– Sí. Esto no tiene nada que ver conmigo ni con lo que yo quiero. No soy un animal político. Pero le dije a Mark que le ayudaría y, al fin y al cabo, es mi padre.
Katherine asintió.
– Exacto. Siempre hay que serle leal a la familia. Todos tenemos que cumplir con nuestro deber -dejó caer la mano-. Aunque me temo que no soy la persona más adecuada para pedirle consejo.
– ¿Porque estás demasiado metida en todo esto?
– Por eso y porque… -tomó aire-. Lo único que yo sé es hacer lo que se espera que haga. A veces, cuando actuamos de otra manera nos sentimos libres, otras, lo único que conseguimos es sentirnos infinitamente peor. ¿Has pensado en cómo puedes llegar a sentirte tú?
– La verdad es que ni siquiera estoy seguro de que importe -respondió-. Jamás imaginé que podría verme atrapado en medio de algo como esto. Sé hacia dónde debo dirigir mis lealtades, pero aun así, no soy capaz de continuar formando parte de la campaña.
– Esta campaña ha supuesto una complicación para todos nosotros. Sobre todo de un tiempo a esta parte.
Alex miró a su madre.
– ¿Lo dices por Dani?
– Digamos que ha puesto las cosas particularmente interesantes. No es culpa suya, pero no podía haber aparecido en un momento peor.
– Te ha hecho mucho daño, ¿verdad?
Katherine se volvió de nuevo hacia el mapa y posó la mano en el centro de Texas.
– En realidad no. Ella no tiene la culpa de lo que diga la gente, ni de cómo pueda reaccionar yo.
– Bueno, a partir de ahora ya no será un motivo de preocupación tan grande. Hemos dejado de vernos.
Katherine se tensó ligeramente.
– ¿Qué ha pasado?
– No lo sé. Eso es lo más curioso de todo. Llegué a pensar que Dani era una mujer a la que podría llegar a querer. Después de mi experiencia con Fiona, no quería volver a saber nada de relaciones. No quería volver a confiar en nadie. Pero Dani era diferente.
Más que diferente. Había algo especial en ella, algo que hacía que Alex deseara pasar a su lado cada momento de su vida. Quería saberlo todo de ella. Podía imaginar un futuro a su lado.
– ¿Y ahora? -le preguntó su madre.
– Está muy afectada por las encuestas, algo que comprendo, pero también me ha acusado de seguir viendo a Fiona.
Aquella acusación le había dolido en lo más profundo. Dani sabía que su ex mujer le había traicionado. Sabía que para él la lealtad lo era todo y, aun así, estaba dispuesta a creer que la había engañado. Y nada más y nada menos que con Fiona. ¿Qué demonios le había pasado?
Katherine se volvió de nuevo hacia él.
– ¿Y la estás viendo?
– No -contestó tajante-. Jamás engañaría a nadie y, desde luego, no pienso volver con Fiona. No lo entiendo, ¿cómo es posible que Dani piense que sigo viéndola?
Katherine sabía exactamente la razón. Porque eso era lo que Fiona le había dicho.
Se le revolvió el estómago de tal manera que por un momento pensó que iba a vomitar. ¿Cómo podía haberle mentido a Dani de aquella manera? ¿Cómo había sido capaz de interponerse entre Dani y Alex de forma tan miserable? Ella quería a su hijo y si Dani le hacía feliz…
Pero la relación ya había terminado cuando Dani había ido a hablar con ella. En realidad, ella no había destruido nada.
Un triste intento de librarse de la culpa, de no asumir su responsabilidad.
Se dijo a sí misma que lo mejor que podía hacer era confesar el papel que había jugado en aquel asunto y pedir perdón. Abrió la boca, pero inmediatamente la cerró. En aquel momento, su mundo estaba destrozado. Ver la decepción en los ojos de Alex al enterarse de que su madre se había rebajado a mentir era más de lo que podía soportar.
– Dani cree que Fiona está embarazada -continuó Alex con expresión de absoluta incredulidad-. ¿Qué tontería es ésa?
– A lo mejor lo está.
Alex miró a su madre y soltó un juramento.
– ¿Fiona embarazada? Pero si ella nunca quiso tener hijos.
