Выбрать главу

Mary se pasó una mano temblorosa por la cara, limpiándose las lágrimas. Luego miró directamente a Dawnie y a su esposo.

– Estás muy, muy equivocada, querida -pudo decir al fin-. Comprendo cuán turbada y trastornada estás por todo lo que ha sucedido en las últimas horas, y estoy segura que no pensaste realmente nada de lo que estás diciendo. -Hizo una pausa y respiró profundamente.

»Nunca he ocultado deliberadamente mi edad -prosiguió-. Simplemente, jamás se me ocurrió que fuera algo importante porque nunca me pasó por el pensamiento ni por un momento que alguien interpretara la relación que hay entre Tim y yo en un plano tan bajo. Le tengo a Tim un afecto muy grande, pero no de la manera que estás insinuando. No me hace ningún favor el decirlo, pero soy lo bastante vieja como para ser la madre de Tim y también la tuya, y eso lo sabes. Y en otra cosa también tienes razón: si se me antojara un hombre, me puedo permitir el lujo de salir a comprarme un gigoló forrado en oro. ¿Por qué entonces iba a emplear a Tim en algo así? ¿Puedes, con toda honradez, decir que hayas visto evidencia alguna de algún despertar sexual en Tim desde que me conoce? Si tal cosa hubiera ocurrido, la hubieras notado inmediatamente; Tim es una criatura demasiado transparente para poder ocultar algo tan profundo como eso. Y yo he gozado de la compañía de Tim de una manera, y perdona las palabras tan trilladas, verdaderamente pura e inocente. Tim es puro e inocente y eso es parte de su encanto. Yo no cambiaría eso en él así estuvieran desgarrándome la carne diez mil demonios de lujuria. Y, ahora, tú lo has echado todo a perder, lo has echado todo a perder para los dos, porque si Tim no puede comprender, por lo menos puede sentir que ha habido un cambio. A su manera, esto era perfecto, y empleo el tiempo pasado deliberadamente porque ya nunca podrá ser igual. Me has hecho percatarme de algo que nunca se me había ocurrido, y has hecho que Tim tenga que sentirse incómodo si vuelve a darme su afecto como antes.

Mick se aclaró la garganta:

– Pero, señorita Horton -replicó-, con toda seguridad usted debe haber tenido una idea de lo que la demás gente iba a pensar. A mí se me hace muy difícil creer que usted, una mujer madura y responsable, pueda pasar todo su tiempo libre, en compañía de un hombre joven y extremadamente bien parecido, ¡sin pensar en lo que la demás gente pueda pensar!

– ¡Así es! -rugió Ron, levantando a Mick de las solapas y sacudiéndolo-. ¡Debía haber pensado que a mi Dawnie, sola, no podía ocurrírsele toda esa mierda sin alguna ayuda de parte tuya! ¡De veras trabajas aprisa, compañero! Entre el momento en que fuiste a abrirle la puerta a la señorita Horton y la entrada de ella en esta habitación, diez minutos después, te las arreglaste para plantar tus cochinas ideas en la mente de mi hija tan malditamente bien ¡que ella nos ha avergonzado y cubierto de basura a todos nosotros! ¡Y fuiste tú, maldito tragador de cócteles! ¡Dios santo! ¿por qué no pudo Dawnie haberse casado con un tipo común y corriente en lugar de un remilgado como tú? ¡Debería sacarte los dientes a patadas, miserable, podrido hijo de puta!

– ¡Papá! -exclamó Dawnie, llevándose las manos al vientre-. ¡Papá, por Dios! -agregó y rompió en llanto, tamborileando en el suelo con los tacones.

Tim se movió entonces, tan súbitamente que los demás necesitaron varios segundos para comprender qué era lo que había sucedido. Ron y Mick se vieron separados, con Mick puesto en el sofá y Dawnie y Ron empujados en sillones aparte, todo ello sin una sola palabra. Tim le dio entonces la espalda a Mick y, suavemente, tocó a su padre en un hombro.

– No dejes que te haga enojar, papá -dijo en tono firme-. Tampoco a mí me cae bien, pero mamá dijo que debíamos tratarlo realmente bien, aunque no nos gustara. Dawnie le pertenece ahora; por lo menos, eso es lo que mamá dijo.

Mary rompió a reír entrecortadamente; Tim se puso junto a ella y le rodeó los hombros con un brazo.

