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Presidente Al-Ghazi: —No, naturalmente que no planeamos un ataque sobre el mismo Naqsa, a menos que la Tierra sea atacada, lo cual no esperamos. Eso sería un acto de guerra. Peor, sería moralmente monstruoso y, puedo añadir, militarmente idiota, a la vista de las capacidades de defensa planetaria. No, mientras tengamos el control de los acontecimientos, eso será una operación sobre Mundomar y en el espacio, con el único propósito de inducir a nuestros oponentes a que acepten un acuerdo pacífico…

Olaya: El voto no fue unánime en absoluto. Oradores de varios países se opusieron a nuestra entrada en el conflicto, y siguen argumentando para conseguir nuestra retirada. Una minoría de individuos y organizaciones aboga por lo mismo.

(Lluvia en una calle casi vacía. Varios piquetes ante una oficina del Almirantazgo. Sus pancartas llevan slogans tales como VOLVAMOS A LA HERMANDAD y ¿NO TIENEN DERECHOS LOS NAQSANS? Transeúntes ocasionales en vehículos se paran a preguntar.)

Olaya: —Invitado especial, Gunnar Heim, ex ministro del Espacio y Asuntos Navales de Nueva Europa. Hace tres décadas en la Tierra, como todo el mundo puede recordar, el Capitán Heim tomó el liderazgo en la llamada a la resistencia contra la agresión de Aleriona, e inició la acción en nombre de Francia que hizo que toda la Federación Mundial se moviese. Más tarde, estuvo en primera línea en la defensa de la declaración y consolidación del status de Nueva Europa como planeta soberano, y fue una de las figuras principales de su gobierno antes de volver a su vida privada, aunque nunca a la oscuridad. Estando aquí de visita, el Capitán Heim ha tenido la amabilidad de consentir en acompañarnos…

(El hombre, de pelo canoso pero todavía fuerte y musculoso, vistiendo la túnica de su antiguo servicio, abierta en el cuello, aparece cómodamente sentado en una silla frente al moderador y fuma su pipa con placer.)

Olaya: —¿No cree que la presente situación es semejante a aquella con la que tuvo que enfrentarse?

Heim: En absoluto. Alerion quería a los humanos fuera del espacio, también a los naqsans y a cualquier otra raza, pero nosotros éramos los más prominentes y los primeros de la lista. De hecho, creo que Alerion nos quería ver muertos.

Olaya: ¿Por qué?

Heim: Llámelo ideología. No parece que seamos las únicas especies maldecidas con eso. El caso es que los objetivos de Alerion eran ilimitados y, por tanto, Alerion era una amenaza mortal. Teníamos que aplicar la fuerza para llevar a sus gobernantes a la razón.

Olaya: ¿Y no cree que esto sea cierto en el caso de Naqsa?

Heim: Sé que no lo es. ¿Cuándo han amenazado esos seres de alguna forma a la Tierra? A menos que tome en cuenta la dura competición comercial, que ciertos intereses terrestres querrían ver eliminada.

Olaya: Bien, pasando sobre las luchas espaciales, que supongo pueden ser adscritas a la tensión; dejando aparte eso, está el asunto de la misión terrestre enviada a la parte naqsan de Mundomar, que fue recibida con bombas hace dos años. Fanáticos, quizá…

Heim: Infiernos, no. Los naqsans no son fanáticos.

Olaya: Acción oficial encubierta entonces, como se alegó.

Heim: Sr. Olaya, ese bombardeo fue llevado a cabo por agentes eleutherianos para provocar la furia terrestre. Y lo consiguieron. El resultado inmediato fue que la Federación rompió las conversaciones con la Liga sobre una expedición conjunta al centro de la galaxia; pero sin duda el efecto en las siguientes elecciones terrestres fue más significativo.

Olaya: Perdóneme. ¿Puede usted probar esa declaración?

Heim: La he obtenido de mis amigos en la Inteligencia de Nueva Europa. Naturalmente, no creo que su gobierno se la comunique a usted.

Olaya: Volvamos a nuestro tema principal. ¿Cree que deberíamos abandonar a los eleutherianos a su suerte?

Heim: Me sorprende que se formule en voz alta una pregunta como la que me está haciendo usted.