Katherine parpadeó sorprendida.
– ¿De qué estás hablando? Fiona siempre dijo que quería formar una familia.
– Todo era palabrería -replicó Alex-. Y yo me la tragué. Pero desde que nos casamos, cada vez que yo presionaba para que tuviéramos un hijo, a ella se le ocurría alguna razón por la que era preferible esperar. No quería tener hijos. Así que, si se ha quedado embarazada, ha tenido que ser de forma completamente accidental.
– O a lo mejor lo ha hecho para causar problemas -musitó Katherine.
Se preguntaba de pronto hasta dónde habría sido capaz de llegar su ex nuera para recuperar a Alex. ¿Habría sido capaz de quedarse embarazada de otro hombre para hacer pasar a ese hijo como hijo de Alex?
– ¿De verdad no te has acostado con ella? -inmediatamente hizo un gesto con la mano-. Olvídalo, soy tu madre. Estoy hablando en serio, Alex. ¿No has estado saliendo con Fiona?
Alex la miró a los ojos.
– No. Me fui de casa el día que la descubrí con otro hombre. No quería que lo supieras porque soy consciente de que sois muy amigas. Pero eso fue lo que puso fin a nuestro matrimonio.
A Katherine se le desgarró el corazón al oírle. Sufría por su hijo y por todo lo que había pasado. Los ojos se le llenaron de lágrimas.
– Oh, Alex -Katherine se acercó a él y le abrazó.
– Te vas a arrugar el vestido -le advirtió Alex.
– A la porra el vestido.
Alex se echó a reír.
– Te veo muy rebelde. Es encantador.
– Oh, por favor. No me trates como si fuera una vieja loca. Me falta demasiado poco para llegar a serlo.
– Tú nunca serás nada parecido.
Katherine retrocedió y miró fijamente a su hijo. Cuánto le quería. Le había querido desde que era un niño y esos sentimientos habían ido fortaleciéndose día a día. No habría sido capaz de quererle más aunque le hubiera dado ella misma la vida.
Ésa era la única verdad, se recordó a sí misma. Quería a sus hijos con todas fuerzas. Nadie podía negar aquel vínculo.
– Tengo que decirte algo -le dijo mientras sentía el escozor de las lágrimas-. He hecho algo terrible.
Alex le sonrió a su madre.
– Imposible.
– En serio, Alex, y no sabes cuánto lo siento. Es posible que lo que estoy a punto de decirte deteriore nuestra relación y no sabes hasta qué punto me arrepiento de algo que he hecho. Estaba dolida y enfada y quería herir a alguien. Quería hacer daño a Dani. Soy terrible, lo sé, y me avergüenzo de mí misma. No espero que me perdones ahora mismo, pero aspiro a que, por lo menos, con el tiempo seas capaz de dejar de odiarme.
Alex la miró desconcertado. Katherine sabía que su hijo jamás la había visto así; su rostro mostraba su incomodidad.
– Mamá, tranquilízate -le dijo-. Sea lo que sea, estoy seguro de que podremos arreglarlo.
– Yo no soy capaz, pero a lo mejor tú sí -tragó saliva-. Dani vino a verme hace un par de días. Teníamos que ensayar el discurso. Ella estaba muy afectada por muchas cosas, pero sobre todo por ti. Me dijo que Fiona había ido a verle y le había dicho que estabais saliendo. Al parecer, tenía información que daba a entender que había estado en tu casa.
Alex soltó una maldición.
– Fiona no ha estado nunca en mi casa. Jamás la he llevado allí.
– Lo sé, pero supongo que tiene otras fuentes de información. A lo mejor se enteró de que estabas interesado en la casa y ella misma fue a verla. ¿Quién sabe? La cuestión es que fue capaz de convencer a Dani de que estaba embarazada y de que ese hijo era tuyo.
Katherine miró desolada a su hijo.
– Lo siento, Alex. Lo siento mucho. Sé que esas palabras no significan nada, pero… Siempre me he enorgullecido de ser una buena persona, pero es mentira. Todo es mentira.
– Claro que no -Alex la agarró por los hombros-. Mamá, eres la mejor persona que conozco.
– Eso no es cierto. Oh, Dios. Me da tanto miedo decírtelo…