Liza estaba más risueña que nunca. Matteo, por su parte, parecía relajado. Entraron y salieron varias veces del agua para que la niña hiciera sus ejercicios. Después de una hora, Anna apareció con un carrito cargado de refrescos y helado.
Liza había perfeccionado el arte de comer y hablar a la vez.
– Papi me enseñó a nadar. Dijo que todos los Falluccis siempre han sido buenos nadadores, y que yo iba a ser la mejor Fallucci de todos.
Holly contuvo el aliento mientras Liza se acercaba peligrosamente al tema prohibido. Matteo palideció, pero sonrió y dijo:
– Y lo serás, piccina. La mejor Fallucci de todos.
Como había dicho Holly, Liza durmió después de comer, sobre una toalla a la sombra de los árboles. Matteo buceó y nadó varios largos mientras Holly, inmersa en sus pensamientos, lo observaba.
Cuando finalmente salió del agua, se puso el albornoz y se tumbó. Sacó el libro que Holly le había comprado y comenzó a leer, al principio un poco de casualidad, pero con claro interés al final. Estaba en el primer capítulo cuando Liza se despertó y fue hacia él.
– ¿Es bueno? -al no obtener respuesta, volvió a preguntar-: ¡Papi! ¡Que si es bueno!
– Sí… sí, es bueno.
– ¿De qué trata?
– De un hombre que está en la cárcel por un crimen que no cometió y planea su venganza.
– ¿Alguna vez mandas a gente inocente a la cárcel, papi?
– Intento no hacerlo. No encarcelo a nadie a menos que crea que son culpables.
– Pero imagina que te equivocas.
Matteo miró a Holly que, lejos de ayudarlo, se tumbó en el césped y se rió.
– Lo siento -dijo, y se acercó a ellos-. Liza, por ahora no pienses en eso. Pero cuando seas mayor, tienes que hacerte abogada y estudiar los casos de papá para decirle en qué se equivocó.
– Muy bien -dijo Liza, satisfecha.
– Gracias -dijo Matteo irónicamente.
– ¿Le hace muchas cosas horribles a sus enemigos? -preguntó Liza.
– Creo que sí, pero te lo diré con seguridad cuando lo lea.
Liza dio un suspiro de alegría.
– ¿Cómo puede ser tan morbosa? -le dijo en voz baja a Holly mientras Berta ayudaba a la pequeña a entrar en la piscina.
– Porque es una niña y a los niños les encantan ese tipo de cosas.
– Después de lo que le pasó…
– No es lo mismo. Esto es un libro, no tiene nada que ver con la realidad.
Se calló al ver un repentino cambio en su expresión.
– ¿Qué pasa? No has mandado a ningún inocente a la cárcel, ¿verdad?
– No que yo sepa. Claro, todos dicen que son inocentes. Y normalmente, los peores son lo que más protestan. El peor que he conocido fue Antonio Fortese, un asesino que se escapaba muy a menudo.
– ¿Es ése el que te amenazó?
– Así es. Juraba que era inocente, pero no lo era. Se merecía los treinta años de condena. Ahora puede amenazar todo lo que quiera. Está encerrado en una cárcel de máxima seguridad.
– Tal vez tenía que haber elegido otro libro.
– ¿Por qué? ¿Crees que voy a tener pesadillas? Los personajes como Fortese son parte de mi vida. Esto -dijo, agitando la novela -es muy suave.
– Bueno, te diré una cosa: Liza tiene mucha mejor opinión de ti ahora que sabe que puedes engancharte a un buen libro.
– No te voy a negar que el libro engancha un poco. Por eso antes no podía dejar de leer -se rió.
De ese buen humor, resultaba encantador, pero Holly tenía que ser cauta.
Anna apareció de detrás de los árboles con cara de preocupación.
– Signore, ha venido alguien.
– Te dije que no atendería visitas.
– Pero signore…
Matteo miró hacia arriba, enfadado. Pero su expresión cambió cuando vio a la señora mayor que estaba de pie detrás de Anna.
– Mamma!
Liza dio un pequeño grito y se apresuró para abrazar a su abuela. Aparentaba unos sesenta años y era una mujer sonriente y elegante.
