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«¿Qué mentiras le habrá estado contando Cersei?» El señor de Roca Casterly era tan esbelto como un hombre veinte años más joven e incluso, a su modo austero, resultaba apuesto. Tenía las mejillas cubiertas por patillas rubias de pelo hirsuto que enmarcaban un rostro severo, un cráneo calvo y una boca dura. En torno a la garganta llevaba una cadena de manos doradas: los dedos de una agarraban la muñeca de la siguiente.

—Hermosa cadena —dijo Tyrion. «Aunque a mí me sentaba mejor.»

—Es mejor que te sientes —dijo Lord Tywin, haciendo caso omiso de la ironía—. ¿Crees razonable haberte levantado de la cama dada tu enfermedad?

—Mi enfermedad me pone enfermo. —Tyrion sabía cuánto despreciaba su padre la debilidad; se sentó en la silla más cercana—. Tienes unos aposentos maravillosos. ¿Te puedes creer que, mientras me estaba muriendo, alguien me trasladó a una celda pequeña y oscura en el Torreón de Maegor?

—La Fortaleza Roja está repleta de invitados para la boda. Cuando se marchen te buscaremos habitaciones más adecuadas.

—Me gustaban mucho estas habitaciones. ¿Has puesto fecha a esa gran boda?

—Joffrey y Margaery se casarán el primer día del nuevo año, que resulta ser el primer día del próximo siglo. La ceremonia será el anuncio de la llegada de una nueva era.

«Una nueva era Lannister», pensó Tyrion.

—Vaya, pues ya tenía otros planes para ese día.

—¿Has venido aquí sólo para quejarte de tu dormitorio y soltar tus patéticos chistes? Tengo que terminar unas cartas muy importantes.

—Muy importantes. Seguro que sí.

—Algunas batallas se ganan con espadas y lanzas; otras, con plumas y cuervos. No me vengas con reproches, Tyrion. Acudí a tu lecho tanto como lo permitió el maestre Ballabar cuando parecía que ibas a morir. —Cruzó los dedos bajo la barbilla—. ¿Por qué echaste a Ballabar?

—El maestre Frenken no está tan decidido a mantenerme inconsciente —respondió Tyrion encogiéndose de hombros.

—Ballabar llegó a la ciudad en la comitiva de Lord Redwyne. Se dice que es un sanador de gran talento. Cersei tuvo la bondad de pedirle que te atendiera. Temía por tu vida.

«Querrás decir que temía que me mantuviera con vida.»

—Sin duda ése es el motivo por el que no se apartó ni un instante de mi lecho.

—No seas impertinente. Cersei tiene que organizar una boda real, yo estoy llevando a cabo una guerra, y tú llevas al menos quince días fuera de peligro. —Lord Tywin estudió el rostro desfigurado de su hijo, sin permitir que sus ojos verdes parpadearan—. La herida es espantosa, eso sí. ¿Qué locura se apoderó de ti?

—El enemigo estaba a las puertas con un ariete. Si Jaime hubiera liderado la incursión, dirías que se trataba de valor.

—Jaime no cometería la idiotez de quitarse el yelmo durante una batalla. Confío en que hayas matado al hombre que te hirió.

—Desde luego, el muy miserable está bien muerto. —Aunque había sido Podrick Payne quien mató a Ser Mandon, echándolo al río para que se ahogara bajo el peso de la armadura—. Un enemigo muerto es una alegría eterna —dijo con despreocupación, aunque Ser Mandon no había sido su verdadero enemigo. Aquel hombre carecía de razones para querer verlo muerto. «Era sólo el ejecutor, y creo que conozco a quien lo envió. Ella le dijo que se cerciorara de que yo no sobreviviera a la batalla.» Pero sin pruebas, Lord Tywin no prestaría oídos a semejante acusación—. ¿Por qué estás en la ciudad, padre? —preguntó—. ¿No deberías estar peleando contra Lord Stannis, Robb Stark o cualquier otro?

«Y cuanto antes, mejor.»

