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Se preguntó si el operador del Californian había hecho eso, permanecido incansable junto a la clave, los auriculares puestos, escuchando otros mensajes, esperando una segunda oportunidad. O si, después de dos días, había acabado por desconectar, como había hecho él, incapaz de soportar las preguntas, las condolencias.

El residente que había intentado salvar a Joanna llamó, y tres periodistas, y Tish.

—He decidido volver a planta —dijo—. A la luz de todo lo que ha ocurrido… he cursado una solicitud formal. Necesitaré su firma. “A la luz de todo lo que ha ocurrido.”

— Con mucho gusto le enseñaré los procedimientos a mi sustituía, naturalmente. —Vaciló—. No le he dicho a nadie… No quiero que tenga problemas con el hospital por someterse así a la prueba. No querría que perdiera su beca y sé que reaccionó por pánico y no era responsable de lo que hacía…

“Responsable. Dejé a Joanna en el Titanic —pensó—. Dejé que Joanna se ahogara.”

—¿Doctor Wright? —estaba diciendo Tish—. ¿Sigue usted ahí?

—Sí.

— Creo que sería buena idea que hablara con alguien. Hay una doctora muy buena en el personal. La doctora Ainsworth. Es psiquiatra y está especializada en casos como este.

“¿Cómo qué? —se preguntó él—. ¿Casos de abandono? ¿De traición?” Pensó en Tish a su lado, las lágrimas corriéndole por las mejillas maquilladas.

— Lamento haberte asustado —le dijo al teléfono.

— Lo se —respondió ella, y su voz tembló—. No pude recuperarlo de su… Su voz se quebró—. Creí que estaba muerto.

— Tish-dijo él, pero ella se había recuperado.

—La extensión de la doctora Ainsworth es la 308 —dijo con firmeza— Especializada en desórdenes por estrés traumático. Creo que debería llamarla.

Richard aguantó dos días con el busca encendido. Llamó Carla de Oncología, para hablarle de un libro maravilloso titulado Tratar con la tragedia en el puesto de trabajo y la doctora Ainsworth, y un agente de policía.

—Necesito hacerle algunas preguntas —dijo— Para el informe. ¿Estaba usted presente cuando ocurrió el incidente?

— No —contestó Richard— No estaba allí.

Estaba en las oficinas de White Star en Nueva York, demasiado estúpido para advertir la diferencia entre un edificio de oficinas y un barco, demasiado tarde para servir de ayuda.”

—Oh, lo siento —contestó el policía— Me habían dicho que fue usted testigo del crimen.

—No.

El policía colgó y Richard desconectó el teléfono. Y apagó el busca. Pero eso sólo empeoró las cosas. Cuando no pudieron localizarlo por teléfono, fueron a verlo. Eileen de Medicina interna, para traerle un libro maravilloso, El libro de la ayuda curativa. Y Maureen de Radiología, con Nuevos pasos para recuperarse de la tragedia personal, y la doctora Jamison traía un libro. ¿La guía del luto para los idiotas?, se pregunto Richard, pero era una revista medica.

Es el estudio del que te hablé —dijo— He descubierto que estar en el trabajo es la mejor manera de superar una pérdida.

—Trató de entregarle la revista — Es el artículo de Barstow y Skal. Es todo un estudio de las endorfinas aspartáticas, y la teta-asparcina…

Su proyecto ha sido cancelado.

Su rostro se volvió enloquecedoramente compasivo.

— Entiendo cómo te sientes, pero dentro de una semana o dos…

Dejó la revista sobre la mesa. Richard cerró la puerta cuando salió hacia Ginecología, llamó tímidamente y luego abrió la puerta como si él fuera uno de sus pacientes, y el residente que estaba de guardia en Urgencias ni siquiera llamó.

—Creí que querría saber los resultados de la autopsia.

Y Richard se preguntó durante un largo y terrible momento si iba a decir: “Encontraron agua en sus pulmones.”

