– Primero buscaremos las características más generalizadas, los detalles de fabricación: peso, densidad, color, cómo se han rematado los bordes.
A medida que hablaba los volvía a uno y otro lado y los examinaba.
– Parecen muy similares. Observe que tienen la misma técnica de acabado.
Me fijé en ello. El puño de cada guante concluía con un borde que se enrollaba en sí mismo hacia afuera.
– ¿No son todos así?
– No. Algunos se enrollan hacia adentro, y otros, hacia afuera. Éstos son hacia afuera. Bien. Ahora veremos qué hay en ellos.
Se llevó el guante de Gabby a la máquina, levantó la tapa y lo colocó en una bandeja interior.
– Cuando se trata de muestras muy pequeñas utilizo estos pequeños sujetadores.
Señaló una bandeja de tubitos de plástico.
– Extiendo un recuadrado de película de polipropileno sobre el soporte, y luego utilizo lengüetas prensadoras que formen un punto pegajoso para sujetar el fragmento. Pero en este caso no es necesario. Nos limitaremos a meter el guante entero.
Lacroix conectó un interruptor, y el aparato entró en funcionamiento. Se iluminó una caja situada en un poste de la esquina y aparecieron las palabras Rayos Equis en blanco contra un fondo rojo. Al mismo tiempo se iluminó un panel de botones que indicaban la situación en que se encontraba la máquina. Rojo: rayos equis; blanco: en marcha; anaranjado: obturador abierto.
Lacroix pasó unos momentos ajustando los diales y a continuación cerró la tapa y se instaló en una silla frente a los monitores.
– S'il vous plaît -me invitó, señalándome otra silla.
En el primer monitor apareció un paisaje desierto, un fondo granulado de anticlinales y sinclinales, con sombras y cantos rodados diseminados por doquier y por encima una serie de círculos concéntricos, los dos menores y más centrales configurados como balones de fútbol. Dos líneas confusas se cruzaban en ángulos rectos y formaban una cruz directamente sobre los círculos de ojo de buey.
Lacroix ajustó la imagen manipulando un pulsor de mando. Los cantos rodados entraron y salieron de los círculos.
– Éste es el guante que estamos examinando aumentado ochenta veces. Trato de escoger una localización adecuada. Cada serie muestra una zona de unas trescientas mieras, aproximadamente la zona interior del círculo moteado. De modo que puede dirigir los rayos equis a la zona más conveniente de la muestra.
Se desvió de las retículas unos momentos y se instaló en una zona libre de cantos rodados.
– Aquí está. Éste será adecuado.
Conectó un interruptor y la máquina entró en funcionamiento.
– Ahora estamos creando un vacío. Esto costará unos minutos. Luego el escáner es muy rápido.
– Y eso determinará qué existe en el guante.
– Oui. Es un sistema de análisis por rayos equis. La micro-fluorescencia de los rayos equis puede determinar los elementos que se hallan presentes en una muestra.
El zumbido de la máquina se interrumpió y comenzó a formarse un esquema en el monitor de la derecha. Por el fondo de la pantalla comenzaron a brotar una serie de diminutos montículos rojos que a continuación se remontaron contra un fondo de viva intensidad azulada separados por una tenue franja amarilla en el centro de cada uno. En la esquina inferior, a la izquierda, se veía la imagen de un teclado y cada una de las teclas estaba marcada con la abreviatura de un elemento.
Lacroix tecleó unas órdenes, y en la pantalla aparecieron letras. Algunos montículos siguieron siendo pequeños; otros se remontaron hasta formar altas cumbres como los gigantescos castillos de termitas que había visto en Australia.
– C'est ça. Eso es.
Lacroix señaló una columna del extremo derecho que se levantaba desde el fondo hasta lo alto de la pantalla, donde se truncaba su parte superior. Un pico más reducido a su derecha se remontaba hasta un cuarto de su altura. Ambos estaban marcados con las letras «Zn».
– Zinc. Es un elemento estándar que aparece en todos estos guantes.
Señaló un par de picos en el extremo izquierdo, uno bajo, el otro que se levantaba a tres cuartos de distancia hacia lo alto de la pantalla.
