O una película mala. Y en la película, pensó Sue, aquel sería el momento en el que alguien se acercaría hasta el a… probablemente Shulgin, o incluso Ray, Ray con una pistola en la mano…
—¿Sue?
Se mordió la lengua, y después logró articular un «¡oh!» que quizás podía haber pasado por un «hola».
No era Ray. Se trataba tan solo de Gretchen Krueger, de Archivos, en la planta de abajo.
—No me esperaba que estuvieras aquí hoy —dijo Gretchen—. Iba de camino a recoger algún número atrasado de JAE y he visto la puerta abierta de tu despacho. ¿También está Ray?
—No. Solo estoy acabando un trabajo pendiente. Pero es que no dejo de perder cosas —dijo, confirmando su coartada una vez más.
—Cuando termine aquí me voy al Sawyer con Jamal y Karen. ¿Quieres venir con nosotros? Serías más que bien recibida.
—Gracias, pero lo único que quiero hacer esta tarde es ducharme y echarme una siesta.
—Sé a qué te refieres.
—Que lo pases bien, Gretch.
—Lo haré. Tómatelo con calma, Sue. Pareces cansada.
Gretchen desapareció sin prisas por el pasil o y Sue comenzó a armarse de valor una vez más para el asalto al despacho interior de Ray. Pero antes cerró la puerta que daba al pasillo. Se dio cuenta de que le temblaba la mano.
Después se dirigió al santuario de Ray, fuera del alcance de las cámaras de seguridad.
Antes de nada, sacó un montón de archivos de los armarios y los dejó contra la pared. Cualquier archivo, no importaba cuál, siempre y cuando tuviera algo que pareciera inocuo para poder llevarse de ahí. Después se acercó al escritorio, metió la llave en la cerradura y abrió los cinco cajones uno detrás de otro.
El fajo de hojas impresas estaba en el último cajón a la izquierda, donde Ray solía guardar sus DingDongs antes de que se le acabaran las reservas. Conociéndolo, probablemente había recogido las migajas por los cajones. Debe de estar seriamente afectado, pensó Sue. Debe de estar en medio de una crisis aguda de abstinencia de DingDong.
Cogió la primera hoja.
EX: Bo Xiang, Laboratorio Nacional de Crossbank.
PARA: Avery Fishbinder, Laboratorio Nacional de Blind Lake.
TEXTO: Hola, Ave. Como te prometí, aquí tienes algunas cabeceras del material que vamos a presentar en la conferencia de este año. Lo siento, no puedo ser más explícito (ya sé que no quieres estar a ciegas), pero nos han advertido que no le demos demasiada publicidad a esta información hasta que se haga oficial. Lo que te puedo decir es que hemos encontrado pruebas de una cultura pensante desaparecida en HR88 32/B. Se van a realizar nuevas pruebas, pero con lo que tenemos se observa que hay una región en el hemisferio norte (sobre una plata forma basáltica elevada, de aguas poco profundas y algunas islas aisladas, a simple vista no tan diferentes de cientos de otras regiones pantanosas) con restos de estructuras de evidente complejidad técnica, con una conexión (o al menos una referencia arquitectónica) con los «corales flotantes» del ecuador. Todavía no se sabe cómo compaginar este descubrimiento con la ausencia de animales con capacidad motriz en el planeta. Gossard sugiere la idea de una antiquísima extinción a gran escala…
Por amor de Dios, se reprendió Sue, no lo leas. Lanzó una mirada furtiva a la puerta. Estaba sola, pero eso podía cambiar.
Cogió el servidor de su bolsil o, marcó su número personal y activó la función del escáner. El servidor era un modelo estilo pluma exactamente del grosor de una hoja estándar de papel. Sue pasó la banda fotosensible por el papel hasta que completó la transferencia. Después la siguiente página. Luego la siguiente. Pero había montones de hojas. Miró el reloj. Eran casi las dos. Quizás tuviera que estar allí veinte minutos. Más.
