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Vamos a examinar esta guerra, sus causas de fondo, su curso pasado, presente y su posible futuro, sus enredos. Trataremos de ser equitativos…

(Vista de un planeta en el espacio, terrestroide aunque densamente poblado de nubes. Panorámica de aproximación.)

Olaya (Voz de fondo): A unos ciento cincuenta años luz del Sol, su planeta, en el que los hombres pueden vivir, gira alrededor de su sol naranja. No pueden vivir muy bien allí, o no podrían. Para la mayoría es caluroso, húmedo, atormentado por un clima violento, vastas y espesas junglas, pantanos, montañas erosionadas. Los productos nativos pueden nutrir a un hombre durante un corto tiempo en el mejor de los casos; la mayor parte de ella es letalmente venenosa…

Es un planeta mejor dotado para los naqsans. Al comienzo de sus vuelos espaciales fundaron varias colonias allí, las cuales crecieron y prosperaron. Ellos llaman a ese mundo Tsheyakka (un conjunto de gruñidos y sonidos guturales tomados de una grabación). Los humanos le dieron el nombre de Mundomar, después de interesarse por él.

Los humanos podían sobrevivir allí, si se preparaban para hacer esfuerzos hercúleos. Menos tórrida y húmeda que cualquier otra parte, la zona ártica era en conjunto la menos inadecuada. Los naqsans, amantes del agua, habían rehuido aquellos lugares y no vieron razones para no admitir colonos de la Tierra, si éstos pagaban un precio sustancial por el territorio.

(La panorámica penetra las nubes, se interna por las junglas, llanuras embarradas y la vegetación flotante sobre los océanos. En ocasiones se centra sobre una estampa peculiar, es decir, una de las modestas comunidades naqsan. Allí sus grandes cuerpos parecidos a sellos de lacre se vierten y revuelcan en la manera natural de ellos, que muchos humanos encuentran desagradable. La visión prosigue hacia el norte, fijándose en una bruñida meseta. Una nave espacial terrestre aterriza, un modelo de seis décadas atrás, ya que es una filmación de archivo destinada a captar el momento histórico.)

¿Quién podía ir allí? Es verdad que la Tierra está superpoblada. Es verdad que los planetas donde pueden vivir los humanos son escasos, y la mayoría de ellos tienen población autóctona. Es verdad que los mundos no reclamados en los que ha fundado asentamientos eran, incluso entonces, ultraprecavidos en la cantidad de inmigrantes que aceptaban. ¿Pero quién podría estar tan desesperado, o tan esperanzado, como para ir a Mundomar?

Aquellos que no tuvieran más elección que la desesperanza.

Largo tiempo ha pasado desde que se oyó la voz profética de Charles Barton.

(Secuencia de vistas; diálogo y comentarios de fondo resumidos.)

En el mundo desarrollado parduzcos, sucios, poblados, los barrios de las típicas megalópolis, donde amontona la civilización tecnológica inútil. Ociosidad, aburrimiento, frustración, sentido de la inutilidad personal, drogas en botes, en píldoras, en descargas, en pulverizadores; pantallas 3V para todo el mundo, casas de placer o estimuladores cerebrales para todos aquellos capaces de reunir el dinero; luchas de bandas entre los jóvenes, imperios criminales entre los adultos, y la honesta mayoría caminando con terror. Pero la policía es la enemiga de todos, ¿no? Ciudadanos que viven de pensiones, asistentes sociales, canales de educación (lo lamento, usted no está cualificado; lo lamento, usted está cualificado, pero no hay salidas). Alguna vez, de noche, entre bloques de altos edificios hay un resquicio lo bastante amplio como para permitir la vista de algunas estrellas.

El mundo subdesarrollado, cuyos habitantes pueden vivir todavía, si reciben ayuda organizada del exterior, pero solamente vivir. La Tecnología no es mágica; no puede operar sobre recursos que ya no existen. Los campesinos del Africa desértica buscan refugio bajo un elevado acueducto insuficiente para preservar las granjas, que aún no han desaparecido. De noche, las calles de las ciudades indias están plagadas de gente dormida. Una comunidad pelágica de Groenlandia se sostiene mandando muchachos a las pesquerías, casi agotadas, a la edad de doce años. Nadie se muere de hambre en el mundo subdesarrollado, como nadie lo hace en el mundo del desarrollo. Pera la ayuda no sirve más que para tapar agujeros, y los contribuyentes se sienten extorsionados.

Todas las viejas panaceas han fallado. ¿Educación? No se puede educar a una persona, una persona con una inteligencia perfectamente normal, en habilidades para las que no ha nacido; y la demanda para trabajos de rutina es baja y decae cada vez más. ¿Control de Natalidad? No puedes decir a pueblos enteros que se extingan a sí mismos. ¿Redistribución de la Riqueza? Las leyes de conservación son tan ciertas en economía como en física. ¿Retorno a una existencia simple y natural? Una condición previa es la muerte del 90 por ciento de la raza humana.

Pero las estrellas permanecen. Y dado un ideal, los medios necesarios para empezar de nuevo llegarán de alguna forma. Si un hombre no tiene otros recursos, aún le quedan sus dos manos.

Secuencias de archivo de los pioneros en Mundomar, fatiga, sufrimiento, aflicción, pero siempre la esperanza que rechaza la rendición, esa visión que vuelve hoscos a los gandules del Mundo Desarrollado transforma a las cansadas bestias de carga del Mundo Subdesarrollado en hombres y mujeres. Sus hijos crecen sin ningún miedo a ese cosmos.

Sus hijos, sus hijos, sus hijos. Y como la colonia crece, como traza sus sendas por todo el norte del planeta, la riqueza material surge; y también lo hacen las contribuciones desde la Tierra, ya que este sueño de locos está comenzando a funcionar; y los inmigrantes se vierten desde los cielos.

Sobre las nuevas tierras, las ciudades se yerguen orgullosas. Se domestica y transforma la Naturaleza.

Olaya: Las fricciones con los naqsans empezaron cuando las empresas humanas cruzaron fronteras mal definidas. Las disputas eran resueltas generalmente por negociación. Pero la estructura social de las colonias naqsan era tal que algunos de sus individuos, a consecuencia de esto, sufrían pérdidas que nadie compensaba. Y también permitía a las partes agraviadas agruparse privadamente y buscar satisfacción. Esto es legal y apropiado en su cultura y especie. Sin embargo, los humanos tenemos instituciones diferentes, incompatibles con esa forma de actuar, ¿o debiera decir instintos diferentes? Reaccionaron contra lo que para ellos era bandidaje…

La tensión aumentó… Los incidentes se multiplicaron… El Gobernador General reclamó ayuda de la Autoridad de Paz… La Liga Naqsan dejó claro que no evacuaría a sus habitantes de Tsheyakka…

Mientras tanto, los proyectos industriales, ecológicos y climatológicos en los sectores humanos tenían repercusiones crecientes más al sur; adversas, desde un punto de vista naqsan. Los habitantes no humanos lentamente tomaron la decisión de actuar al unísono…

El pacto de no agresión entre los dos planetas madre no satisfacía a nadie en el mundo colonial. Ambos grupos se sintieron amenazados. Ambos tenían un amplio apoyo popular en sus planetas nativos… pero la Tierra estaba en aquel entonces en una actitud especialmente pacifista…

Surgieron los combates, que pronto se extendieron por todo Mundomar. Los humanos mostraron una fuerza totalmente inesperada. Eran inferiores en número, iguales a su enemigo en equipamiento; en liderazgo, disciplina, gallardía, devoción, eran incomparablemente más poderosos.