– Este punto más bajo es magnesio. «Mg». El alto, marcado con «Si», es silicio.
Más lejos, a la derecha, un doble pico mostraba la letra S.
– Azufre.
Un pico con «Ca» se remontaba hasta la mitad de la pantalla.
– Una pizca de calcio.
Más allá del calcio aparecía un hueco y luego una serie de montículos bajos, estribaciones del pináculo del zinc: «Fe».
– Un poco de hierro.
Se recostó en su silla y resumió.
– Un combinado bastante corriente. Mucho zinc, con silicio y calcio son los restantes y más importantes componentes. Imprimiré éstos y luego probaremos otro punto.
Hicimos diez pruebas y todas mostraron igual combinación de elementos.
– Ahora examinaremos el otro guante.
Repetimos el sistema con el guante hallado en la cocina de Tanguay.
Los picos que revelaban la presencia de zinc y azufre eran similares, pero éste contenía más calcio y no contaba con hierro, silicio ni magnesio. Una pequeña punta indicaba la presencia de potasio. Sucedió de igual modo en cada serie.
– ¿Qué significa eso? -pregunté, aunque ya creía conocer la respuesta.
– Cada fabricante utiliza una fórmula algo distinta para el látex. Incluso se producen variaciones entre ejemplares de la misma empresa, pero ello dentro de unos límites.
– ¿De modo que esos guantes no son de la misma pareja?
– Ni siquiera proceden del mismo fabricante.
Se levantó para retirar el guante. Yo centraba mis pensamientos en nuestro hallazgo.
– ¿Facilitaría más información la difracción de rayos equis?
– Con lo que hemos hecho, la microfluorescencia de rayos equis, se revelan los elementos presentes en un objeto. La difracción por rayos equis puede describir la real mezcla de elementos, la estructura química. Por ejemplo, con microfluorescencia podemos saber si algo contiene sodio y cloruro; con la difracción averiguamos si está confeccionado de cristales de sodio-cloruro.
«Para simplificar, en el difractómetro de rayos equis se hace girar una muestra y se la somete a rayos equis, que rebotan en los cristales y cuya pauta de difracción indica la estructura de tales cristales.
»La única limitación en la difracción consiste en que sólo puede realizarse con materiales que cuenten con estructura cristalina, aproximadamente el ochenta por ciento de todo cuanto llega. Por desdicha el látex no es de estructura cristalina y la difracción probablemente no añadirá gran cosa. En definitiva, esos guantes proceden de diferentes fabricantes.
– ¿Y si sólo han salido de distintas cajas? Sin duda deben de variar los lotes individuales de látex.
Guardó silencio unos momentos.
– Aguarde -dijo-. Voy a mostrarle algo.
Desapareció en el laboratorio principal y lo oí hablar con el técnico. A continuación regresó con un montón de impresos, cada uno compuesto por siete u ocho páginas, que mostraban la familiar sucesión de agujas. Desplegó cada serie y observamos las variaciones de las pautas.
– Cada uno de ellos muestra una secuencia de pruebas realizadas en guantes de un solo fabricante pero extraídos de distintas cajas. Existe variación, pero las diferencias nunca son tan grandes como las de los guantes que acabamos de analizar. Examiné varias series. El tamaño de los picos variaba, pero los componentes aparecían con regularidad, de modo coherente.
– Ahora, fíjese en esto.
Desplegó otra serie de impresos. De nuevo surgían algunas diferencias, pero en general la mezcla era la misma.
De pronto algo llamó mi atención: la configuración parecía familiar. Observé los símbolos: «Zn, Fe, Ca, S, Si, Mg.» Gran contenido en zinc, silicona y calcio. Rastros de otros elementos. Deposité el impreso del guante de Gabby sobre aquella serie: la pauta era casi idéntica.
– ¿Serán estos guantes del mismo fabricante, señor Lacroix?
– Sí, sí, ésa es mi idea. Y probablemente proceden de la misma caja. Lo recuerdo muy bien.
– ¿De qué caso se trata?
El corazón me latía tumultuosamente.