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—No tienen cuernos verdaderos los pteroides de Ishtar. Lo que ve no son más que apéndices, como los del rinoceronte. Por unas ciertas causas de azar, unos cuantos grandes tipos del Beronnen del norte los desarrollaron de una forma impresionante, pero principalmente como adorno. Mire… ¿Puede ver cómo las patas delanteras tienen forma especial? Y sus uñas son armas afiladas en extremo. Parece existir una tendencia general en los habitantes de Ishtar a que el primer par de miembros haga algo más que ayudar a la locomoción. El caso extremo, naturalmente, son los sophonts y sus parientes; las patas delanteras llegan a ser brazos y los pies delanteros manos.

Cuando el espléndido espectáculo hubo terminado y volvieron a remontar el vuelo, Dejerine la miro gravemente mientras decía:

—Tengo la impresión de que todos los que han nacido en este planeta deben amarlo.

—Es nuestro —replicó Jill—. Aunque de una forma peculiar. Nuestra raza nunca lo poseerá, no seremos nunca más que unos pocos. Pertenece a los ishtarianos.

El dirigió la mirada a la taza que sostenía.

—Por favor, trate de entender. Me doy cuenta de lo desanimados que deben estar ustedes ahora que sus planes humanitarios han sido postergados. Las guerras siempre interrumpen muchas esperanzas, o las destruyen. Pido porque ésta acabe lo antes posible. Mientras tanto, quizás podamos hacer algo por ustedes.

Puede, pensó Jill. No empujes demasiado, chica. Sonrió, y, muy ligera y brevemente, apretó la mano de él.

—Gracias, Capitán. Ya hablaremos al respecto. Pero hoy disfrutemos de la excursión. Se supone que soy su guía, no su incordio.

—De ninguna de las maneras. Ah… ha mencionado parientes de los nativos. Mis fuentes los describen equivalentes a los simios…

—Por el estilo. Como el tártaro que realmente es similar al mandril. El más próximo es el que llamamos duende.

—¿Las especies semiinteligentes? Ah, sí, estaba llegando a eso. ¿Qué es lo que se sabe acerca de ellas?

—Muy poco. Son escasas en Beronnen. Bastante numerosas, o esa es nuestra impresión, en el hemisferio opuesto; pero ishtarianos completamente desarrollados apenas han entrado allí. No puedo decirle mucho más, aparte de que los duendes hacen toscas herramientas y parecen tener algún tipo de lenguaje. Como si el Australophithecus sobreviviera en la Tierra.

—Hum. Es extraño que se lo hayan permitido.

—No. No realmente. Recuerde que entre los dos hemisferios hay una enorme masa oceánica, más tormentosa que cualquiera de la Tierra.

—Quería decir, una vez superadas las distancias.

—Los ishtarianos no serían capaces. Ni incluso los más feroces guerreros de los bárbaros tienen la sed de sangre de los terrestres. Por ejemplo, nadie ha torturado a prisioneros por diversión o los ha masacrado por conveniencias. Probablemente piensa que la Asociación de Sehala es una especie de imperio. No es así. La civilización se ha desarrollado sin ninguna necesidad de Estado. Después de todo, los ishtarianos tienen una forma de vida más avanzada que la nuestra.

La sorpresa de él la detuvo, hasta que se dio cuenta que aquella idea, con la que ella había convivido siempre, era nueva para la mente de su interlocutor.

Después de un momento, él dijo lentamente:

—Mis lecturas mencionan una evolución postmamífera. Nunca ha quedado claro para mí lo que eso significa. ¿Está usted diciendo que son más inteligentes que nosotros? Esto no estaba en mis libros. —Tomó aire y prosiguió—: Cierto, parecen mejores que nosotros en ciertos aspectos, pero menos rápidos y originales en otros. Eso es usual entre especies de sophont contrastadas. Los totales siempre parecen ser aproximadamente parejos. Creo que la explicación es razonable, que pasado un punto no hay presión de selección natural para incrementar el poder cerebral, e incluso esto podría desequilibrar grotescamente el organismo.

Ella lo estudió con respeto creciente. ¿Había tenido en cuenta él, el hombre militar, esos problemas, esos pensamientos?

De acuerdo, le pagaré cumplidamente su pregunta en especie, no hablando ni más ni menos de lo necesario.