—Hasta que Lord Redwyne no traiga su flota, carecemos de naves para asaltar Rocadragón. No tiene importancia. El sol de Stannis Baratheon se puso en el Aguasnegras. Y en lo que respecta a Stark, el chico aún está al oeste, pero un gran ejército de norteños, liderado por Helman Tallhart y Robett Glover, baja hacia el Valle Oscuro. He enviado a Lord Tarly para que lo intercepte, mientras Ser Gregor sube por el camino real para cortarles la retirada. Tallhart y Glover quedarán atrapados entre ellos con la tercera parte de los efectivos de Stark.

—¿El Valle Oscuro? —En el Valle Oscuro no había nada digno de aquel riesgo. ¿Se habría equivocado por fin el Joven Lobo?

—No es nada de lo que tengas que ocuparte. Tienes el rostro con una palidez mortal y la sangre te empapa las vendas. Di lo que desees y regresa a la cama.

—Lo que deseo… —Sintió la garganta cerrada y en carne viva. ¿Qué deseaba? «Más de lo que tú podrías darme, padre»—. Pod me dice que Meñique ha sido nombrado señor de Harrenhal.

—Un título vacío mientras Roose Bolton domine el castillo en nombre de Robb Stark, pero Lord Baelish anhelaba el título. Nos prestó grandes servicios en lo relativo a la boda de Tyrell. Un Lannister paga sus deudas.

La unión matrimonial con la Casa Tyrell había sido en realidad idea de Tyrion, pero alegarlo en aquel momento parecería grosero.

—Ese título podría no ser tan vano como crees —previno—. Meñique no hace nada sin un buen motivo. Pero que sea lo que tenga que ser. Has dicho algo sobre pagar deudas, ¿verdad?

—Y tú quieres tu propia recompensa, ¿no? Muy bien. ¿Qué quieres de mí? ¿Tierras, un castillo, algún cargo?

—Un poco de gratitud no estaría mal para empezar.

—Los titiriteros y los monos necesitan aplausos —dijo Lord Tywin, mirándolo sin pestañear—. Lo mismo que quería Aerys, por cierto. Tú hiciste lo que te ordenaron y estoy seguro que pusiste en ello todo tu talento. Nadie niega el papel que has desempeñado.

—¿El papel que he desempeñado? —Los restos de nariz en el rostro de Tyrion debieron de encenderse—. He salvado esta mierda de ciudad para ti.

—Mucha gente considera que fue mi ataque contra el flanco de Lord Stannis lo que hizo cambiar la suerte de la batalla. Los señores Tyrell, Rowan, Redwyne y Tarly combatieron también con valor, y me dicen que fue tu hermana Cersei la que hizo que los piromantes prepararan el fuego valyrio que destruyó la flota Baratheon.

—Mientras que yo lo único que hice fue recortarme los pelos de la nariz, ¿no? —Tyrion no pudo impedir que la amargura le aflorara a la voz.

—Esa cadena tuya fue un golpe muy astuto y resultó crucial para nuestra victoria. ¿Eso es lo que querías oír? Me han dicho que también hay que agradecerte nuestra alianza con los dornienses. Supongo que te alegrará saber que Myrcella ha llegado sana y salva a Lanza del Sol. Ser Arys Oakheart escribe que le ha tomado mucho cariño a la princesa Arianne y que el príncipe Trystane está encantado con ella. No me gusta entregar un rehén a la Casa Martell, pero me imagino que era inevitable.

—Nosotros también tendremos un rehén —dijo Tyrion—. En el trato estaba incluido un asiento en el Consejo. A no ser que el príncipe Doran traiga un ejército cuando venga a reclamar ese asiento, quedará en nuestro poder.

—Ojalá que lo único que quieran exigir los Martell sea un asiento en el Consejo —dijo Lord Tywin—. Tú también le prometiste venganza.

—Le prometí justicia.

—Llámalo como quieras. A fin de cuentas, se reduce a sangre.

—No es un artículo que escasee, ¿verdad? Durante la batalla, crucé lagos de sangre. —Tyrion no veía ningún motivo para eludir el centro de la cuestión—. ¿O acaso le has cogido tanto cariño a Gregor Clegane que no podrías soportar separarte de él?

—Ser Gregor tiene sus cosas, igual que las tenía su hermano. Todo señor necesita una bestia de vez en cuando… Una lección que pareces haber aprendido, a juzgar por Ser Bronn y esos hombres de los clanes.