– Mary -interrogó, mirándole el rostro atentamente-, ¿te estás riendo o estás llorando? No les hagas caso ni a Dawnie ni a Mick; están trastornados. ¿Por qué no nos vamos ahora? ¿Puedo empezar a guardar mis cosas?

– Ve y empieza a hacer la maleta, compañero -le ordenó Ron mientras miraba a su hijo con asombro y un incipiente respeto-. Ve y empieza ahora mismo. Mary irá a ayudarte en seguida. ¿Y sabes qué, compañero? Eres formidable; eres lo mejor que hay en esta casa.

Los hermosos ojos de Tim brillaron de gozo y su sonrisa relampagueó por primera vez desde que habían llegado a casa y descubierto a Es.

– También tú me gustas, papá -repuso, sonriendo, y se dirigió a empacar.

Ido Tim, hubo un silencio tenso; Dawnie seguía sentada, mirando a todas partes, excepto en dirección de Mary Horton, y ésta seguía de pie en el centro de la habitación, sin saber qué sería lo más conveniente hacer.

– Creo que le debes una disculpa a la señorita Horton, Dawnie -dijo Ron, dirigiéndose a su hija.

Ésta se puso rígida y los dedos se le cerraron un poco, como si formaran garras.

– ¡Que me maten si le ofrezco una disculpa! Después de lo que nos has hecho, ¡creo que es a Mick y a mí a quienes se les debe una disculpa! ¡Maltratar a mi esposo de esa manera!

Ron miró a su hija con tristeza en la mirada.

– Verdaderamente me alegro de que tu madre no esté aquí -dijo-. Ella siempre dijo que ibas a cambiar, que nosotros tendríamos que salir de tu vida, pero sé endemoniadamente bien que jamás pensó que te volverías tan tonta como para llegar a esto. Eres demasiado grande para tus zapatos, mi niña, y bien podrías tomar unas cuantas lecciones de buenos modales de la señorita Horton, aquí presente, para no mencionar a tu chocante esposo.

– ¡Oh, por favor! ¡Ya no! -exclamó Mary, llena de angustia-. ¡Siento terriblemente haber sido la causa de este disgusto! De haber sabido lo que iba a suceder, jamás hubiera venido. Les ruego que no peleen por mi causa. Sentiría mucho ser el motivo de una ruptura permanente en la familia de Tim. Si no fuera porque creo que Tim me necesita en estos momentos, desaparecería para siempre de la vida de todos ustedes, incluso de la de él, y les doy mi palabra de que tan pronto como Tim se reponga de la pérdida de su madre, eso es precisamente lo que haré. Jamás volveré a verlo ni a causarles a ninguno de ustedes penas ni vergüenza.

Ron se levantó, con la mano extendida, de la silla en la que Tim lo había obligado a sentarse.

– ¡Por Dios! -exclamó-. ¡Me alegro de que todo esto haya salido a flote! De todas maneras, ¡algún día tenía que suceder! En lo que respecta a mamá y a mí, Tim es lo único que importa, y Tim siempre la necesitará a usted, señorita Horton. Lo último que mamá dijo fue: pobre Tim, no dejes solo a Tim, pobre Tim, pobre Tim. Pues bien, voy a hacer precisamente eso, señorita Horton, y si el par de idiotas que están en el sofá lo ven de otra manera, lo sentiré por ellos. Yo voy a cumplir con la última voluntad de mamá ya que ella no está con nosotros. -La voz pareció quebrársele, pero levantó la barbilla hacia el techo, tragó saliva varias veces y se las arregló para continuar.

»Mamá y yo a veces también nos peleábamos -prosiguió-, pero a pesar de eso nos queríamos mucho. Pasamos juntos muy buenos años, que siempre recordaré con una sonrisa y con un brindis de mi vaso de cerveza. Ése no entendería -dijo, señalando con la cabeza en dirección del sofá-, pero mamá se sentiría verdaderamente desilusionada si yo no brindara por ella todos los días en el «Seaside».

A Mary le costó un gran esfuerzo refrenar su impulso de precipitarse hacia el anciano para confortarlo físicamente, pero sabiendo qué trabajo tan grande le había costado el controlarse, mantuvo los brazos a sus costados y trató de decirle con los ojos empañados de lágrimas y con una sonrisa de afecto, que ella sí comprendía muy bien.