—¿Puede soportar una conferencia?

El sonrió, le ofreció un cigarrillo de una pitillera de plata y, después que ella hubo rehusado, dijo:

—¿Cuando un conferenciante como usted es quien la da? Mademoiselle, intento ser un caballero, pero mis glándulas están en buen funcionamiento.

Jill gruñó:

—Tendremos una sesión de preguntas de veinte minutos al final. Vamos con ello.

«Ya sabe que la vida aquí (orto-vida, no T-vida), se desarrolló similarmente a como lo hizo en la Tierra, siendo las condiciones originales casi idénticas. Principalmente la misma composición química, dos sexos, los vertebrados, que descendían de algo parecido a un gusano anélido, etcétera. Tanto unos como otros podemos comer la mayor parte de nuestros alimentos respectivos, aunque se producirían deficiencias vitales si intentáramos una dieta exclusiva; y ciertas cosas que gustan a una raza son venenosas para la otra. El hecho de que unos sean hexápodos y otros cuadrúpedos parece ser trivial, un accidente biológico. Ishtar tiene sus equivalentes de peces, reptiles, aves, mamíferos, etc. Las diferencias son lo suficientemente importantes como para que les apliquemos el sufijo —oide a sus nombres. Por ejemplo, los theroides son de sangre caliente, nacen como cualquier mamífero y se alimentan con la leche de la madre en su primera edad; pero no tienen pelo ni placentas; en su lugar tienen alternativas sorprendentes… En general, las variaciones son infinitas.

»Pudieran haber sido más parecidos a nosotros, pero, hace mil millones de años, Anu se convirtió en una gigante roja. Esto produjo un crecimiento mayor, y una mayor suciedad cada vez que pasaba cerca. Y dio lugar a que los animales de sangre fría —los reptiles, si lo prefiere— hayan estado aquí aún en peores condiciones que en la Tierra. No hay restos de fósiles de algo análogo a los dinosaurios. Los theroides trazaron una primera ruta y la mantuvieron.

»Sobre esta base, con la que ya debe estar familiarizado pero que yo quiero poner de manifiesto, pensamos nosotros, procure tenerla en cuenta usted también, la evidencia real hasta la fecha es lastimosamente escasa… pensamos que los theroides tuvieron más tiempo para evolucionar que los mamíferos terrestres. Sí, ya sé que los mamíferos son muy antiguos, pero no existieron realmente como tales hasta el Oligoceno. El truco que se inventaron aquí y que nosotros no tenemos en la simbiosis. Oh, sí, usted mismo es simbiótico en algunos de sus propios órganos. Un ejemplo de esto es la flora intestinal. Pero el bien desarrollado theroide ishtariano es un completo zoológico y jardín botánico de especies cooperativas.

«Tomemos un sophont, una de las especies más próximas, como ejemplo. Su pellejo es una planta musgosa, profundamente enraizada en la piel pero conectada a la corriente sanguínea… porque su piel es mucho más complicada que la nuestra. Su cabellera y sus cejas parecen hiedra. Sus ramas hacen una armadura para la columna vertebral y su peligrosamente fina caja craneana. Las plantas toman el dióxido de carbono, agua y otros productos del metabolismo animal para su propio uso. Devuelven directamente oxígeno, más un completo surtido de materiales semejantes a las vitaminas que apenas hemos empezado a identificar. Cierto, las plantas no constituyen un sistema completo respiratorio-eliminativo. Abastecen a los pulmones, el corazón doble, intestinos, a cada órgano… todos ellos con sus simbiontes especiales… pero el resultado es un individuo que funciona mejor que nosotros. Puede asimilar una gran variedad de materias alimenticias. Desperdicia menos agua que nosotros; por ejemplo, al sudar, orinar o simplemente respirar. Gracias a Anu, el agua es escasa en grandes áreas de Ishtar. Y, eh… nuestros nativos también tienen un sistema de alimento de emergencia: sus mismas plantas. Pueden comerlas y sobrevivir, aunque durante un tiempo carecerán de ellas. Pero pronto crecerán de sus propias raíces o germinarán en su piel las esporas que flotan en el aire o yacen en el suelo, ¡como lo hacen en la piel de los recién nacidos!