Richard se la quedó mirando. No se parecía a Joanna en absoluto. Sólo era un ilusión del color del pelo, de las gafas.
—Seguí rezando para que al trabajar con ustedes —le dijo a Richard—, y al hablar con gente que había visto a Cristo cara a cara llegara a creer.
Richard advirtió al cabo de un momento que estaba hablando de las experiencias cercanas a la muerte.
—¿Lo hizo? ¿Le dijo que se había salvado?
—No —replicó Vielle.
—¿Y está segura de que no cambió de opinión en el último minuto? —Se volvió hacia Vielle—. Me han dicho que estaba usted con ella cuando murió. ¿Dijo algo?
Richard esperó que fuera a decir que no otra vez., pero en cambio Vielle vaciló una fracción de segundo antes de decir:
— El cuchillo segó la aorta. Joanna perdió la conciencia casi inmediatamente.
—Pero aunque fuera en el último segundo, nunca es demasiado tarde para que Jesús perdone nuestros pecados, aunque pidas perdón con el ultimo aliento. ¿Lo hizo? —preguntó la hermana de Joanna ansiosamente—. ¿dijo algo?
—No —respondió Vielle.
“Está mintiendo —pensó Richard—. Sí que dijo algo.”
—¿Está segura? —insistió la hermana de Joanna—. He leído sobre las experiencias cercanas a la muerte. Sé que ven a Jesús esperando para darles la bienvenida al cielo, y “los que han visto han creído”. Sin duda el corazón de Joanna no estaba tan encallecido para no arrepentirse cuando vio el destino que le esperaba.
—Estoy segura —dijo Vielle firmemente—. No dijo nada.
— Entonces no hay esperanza —dijo la hermana de Joanna, frotándose los ojos—, y está en el infierno.
—¿Joanna? —exclamó Vielle, airada—. ¿Cómo se atreve…?
—No soy yo quien la ha condenado, sino Dios —dijo la hermana de Joanna—. ¿Pues no está escrito: “Pero los que no quieran serán arrojados a las sombras, y habrá llanto y crujir de dientes”?
— Márchese.
La hermana de Joanna miró a Richard, como esperando apoyo por su parte. El se preguntó cómo había podido pensar que se parecía a Joanna.
Rezare por ustedes —dijo la mujer, y se marchó.
—Ni se atreva —gritó Vielle tras ella, y uno de los agentes de policía que estaban junto a la puerta alzó la cabeza, alerta—. Arrogante y retorcida santurrona,…
— ¿Qué dijo Joanna? —la interrumpió Richard.
Vielle se volvió a mirarlo, la luna apagándose en su rostro.
—Richard…
—dijo algo, ¿verdad? ¿Qué?
—No puedo creer que haya venido así. ¡Menuda zorra! Te diré a quién envía el Señor a las sombras. A esos supuestos cristianos como ella.
—¿Qué dijo Joanna?
—Joanna me dijo que ella y su hermana no eran íntimas —dijo Vielle, acercándose al puesto de enfermeras—. Pero más bien parece que estaban separadas por años luz. —Tomo una gráfica—. ¿Cómo es posible que la dulce, amable y sensata Joanna pudiera tener una hermana como ésa, que está más allá…?
Richard la agarro por el brazo.
— ¿Qué dijo?
—Mira, tengo pacientes a los que atender. Vamos retrasadísimos.
—Para eso viniste a verme al laboratorio, ¿verdad? Dijiste que el tipo del infarto dijo: “Demasiado tarde para que ella llegue.” Que estabas pensando lo que ella debió de pasar en aquellos últimos momentos. Fue por lo que Joanna dijo, ¿verdad? —Apretó su brazo—. ¿Qué es lo que dijo?
El policía de la puerta echó a andar hacia ellos, la mano en la pistola.
—Richard…
—Es importante. Dímelo.
—dijo: “Dile a Richard…” —Hizo una pausa, contemplando la gráfica.
Richard esperó, temeroso de hablar.
Ella contempló la gráfica sin verla, y luego volvió a levantar la cabeza, con la misma expresión que Tish en el laboratorio.
—”Dije a Richard que es…” —dijo, y tragó saliva— “SOS. SOS.”