Cálmate, se dijo, y escaneó otra página.
Desde su asiento en el lateral del auditorio, Chris Carmody observó a Ray levantarse y dirigirse al estrado.
Chris intuía la importancia de tomarle la medida a aquel tipo. Había miles de formas en las que podía acabar teniendo otro incidente con Ray Scutter. Y si llegaba a suceder, no quería pifiarla.
Había miles de formas de pifiarla.
Ray estaba especialmente elegante aquel día. Sonrió al público y se hizo con el estrado con una facilidad que Marguerite no había sido capaz de mostrar. Aquel era el «encanto» del que el a hablaba al referirse a él, y quizás había sido aquello lo que ella había visto en él cuando se conocieron, una sonrisa plausible y algunas palabras agradables bien escogidas. Ray comenzó:
—Me voy a apartar un poco del texto que había preparado para la ocasión (y ya sé que nos has pedido que seamos breves, Ari, y te prometo que haré lo que pueda) para hacer algunas observaciones a la intervención de la anterior ponente.
Marguerite se agitó visiblemente nerviosa en su sil a, aunque debía habérselo esperado.
—Como científicos —dijo Ray—, una de las cosas que debemos tener siempre presentes es que las apariencias pueden ser engañosas. Estamos hablando de la instalación O/CBE como si fuera una clase superior de telescopio. Les recordaría que no es así. En su nivel más fundamental, el Ojo es una computadora cuántica que funciona como un generador de imágenes. Asumimos que las imágenes que genera con tanta eficiencia representan sucesos pasados de un planeta lejano. Puede ser cierto. Puede que no lo sea. Si está consiguiendo información real, no sabemos cómo lo hace. Las imágenes que crea son consistentes con nuestro conocimiento real del tamaño de UMa47/E, su atmósfera y la distancia de su estrella. Más al á de eso, sin embargo, no tenemos manera de confirmar lo que el Ojo nos suministra. Hasta que podamos duplicar más eficientemente el efecto y comprenderlo, nuestra suposición de que estamos viendo hechos reales debe ser provisional.
»Y si somos precavidos sobre las conclusiones que extraemos, no es porque seamos tímidos. Es porque no queremos engañarnos. Por esta razón, y por otras muchas, creo que nuestra atención sobre el Sujeto y su cultura ha estado mal dirigida y ha sido desastrosamente prematura.
»Al contrario que la anterior ponente, yo le recordaría al público que hemos estado creando historias (perdón, «construyendo narraciones») sobre vida extraterrestre durante gran parte de la historia humana. Si esto constituye un acierto o un error es una cuestión interesante. En el nombre de la ciencia, se nos pidió una vez que creyéramos la idea de Percival Lowell de un planeta Marte con canales y civilización. Aquella idea falsa fue disipada por la ciencia del siglo XX tan solo para ser reemplazada por el ilusionante descubrimiento, que más tarde se probó falso, de bacterias fósiles en un meteorito marciano. Examinado atentamente, se ha comprobado que Marte es un planeta estéril. La idea ampliamente extendida de que había microbios viviendo bajo la superficie helada del océano tibio de Europa ha acabado siendo, de igual forma, una mera ilusión. Nuestra imaginación nos deja atrás, al parecer. Es intuitiva, salta hacia delante y ve lo que desea ver. Un manifiesto por la imaginación es lo que menos necesitamos, especialmente en este momento.
Exhaló teatralmente.
—Después de aclarar esto, y creo que era necesario decirlo, pasemos a una cuestión más acuciante, una de particular relevancia para todos nosotros aquí en Blind Lake.
»No hace falta decir que el bloqueo, lo que algunas personas han venido a l amar cuarentena, es un suceso sin precedentes que todos luchamos por entender. Cuarentena, creo yo, es una palabra apropiada. Creo que ha l egado a resultar evidente que hemos sido confinados aquí no por nuestro propio bien, sino por la protección de la gente del exterior.