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– No, no la tienen.

– Pero eso no puede ser. Yo lo registré.

– Eh, yo te creo. No sólo eso, he conseguido encontrar el guión original de 1995.

Buscó en la carpeta y sacó una copia del guión, maltrecha y un poco amarillenta. El título de la primera página decía: «Nosotros, los veteranos. Guión de David Armitage. Primer borrador: noviembre de 1995».

– ¡Ésa es la prueba que necesitas! -dije, señalando la fecha de la primera página.

– Pero, David, ¿quién dice que tú no has falsificado el título de la página hace poco? ¿Quién dice que no decidiste robarle el guión a Philip Fleck y pusiste tu propio nombre en la primera página?

– ¿De qué me estás acusando, Alison?

– No me estás escuchando. Sé que escribiste esa película. Sé que no eres un plagiario. Y sé que no estás más desquiciado que cualquier otro de los autores que represento. Pero también sé que la Asociación de Autores no tiene constancia de que tú seas el autor de Nosotros, los veteranos…

– ¿Cómo puedes estar tan segura?

– Porque cuando la semana pasada me comunicaron que el texto sólo estaba registrado a nombre de Philip Fleck, me puse en contacto con mi abogado, quien, a su vez, me puso en contacto con un investigador privado…

– ¿Has contratado a un detective? -pregunté, totalmente asombrado.

– Joder, sí. Estamos hablando de un robo muy serio, que podría valer un millón cuatrocientos mil dólares. Por supuesto que he contratado a un detective. Deberías haberlo visto. Treinta y cinco años, el peor caso de acné que he visto en mi vida, y un traje que parecía robado del coche de un misionero mormón. Te aseguro que no era precisamente Sam Spade. Pero a pesar de la mala pinta, el tipo es concienzudo como un inspector de Hacienda. Y ha descubierto que…

Buscó dentro de la carpeta, y primero sacó el registro reciente oficial en la Asociación de Autores de Nosotros, los veteranos, claramente a nombre de Philip Fleck. Después sacó todos los registros oficiales en la Asociación de Autores de todos mis guiones. Todos los episodios de Te vendo estaban enumerados, así como Romper y entrar. Pero no aparecía ninguno de mis guiones sin producir de los noventa.

– Cítame uno de esos guiones -dijo Alison.

– En el mar.-dije, mencionando un guión de género de acción («pero sarcásticamente cómico») en el que unos terroristas islámicos se apoderaban de un yate en el que viajaban tres hijos del presidente de Estados Unidos. Alison blandió un papel frente a mi cara.

– Registrado a nombre de Philip Fleck el mes pasado. Cítame otro de tus guiones sin producir.

– Tiempo de presentes -dije, mencionando una película de una mujer que se muere de cáncer, que escribí en 1996.

– Registrado a nombre de Philip Fleck el mes pasado -dijo, pasándome otro documento oficial de la Asociación de Autores-. Y ahora sacaremos el conejo de la chistera. Cítame otro guión tuyo sin producir.

– Buen lugar, mal momento.

– ¿Era el del lío de la luna de miel, no? Registrado a nombre de Philip Fleck el mes pasado.

Me quedé mirando el nuevo documento que me había pasado Alison.

– ¿Me ha robado todos los guiones que no he producido?

– Esa es la situación.

– ¿Y tu detective está seguro de que no hay ningún registro de los guiones a mi nombre?

– Nada de nada.

– ¿Cómo demonios ha podido hacerlo Fleck?

– Ah -dijo Alison, buscando en el fondo de la carpeta-, éste es su verdadero golpe maestro.

Me pasó una fotocopia de un breve artículo del Hollywood Reporter, de hacía cuatro meses:

La Fundación Fleck dona dos millones de dólares al fondo de beneficencia de la Asociación de Autores.