La causa de la muerte fue hemorragia aguda que produjo un shock hipovolémico —dijo el residente—. Fue mala suene que el cuchillo alcanzara la aorta. Noventa y nueve de cada cien veces el cuchillo habría golpeado una costilla, o, como mucho, perforado un pulmón. Para que luego digan lo de estar en el lugar equivocado en el momento inoportuno. Agitó una hoja.

—Se desangró en menos de dos minutos. No había nada que hubiera podido hacerse.

“Podría haber tenido encendido mi busca —pensó Richard—. Podría haberme sometido a la prueba dos minutos antes. A tiempo para llegar al Titanic ”

—También tenemos los resultados de Calinga.

¿Calinga? Debía de ser el adolescente. Nunca había oído su nombre.

—Suficiente picara para matar a un elefante. —El residente sacudió la cabeza—. Dieciséis años. —Cerró el informe—. Bueno, supuse que querría saber que la doctora Lander no sufrió. —Se dirigió hacia la puerta—. Debió de perder la conciencia en menos de un minuto. Probablemente ni siquiera tuvo tiempo de darse cuenta de lo que pasaba.

Esa tarde fue a verlo Vielle.

—Venía… —dijo, y luego vaciló.

—¿A traerme una copia de La guía de la pena para bobos? —preguntó Richard amargamente.

—Lo sé —respondió ella—. La doctora Chaffey me dio una copia de Enfrentarse a la muerte de un colega. ¡ Un colega!

Parecía que ella tampoco había estado en casa. Todavía llevaba el mismo uniforme azul oscuro y la gorrita quirúrgica. Tenía los ojos enrojecidos e hinchados, con Ojeras marrones, como magulladuras, y tenía la mano y el brazo vendados.

—Una sigue pensando que no puede empeorar, y entonces empeora.

—Lo sé —dijo él, y le acercó una silla. Ella se desplomó.

—He venido porque… sigo viéndola allí en Urgencias, sigo pensando en lo que debió de pasar esos últimos… Había un tipo en Urgencias que sufrió un infarto de miocardio, Joanna lo entrevistó, y justo antes de morirse dijo “Demasiado tarde para que ella llegue”. Joanna dijo que estaba intentando decirle algo, no paraba de hablar de ello, y entonces se… —Miró a Richard—. Sé que parece una locura, y supongo que en parte lo es. Sigo viéndola corriendo hasta mí, y a el volviéndose, y el cuchillo… —dijo, y entonces él se dio cuenta de que, por arrugada que estuviera su ropa, no podía ser la misma. La otra estaba cubierta de sangre.

— Me quedé allí plantada —dijo Vielle, mirando ciegamente la nada—. No luce nada. Tendría que haber…

—¿Qué? ¿Intentado detenerlo? Estaba colocado.

—Podría haberla advertido. Si le hubiera gritado, si le hubiera dicho que no se acercara más… Ni siquiera la vi hasta que estuvo junto a el. Estaba Mirando el cuchillo que empuñaba, y para cuando la vi… Se encamino directamente hacia el.

“¿Y por qué no vio Joanna lo que estaba pasando? —se preguntó el—. ¿Por qué no advirtió el silencio forzado, las expresiones asustadas de sus rostros?”

Vielle se sonó la nariz.

—Sigo repasándolo una y otra vez mentalmente, lo de ella. Y tengo que preguntártelo, aunque parezca una locura. Cuando Joanna se sometió a los experimentos de ECM, ¿qué vio?

El se le quedó mirando.

—¿Vio el Titanic? —preguntó ella, y antes de que él pudiera contestar, continuó entre sollozos—. El motivo por el que te lo pregunto es porque ella me hizo un montón de preguntas sobre la película, sobre una escena, y cuando le pregunté por qué no la alquilaba y la veía ella misma, me dijo que no podía, y ayer Kit me dijo que hace un par de semanas que Joanna la había puesto a investigar sobre el Titanic, y parecía tan preocupada durante estas últimas semanas… ¿Es eso lo que vio en su ECM? ¿El Titanic?