que deshacerse de los calcetines.
Su erección tensaba los bóxer. Dani alargó la mano hacia ella, pero antes de que hubiera podido acariciarla, Alex la agarró por la muñeca y giró de manera que Dani quedara encima de él.
– La última vez dijiste que estabas dispuesta a atarme a la cama -le dijo con una sonrisa-. ¿Qué te parece si te dejo llevar las riendas?
– Me encantaría.
– Estupendo.
Dani estaba ya arrodillándose sobre él. Pero en el momento en el que debería haber retrocedido para permitirle hundirse dentro de ella, Alex la urgió a avanzar lucia delante.
– Quiero que te deslices hacia delante -le dijo.
– ¿Por qué?
– Ya lo verás.
Dani hizo lo que le pedía y fue deslizándose lentamente hacia delante. Alex se movió hasta colocar los hombros entre las piernas de Dani. Después, deslizó las manos por sus muslos. Dani estaba a punto de protestar, de decir que se sentía demasiado expuesta en aquella postura cuando Alex le dijo:
– Agárrate.
Dani se agarró a lo primero que encontró, el cabecero de la cama, y estuvo a punto de gritar cuando sintió la lengua de Alex entre los muslos.
Alex utilizó los dedos para abrirse camino entre sus pliegues, dejándole completamente expuesta a él. Después, comenzó a lamer y a succionar, pero permitiendo que fuera Dani la que marcara el ritmo con el movimiento de sus caderas.
Dani se aferró al cabecero de la cama buscando un punto de apoyo y comenzó a moverse alzándose cuando necesitaba menos presión y bajando cuando necesitaba más. A esas alturas, tenía sensibilizado cada centímetro de piel. El calor, el deseo y la presión aumentaban a una velocidad vertiginosa. Estaba a punto de llegar al orgasmo y, al mismo tiempo, desesperada por prolongar aquella sensación tan agradable.
Aceleró los ritmos de sus movimientos a medida que iba acercándose al clímax. Alex posó las manos en sus caderas, urgiéndole a acelerar. Dani jadeó y gritó cuando llegó el orgasmo. Se tensó y abrió las piernas todavía más, deseando que Alex tuviera acceso a todos los rincones de su cuerpo. Alex continuó acariciándola hasta hacerle estremecerse y después, retrocedió y continuó besándola, lamiéndola y acariciándola hasta que cedió por completo el orgasmo.
Dani continuó allí, arrodillada sobre el cabecero de la cama mientras intentaba recuperar la respiración. Alex se apartó. Dani oyó el sonido de un plástico al desgarrarse y después Alex regresó y le hizo volverse hacia él.
Dani se movió para dejar que se hundiera en ella. Alex la llenó por completo, haciendo que sus terminales nerviosas, ya de por sí sensibles, cantaran de excitación.
La pasión oscurecía la mirada de Alex y marcaba sus facciones. Asomó a las comisuras de sus labios una sonrisa. Apoyada en sus propios brazos, Dani comenzó a moverse hacia delante y hacia atrás. Y los dos gimieron.
Dani acababa de disfrutar de un orgasmo, pero mientras Alex se hundía y salía de ella, sintió cómo comenzaban a tensarse sus músculos otra vez. Alex alargó las manos para acariciarle los senos y en el instante en el que le rozó los pezones, el cuerpo entero de Dani pareció cerrarse alrededor de él.
Ella continuó moviéndose hasta que estuvieron los dos jadeantes y al límite y al final ya no fue capaz de contenerse. Se miraron a los ojos mientras los dos iban perdiéndose en su mutua liberación.
Dani canturreaba mientras subía en el ascensor al despacho de Walker. Había pasado la noche en casa de Alex y no había visto un solo periodista al salir. A lo mejor su vida personal había dejado de interesarle a la prensa, una posibilidad verdaderamente emocionante.
Pero pasar toda una noche haciendo el amor había sido todavía mejor. A Dani le encantaba dormir en la cama de Alex, sintiendo sus brazos a su alrededor. A su lado se sentía a salvo. Estar con Alex era algo a lo que podría llegar a acostumbrarse, pero continuaba habiendo miles de complicaciones en su relación.
Cuando llegó al despacho, esperaba encontrar allí también a Cal y a Reid, pero su hermano estaba solo.
– ¿Sólo estamos nosotros? -le preguntó cuando él se levantó para ir a abrazarla-. Si tengo que prepararme para ser informada de un nuevo secreto de la familia, me temo que no estoy preparada. Como me entere de algo nuevo, soy capaz de ponerme a gritar en medio de la noche.
– Todavía no son las dos de la tarde -dijo Gloria en el instante en el que Dani entró en la habitación-. Así que tendrás que esperar antes de empezar a gritar.
Dani tuvo la sensación de estar de pronto en un pliegue espacio-temporal. Su abuela llevaba un traje que Dani le había visto en otras ocasiones. Estaba perfecta con aquel traje en tono oro viejo que tanto le favorecía. Gloria parecía en aquel momento exactamente lo que era: una poderosa matriarca.
Por un instante, Dani se sintió como si hubiera retrocedido un año en el tiempo, como si hubiera regresado a aquella época en la que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para impresionar a Gloria; quería entonces convertir el Burger Heaven en el mejor establecimiento de su clase. Casi podía sentir el calor en la frente y la desesperación de estar golpeándose una y otra vez contra una pared que no era capaz de ver ni comprender, pero que tampoco podía romper.
– ¿Es algo malo? -dijo sin poder controlarse-. El motivo de la reunión, ¿es algo malo?
– No es nada malo en absoluto -respondió Gloria, señalando el sofá-. En realidad es una buena noticia. Siéntate. Walker y yo queremos hablar contigo sobre algo.
– Si vais a decirme que tampoco soy hija de mi madre, no sé si voy a ser capaz de soportarlo.
Gloria sonrió.
– Cuando quieres, puedes llegar a ser muy dramática. Creo que eso lo has sacado de mí -miró a Walker-. ¿Quieres decírselo tú o se lo digo yo?
– Creo que deberías decírselo tú.
Dani tenía el estómago tan revuelto que estaba a punto de vomitar.
– Queremos que dirijas el Buchanan's -anunció Gloria-. El director se va y necesitamos una persona brillante a cargo del establecimiento. Hemos estado hablando y tú nos pareces la opción más lógica, por no decir la mejor. Siempre te ha encantado ese restaurante, eres buena en tu trabajo y, además, eres parte de la familia. ¿Qué te parece?
Dani abrió la boca y después la cerró. Jamás se habría esperado nada parecido. ¿Dirigir ella el Buchanan's?
– ¿Nadie está enfermo? -preguntó.
– Estamos todos perfectamente. Di que sí.
¿Que dijera que sí? ¿Así de sencillo?
Aunque era cierto que el Buchanan era su restaurante favorito, aquella oferta era completamente inesperada.
– Acabo de empezar a trabajar para Bernie -dijo, más para sí que para ellos-. Y me encanta mi trabajo. Estoy aprendiendo mucho. No creo que fuera correcto irme tan pronto.
– Es una gran negociadora -le dijo Gloria a Walker-. Todavía no hemos empezado a hablar de dinero y ya voy a tener que aumentar mi oferta.
– No es cuestión de dinero -replicó Dani.