43
Por el amor de Dios, cuida de nuestra gente…
—¿Has llamado a Joanna? —le preguntó Maisie a su madre.
—Sí —respondió la madre, muy ocupada colocando las cosas en la bandeja—. ¿Quieres un poco de zumo? ¿O un polo?
—¿Cuándo la llamaste? ¿Ayer?
—Probablemente tenga montones de cosas que hacer. ¿Y un poco de gelatina?
—dijo que iba a venir el jueves, y no vino el jueves ni ayer —insistió Maisie—. ¿Estas segura de que la enfermera Barbara la ha llamado?
—Estoy segura —dijo la madre, quitando la tapa de la jarrita de agua y sirviendo—. ¿Sabes quién me ha dicho la enfermera Barbara que va a venir a visitar la planta mañana por la tarde? ¡Un payaso!
—¿Como Emmett Kelly? —dijo Maisie, alzando la cabeza.
—¿Emmett Kelly? —pregunto la madre, sorprendida—. ¿Cómo sabes quien es Emmett Kelly?
—Estaba en uno de mis videos —dijo Maisie—. Uno de los de Disney. No recuerdo cual. Sobre el circo.
—Este payaso hace trucos de magia. ¿No será divertido?
—La doctora Lander me habló de un payaso que se sacaba un pañuelo del bolsillo, y que estaba enganchado a otro y a otro y a otro más —dijo Maisie—. Tal vez tiene mucho trabajo y se le olvidó. A lo mejor tendrías que llamarla.
—Si está ocupada, no deberíamos molestarla. Mira, te he traído algunos vídeos nuevos. El mejor verano y La trampa de los padres. ¿Cuál quieres ver?
—Ella siempre viene cuando dice que va a venir. Aunque tenga mucho trábalo. Tal vez esté enferma, la enfermera Amy estuvo de baja con gripe.
— Tienes que pensar en positivo, no preocuparte —dijo la madre, metiendo El mejor verano en el vídeo—. Recuerda lo que dijo el doctor Murrow. Tienes que trabajar para prepararte para tu nuevo corazón.
Encendió la tele, tomó la jarra de agua de Maisie y la llevó al lavabo.
—Y eso significa no preocuparse.
Tiró el agua y los cubitos al lavabo y se acercó a la puerta, con la jarra en la mano.
— Ahora mismo vuelvo. Voy a pedirles más hielo.
—Pregúntales si la han llamado al busca —dijo Maisie—. Diles que he descubierto las cosas que me pidió.
La madre se detuvo a mitad de camino.
—¿Que cosas?
—Unas cosas de las que estabamos hablando cuando venía a verme.
—El personal del hospital es muy amable al venir a visitarte, pero llenes que recordar que tienen trabajo que hacer, y que eso es lo primero.
— Pero esto era cosa de su trabajo —empezó a decir Maisie, pero si lo decía, su madre querría saber qué le había pedido Joanna, así que no lo hizo. Simplemente dijo—: Pregúntales si la han llamado al busca.
Cuando la madre regresó, con la jarra y una lata de zumo, dijo:
—¿Se lo preguntaste?
—Mira, zumo de piña —dijo la madre, quitando la tapa de la lata y tendiéndoselo—. Es tu favorito.
—¿Lo hiciste?
—Sí —dijo la madre, colocando el zumo sobre la mesita de noche—. La enfermera dice que la doctora Lander encontró un nuevo empleo y que se marchó. ¿Quieres una pajita?
—¿Adónde se marchó?
—No lo sé —respondió la madre, sacando el papel de la pajita.
—No se iría sin decírmelo.
—Probablemente no tuvo tiempo. Las enfermeras dijeron que tenía que empezar ese nuevo trabajo inmediatamente. —Le ofreció el zumo. Me dijeron que había pedido que te dijeran adiós de su parte y que quería que pensaras cosas felices y que lucieras lo que te dice el doctor Murrow. —Subió el volumen de la tele—. Ahora descansa y mira la película. Es sobre una niña pequeña que se pone bien. Igual que tu. —Le entregó a Maisie el mando a distancia—. Volveré cuando sea la cena —dijo, y le dio un beso de despedida y se marchó.