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—¿A causa del escáner?

—No. El escáner en sí mismo no es más peligroso que un TAC. Menos, porque no hay radiación de por medio. Fue un colapso masivo. No tenía nada que ver.

—¿Murió? —preguntó Joanna, pensando en Greg Menotti.

—No. El equipo desfibrilador lo revivió, le hicieron un bypass y se puso bien.

—¿Y tuvo una ECM? Richard asintió.

—Y sacamos una foto.

Rebuscó en su bata y sacó una tira de papel plegada como un acordeón.

—Pasaron tres minutos antes de que el equipo desfibrilador llegara. El escáner TPIR estuvo funcionando todo el tiempo.

Se sentó al lado de Joanna y desplegó la larga tira de fotos. Mostraban la misma sección negra del cerebro que ella había visto en las fotos TEP, con zonas coloreadas de azul y verde y rojo, pero mucho más detallada, y con filas y filas de datos codificados a cada lado.

—El rojo indica el nivel más acusado de actividad y el azul el más bajo —dijo Richard. Señaló una zona anaranjada de las fotos—. Esto es el lóbulo temporal, y esto —señaló una mancha más pequeña de rojo— es el hipocampo. —Le tendió la tira—. Está usted viendo una ECM.

Joanna contempló las manchas de naranja, amarillo y verde llena de fascinación.

—De modo que es real.

—Eso depende de lo que entendamos por real —dijo él—. ¿Ve esta zona donde no hay ninguna actividad? Es el córtex visual, y esto y esto son zonas sensoras, donde se procesa la información exterior. El cerebro no recibe ningún dato del exterior. Los únicos estímulos proceden del interior del cerebro, lo cual es una mala noticia para la teoría de Mandrake. Si el paciente estuviera viendo de verdad una luz brillante o un ángel, el córtex visual aquí y aquí —señaló— se activaría.

Joanna observó las manchas azul oscuro.

—¿Qué es lo que vio? El paciente.

—El señor O’Reirdon. Un túnel, una luz y varias escenas de su infancia, todas en sucesión.

—La Revisión de Vida —murmuró Joanna.

—Mi idea es que esas imágenes son lo que explica esta actividad de aquí —dijo él, señalando los puntos amarillo-verdosos en una sucesión de fotos—. Son disparos aleatorios de sinapsis de memoria a largo plazo.

—¿Vio una figura brillante vestida de blanco? —preguntó Joanna. El negó con la cabeza.

—Sintió una presencia santa que le dijo que volviera, y entonces se vio sobre la mesa.

Indicó una de las últimas fotos.

—Aquí se ve cuando salió del estado ECM. Como puede verse, la pauta es radicalmente distinta. La actividad cae bruscamente en el lóbulo temporal y aumenta en los córtex visual y auditivo.

Joanna no estaba escuchando. Estaba pensando: siempre hablan de ir y volver, como si se tratara de un sitio real. Todos los que experimentaban la ECM hablaban de esa forma. Decían: “Entonces volví a la ambulancia”, o “Atravesé el túnel”, o “Todo el tiempo que estuve allí, me sentí en paz y a salvo”. Y Greg Menotti había dicho: “Demasiado lejos para que ella llegue”, como si no estuviera ya en Urgencias sino en otro lugar. Lejos. “Ese lejano país de cuyas fronteras ningún viajero regresa”, había llamado Shakespeare a la muerte.

—El nivel mayor de actividad está aquí —estaba diciendo Richard—, junto a la fisura silviana en el lóbulo temporal anterior, lo cual indica que la causa puede ser la estimulación del lóbulo temporal. Los epilépticos del lóbulo temporal dicen oír voces, percibir una presencia divina, euforia y auras.

—Varios de mis sujetos describen auras que rodean a las figuras de blanco —dijo Joanna—, y luz irradiando de ellas. Varios, cuando hablaron de la luz, extendieron las manos como si indicaran rayos. —Hizo la demostración.

—Ésa es exactamente la clase de información que necesito —dijo Richard—. Quiero que venga a trabajar conmigo en este proyecto.