Olaya: No es realmente mía. Me he limitado a extraerla de innumerables discursos y editoriales.

Heim (después de la más breve de las sonrisas): Bien, por favor, téngalo en cuenta, yo estoy hablando de un estado extranjero como ciudadano privado. ¡Gracias a cualquier dios que pueda haber, mi gobierno ha tenido el acierto de permanecer estrictamente neutral! Aunque quiero recordarle que Nueva Europa ha ofrecido su mediación a ambos bandos…

Olaya: Entendido, Capitán. Yo simplemente me interesaba por su opinión personal. En vista de las analogías entre lo que hizo usted y lo que Eleutheria está haciendo.

Heim: Niego que existan tales analogías. Se lo dije antes, Alerion amenazaba nuestra existencia y los naqsan no. Nueva Europa declaró la independencia pero no expolió nunca la propiedad de nadie.

Olaya: Es lo mismo…

Heim: De acuerdo, si puede seguir escuchando la vieja rutina de un ingeniero que probablemente hace tiempo que ha quedado anticuado. Permítame volver a decir que opino a título personal.

Primero, sí, admiro a los eleutherianos tremendamente. Lo que están haciendo es increíble. Es más que reclamar tierra, es reclamar sus propias almas.

Segundo, los naqsans en Tsheyakka, Mundomar, han tenido su silencioso heroísmo, ¿no? Y son criaturas inteligentes también. Y estaban allí primero, si es que eso cuenta para algo.

No creo que puedan expulsar a los eleutherianos del planeta. No creo que la Liga actualmente quiera hacerlo en realidad. La idea original fue sonada. Ese mundo está lleno de ambientes diferentes. Dos especies pueden colonizar perfectamente partes separadas de él. Su interacción pacífica beneficiaría a todos los involucrados. El vigor cultural híbrido, ya sabe.

Los detalles pueden ser pactados. Puede aplicarse la vieja fórmula de Talleyrand, «una igualdad insatisfactoria». El problema es que los eleutherianos no se avendrán a dejar algunos de sus enclaves. Por ejemplo, ahora ellos y varios promotores terrestres, cuyos nombres no se conocen, tienen tales inversiones en G'yaaru, o Sigurdssonia, si lo prefiere, que sería un gran perjuicio, para ellos el restituirlo. Por tanto, alegan, para no hacerlo que es vital para ellos y para su seguridad. Mierda. Incluso aunque la mayoría de ellos crean sinceramente en esto, mierda. La seguridad entre los pueblos es un interés común.

Olaya: ¿Entonces carga usted todas las culpas del conflicto a Eleuthería?

Heim: Dios, no. Los naqsans en su estilo son tan irrazonables como los humanos. Pero, principalmente, aquí hay una disputa que podría ser resuelta de alguna forma con un poco de mano izquierda, como lo fue la «cincuenta y cuatro cuarenta o el combate», pero los grandes poderes se han permitido a sí mismos sucumbir a los encantos del conflicto y…

Bien, dígame, Sr. Olaya. ¿Por qué infiernos está la Autoridad de Paz dirigida por el Parlamento de la Federación Mundial? ¿Qué posible ganancia hay para el terrestre corriente? ¿Por qué infiernos está usted apoyando al imperialismo eleutheriano? Si los eleutherianos deben conquistar más territorio, dejémosles hacerlo a su propio riesgo.

(Embarque de marines humanos en una lanzadera de transporte. Una banda interpreta, y voces amplificadas están cantando.)

Gloria, gloria, aleluya, Gloria, gloria, aleluya, Gloria, gloria, aleluya, ¡Es el día de marchar!

IX

Sparling fue a Sehala en vehículo de ruedas. Un volador hubiera sido demasiado rápido, y quería estar solo un rato para pensar. El caballo no se usaba en aquel mundo en donde sólo unos cuantos kilómetros cuadrados tenían plantas que podían alimentarlo convenientemente. El els era una bestia ocasional de carga o de tiro, aunque no muy satisfactoria. El sophont era más grande y fuerte; pero reaccionaba violentamente a la silla. El gran valwas, algunas veces domesticado, nunca era conservado en épocas de escasez de forraje.