Holly la observaba con curiosidad, sabía que no se trataba de ninguna coincidencia. Y lo supo mejor cuando, un rato después, la llamaron para presentársela.
– Siento no haberos avisado de que vendría, ha sido un impulso.
– Sabes que siempre eres bienvenida. Vamos dentro.
Anna le había contado a Holly que el padre de Matteo estaba muerto y que su madre, Galina, se había vuelto a casar. Su marido era inválido y vivían en Sicilia. Era un viaje demasiado largo como para ser improvisado.
– Mis hijastras vinieron a vernos y decidí dejarlas a solas con su padre. Además, hacía mucho que no veía a mi nieta favorita.
– Soy tu única nieta -señaló Liza.
– Entonces tienes que ser mi favorita.
El resto del día lo pasaron preparando la habitación para Galina. Holly se mantuvo al margen, no quería entrometerse y por eso sólo se dejó ver a la hora de la cena. Además, estaba furiosa. Su instinto le decía que la mujer había ido a inspeccionar.
Cuando, para alivio de Holly, la cena acabó, sugirió que Liza se fuera a dormir.
– Berta y yo la subiremos más tarde. ¿Por qué no acabas ya tu turno?
No tuvo más opción que aceptarlo. Tal vez ésa iba a ser su última noche en la casa. No hacía tanto que había deseado escapar de allí, pero en ese momento habría dado cualquier cosa por quedarse.
Cuando Galina subió a la niña medio dormida, las dos juntas la metieron en la cama.
– No pretendíamos subir tan tarde, pero es que Liza tenía un asunto criminal que discutir con su padre.
– ¿Un asunto criminal?
– Algo relacionado con un libro que estaban leyendo juntos.
– Ah, sí. Es una novela de misterio.
– Entonces debe de ser cosa tuya. Sé que eres una nueva influencia para mi hijo.
– No lo entiendo. ¿Cómo lo sabe?
– Porque habla mucho de ti. Nos llamamos mucho por teléfono y siempre habla de ti. Claro, que siempre es muy discreto y correcto. Me cuenta lo buena que eres con Liza. Y por eso estoy aquí, porque tenía curiosidad por conocer a esa maravillosa persona. Y ahora que te conozco, creo que lo entiendo todo. Entiendo por qué Liza te quiere tanto.
– ¿Pero qué le ha dicho su hijo exactamente?
– Todo lo que necesito saber. Si hay algo más… él me lo contará en su debido momento. Por ahora, estoy encantada con lo que he visto. Mi hijo parece estar vivo de nuevo y eso es lo único que quiero después de todo lo que ha sufrido. Puede que se esté enamorando de ti.
– Oh, no. Es demasiado pronto para eso.
– ¿Demasiado pronto? ¿Por qué?
– Por lo que sentía por ella.
– ¿Crees que todavía guarda una imagen maravillosa de su mujer? Yo no lo creo.
– De todos modos, todo fue tan terrible… tiene que superar ese shock.
– Eres una mujer sensata. Lo ayudarás. Y… es un hombre atractivo, con una buena posición y pareces tenerle mucho cariño a su hija. No sería imposible que llegaras a enamorarte de él.
– Sí lo sería. Hay muchos obstáculos.
– ¿Amas a otra persona?
– Ya no. Nunca más lo haré.
– Ya entiendo. Bueno, no husmearé más.
Esos días, la casa se convirtió en un lugar mucho más alegre. Berta presentó su dimisión y se marchó de la casa con una gratificación para, a continuación, caer rendida a los brazos de Alfio.
Se celebró una pequeña fiesta en honor a Galina, que estuvo en todo momento al lado de Holly. Ella, por su parte, intentó no mirar demasiado a Matteo, para no alimentar más las sospechas de Galina. Pero, por otro lado, se deleitó pensando que sólo ella conocía su interior.
Aun así, no pensaba en absoluto en el matrimonio. La relación que tenían, por ahora, le bastaba. No sabía si llamarlo amor. ¿Se podía estar enamorada de un hombre que le hacía sentir emoción y furia a la vez?
Salió de su ensoñación al oír el sonido de un teléfono móvil. Era de uno de los invitados.