La Fundación Philip Fleck ha anunciado hoy la decisión de donar dos millones de dólares al fondo de beneficencia de la Asociación de Autores de Cine y Televisión. La portavoz de la fundación, Cybill Harrison, ha declarado que se trata de un reconocimiento sincero del esfuerzo de la asociación por promover y defender el trabajo de los autores para el cine, y al mismo tiempo apoyar a aquellos que tienen dificultades económicas o están afectados por una grave enfermedad. El director ejecutivo de la asociación, James LeRoy, ha comentado: «Este espléndido regalo subraya un hecho simple: cuando se trata de proteger las artes en Estados Unidos, Philip Fleck es lo más parecido a un Médici que existe en nuestro país. Todos los autores deberían tener un amigo como él».

– No está mal, la última frase -comentó Alison.

– No lo puedo creer. Ha sobornado a la asociación.

– De hecho, sí. Más concretamente, ha comprado la posibilidad de que la asociación pierda registros de tus guiones no producidos y se registren a su nombre.

– Pero, por Dios, a excepción de Nosotros, los veteranos, ninguno de esos guiones vale mucho.

– Pero siguen siendo bastante ingeniosos e inteligentes, ¿no?

– Por supuesto que lo son: los he escrito yo.

– Así me gusta. Ahora Fleck tiene cuatro guiones sólidos y profesionales a su nombre, y uno de ellos es tan bueno que, según el Daily Variety de esta mañana, ha logrado que Peter Fonda y Dennis Hopper acepten los papeles de los dos veteranos» de Vietnam con un cameo de Jack Nicholson como…

– ¿Richardson, el abogado?

– Acertaste.

– Es un reparto fantástico -dije, emocionado de repente-. Toda la generación de Easy Rider irá a verla.

– No hay duda. Por eso el mismo artículo de Variety ha anunciado que la Columbia Tri-Star ha aceptado distribuir la película.

– Entonces es que van a producirla sin duda.

– Claro, el dinero es de Fleck, por lo tanto tiene luz verde. El problema es que tu nombre no saldrá en los créditos.

– Tiene que haber alguna vía legal para reclamar…

– Le he dado mil vueltas con mi abogado. Dice que Fleck ha perpetrado la estafa perfecta. Tu antiguo registro ha sido eliminado. Fleck se ha convertido de repente en el autor oficial de tus viejas obras. Y si lo hacemos público, sobre todo lo de Nosotros, los veteranos, ya sabes lo que pasaría. Los abogados de Fleck jugarán la carta del «plagiarista chiflado». También harán saber que, cuando todavía eras un «autor legítimo», Fleck te invitó a su isla, para hablar de que escribieras una película para él. Dirán que resultaste problemático y te descartó. Así que, naturalmente, tú recurriste a tus habituales trucos psicóticos y te convenciste de que eras el autor auténtico de Nosotros, los veteranos, aunque no haya ningún registro que demuestre que eres su autor, mientras que sí existe un documento oficial de la Asociación de Autores que acredita la autoría de Fleck.

– ¡Dios mío!

– Es asombroso lo que puede comprar el dinero.

– Pero, un momento, ¿no podemos demostrar que Fleck ha registrado los cuatro guiones el mes pasado?

– ¿Y quién dice que no puede haber esperado a presentarlos a la asociación hasta ahora? Por ejemplo, podría decir que ha estado escribiendo esos guiones en privado durante los últimos dos años. Que iniciara la producción de Nosotros, los veteranos significa que probablemente decidió que había llegado la hora de registrarlo todo oficialmente en la Asociación de Autores.

– ¿Pero y los ejecutivos del estudio y los lectores que leyeron mi guión…?

– ¿Te refieres a hace cinco años? Vamos, David, ¿ya no te acuerdas de la regla número uno del Departamento de Nuevos Proyectos?: olvidar el guión que acabas de leer justo tres minutos después de terminarlo. Más aún, si algún pringado se acuerda de haber leído tu guión, ¿crees que va a ponerse a tu favor contra el poderoso señor Fleck? Especialmente con tu posición actual en la ciudad, que podríamos describir con optimismo como «rara». Créeme, el abogado, el detective y yo hemos intentado imaginar toda clase de escenarios en los que podríamos atacar. No hemos encontrado ninguno. Fleck ha cerrado todas las posibles escapatorias. El abogado no ha tenido más remedio que admirar la elegancia de la estafa que ha montado. Hablando en plata, estás en un aprieto.