—Pero no sé leer los escáneres TPIR.

—No tiene que hacerlo. Ése es mi cometido. Necesito que me diga exactamente el tipo de cosas que me ha estado contando…

La puerta se abrió de golpe y una enfermera bajó las escaleras. Joanna y Richard corrieron hacia el rellano, pero demasiado tarde. Ya los había visto.

—Oh —dijo la enfermera, sorprendida y luego interesada—. No sabía que estuviera pasando algo parecido. —Le dedicó a Richard una sonrisa complaciente.

—No se puede pasar por aquí —dijo Joanna—. Han pintado la escalera.

Ella alzó una ceja, especulativa.

—¿Y ustedes están esperando a que se seque?

—Sí —dijo Richard.

—¿Está el señor Mandrake todavía arriba? —preguntó Joanna—. ¿En el pasillo?

—No —respondió la enfermera, todavía sonriéndole a Richard.

—¿Está segura?

—Lo único que hay en el pasillo es el carrito con la cena.

—¿El carrito con la cena? —dijo Joanna—. Santo Dios, ¿qué hora es? —Miró su reloj—. Oh, demonios, son más de las seis.

La ceja otra vez.

—Han perdido el sentido del tiempo, ¿eh? Bueno, diviértanse —dijo, y saludó a Richard. Volvió a subir las escaleras y salió.

—No tenía ni idea de que fuera tan tarde —dijo Joanna, haciendo una bolita con el envoltorio de la barrita energética y guardándosela en el bolsillo. Se levantó y recogió la botella de Frappuccino y el corazón de la manzana.

Richard subió dos escalones y se dio la vuelta, bloqueándole el paso.

—No puede irse todavía. No ha accedido a trabajar conmigo en el proyecto.

—Pero ya entrevisto a todo el mundo que ingresa en el hospital. Me alegrará compartir mis transcripciones con usted…

—No estoy hablando de esa gente. Quiero que entreviste a mis voluntarios. Es usted una experta, como dice, en separar el grano de la paja. Eso es lo que quiero que haga: entrevistar a mis sujetos, separar sus experiencias reales para que yo pueda ver cómo se relacionan con sus mapas escaneados del TPIR.

—¿Sus mapas escaneados? —dijo Joanna, asombrada—. No comprendo. Muy poca gente sufre paradas cardíacas en el hospital, y aunque lo hagan, sólo tendrá entre cuatro y seis minutos para llevar su escáner a Urgencias y…

—No, no —dijo él—. No entiende. No voy a observar ninguna ECM. Voy a provocarlas.

4

Usted perdone, monsieur. Ha sido sin querer.

MARÍA ANTONIETA, después de pisar accidentalmente el pie del verdugo mientras subía a la guillotina.

—¿Provoca usted ECM? ¿Quiere decir como en Línea mortal? —estalló Joanna, y luego pensó: “No deberías haber dicho eso. Estás sola en una escalera con él, y está claro que es un chalado.”

¿Línea mortal? —dijo él, horrorizado—. ¿Se refiere a esa película donde paraban el corazón de la gente y los revivían antes de que llegaran a la muerte cerebral? Por supuesto que no. Provocar no es la palabra adecuada. Tendría que haber dicho simular.

—Simular —dijo Joanna, todavía recelosa.

—Sí, empleando una droga psicoactiva llamada ditetamina. Espere, déjeme empezar por el principio. El señor O’Reirdon tuvo una parada cardíaca, y grabamos su ECM, pero como puede imaginar no corrí a publicar el hecho. El libro del señor Mandrake acababa de salir, aparecía en todas las tertulias televisivas diciendo que la otra vida era real, y me imaginé lo que sucedería si yo aparecía con una prueba fotográfica. —Movió la mano en el aire, como si trazara una línea plana—. “Científico dice que experiencia cercana a la muerte es real.”

—No, no —dijo Joanna—. “Científico saca foto del cielo”, con una foto trucada de las Puertas Celestiales superpuestas a un diagrama del cerebro.