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¿La apuñaló muchas veces?—preguntó Maisie. Richard miró hacia la puerta, preocupado. La enfermera de la unidad de cuidados intensivos cardiacos ya había venido una vez y quiso saber que estaban haciendo.

— Me sentía rara antes —le había dicho Maisie, tan tranquila—. Pero luego el doctor Wright y la señorita Gardiner han venido a verme y me he sentido mejor.

Era cierto. Incluso tenía mejor aspecto, aunque Richard no podría haber explicado como. Todavía tenía ojeras, y los labios de un leve color azulino, pero la fuerza había regresado a su voz, y el interés.

—¿La atendió el equipo de emergencias? ¿Usaron las palas?

—Hicieron todo lo posible para salvarla —dijo Richard, y no tenía sentido utilizar términos profanos con una experta como Maisie—, pero el cuchillo había cortado la aorta. Murió de hemorragia masiva.

Maisie asintió, comprendiendo.

—¿Qué le pasó al hombre que la apuñaló?

—La policía lo mató —dijo Kit.

—Bien. —Maisie se recostó contra las almohadas, y luego volvió a incorporarse—. Dijo usted que Joanna descubrió algo importante. ¿Que?

—No lo sabemos —respondió Richard. Le explicó que Joanna le había dicho al señor Wojakowski que tenía algo importante que decirle, que había intentado decir algo mientras moría.

—¿Era sobre el Titanic? Richard miró a Kit.

—¿Por qué dices eso?

—Siempre me estaba preguntando cosas sobre el Titanic. ¿Era sobre un mensaje telegráfico?

—¿Por qué? —dijo Richard, temeroso de preguntar.

—Me pidió que le buscara los mensajes la última vez que vino a verme.

—¿Cuándo fue eso? —preguntó Richard. Iba a decir “Murió el catorce…”. Le pareció oír a Joanna diciendo: “No des pistas, no des pistas.”

— Umm —respondió Maisie, frunciendo el ceño—. Me pidió que buscara los mensajes, y tardé un montón porque mi madre estaba aquí siempre y estuve a punto de fibrilar un par de veces y tuvieron que hacerme todas esas pruebas. Y entonces ella vino y me preguntó si había un jardín en el Titanic, y tuve que buscar eso también…

—¿Un jardín? —preguntó Kit—. Había una lista de referencias a jardines en las ECM de sus pacientes —le dijo a Richard.

—¿Había un jardín? —le preguntó Richard a Maisie.

—Más o menos. Había una foto del Café Verandah en uno de mis libros, y parecía un jardín. Ya sabe, con flores y enredaderas y árboles y esas cosas. La llamé y le dije que podía venir a mirarlo y que había terminado con los mensajes.

—¿Fue el mismo día que vino y te preguntó por el jardín?

—No, me lo pregunto el día antes, y cuando la llamé dijo que no podía venir, que estaba muy ocupada, y me prometió que vendría más tarde, pero no lo luxo. Creí que se había olvidado, pero no fue así. —Miró a Richard—. No sé exactamente qué día fue. Puede preguntarle a la enfermera Barbara. Apuesto a que ella lo sabrá.

No había necesidad. A quienquiera que Joanna hubiera visto el día que murió, no fue a Maisie.

— ¿Cuándo la llamaste, Maisie? ¿A qué hora del día?

— Justo después de que mi madre se fuera a ver a su abogado. Creo que a las nueve.

A las nueve, y le había dicho a Maisie lo mismo que le había dicho a Kit, que estaba ocupada, que iría a verla más tarde.

— ¿Dijo cuándo iba a venir a verte?

— Dijo que después de almorzar.

— ¿Y cuándo es el almuerzo? —preguntó Kit.

— A las once y media.

Joanna pretendía ir a ver a Maisie y luego no lo hizo. Eso confirmaba que había sucedido algo, pero no qué.

— ¿Dijo en qué estaba trabajando?

— Creo que en los mensajes del Titanic, porque me pidió que buscara cuáles habían enviado. Richard y Kit se miraron.

—¿Dijo por qué quería saber eso? Maisie negó con la cabeza.

— Me dijo que los anotara, y eso hice. —Extendió la mano hacia la mesilla de noche, y la línea del monitor cardíaco empezó a saltar.

— Espera, déjame —dijo Kit rápidamente, rodeando la cama. Maisie se tendió, y la línea se aplanó. Kit abrió el cajón —No lo veo— dijo.

— Esta dentro de la carátula de El Jardín secreto —informó Maisie. Kit tomó el vídeo, sacó la cinta, miró en la caja y luego la sacudió. Del interior cayó un papelito muy bien doblado.

Se lo tendió a Maisie, quien lo desplegó con mucho cuidado.

— Muy bien, el primero… Los ordene por las veces que los enviaron —explicó— El primero fue a las doce y cinco. El último a las dos y diez. Se hundió a las dos y veinte. —Calló para tomar aire— Muy bien, el primero decía “CQD”, que significa “auxilio a todas las estaciones”.

— Respiró otra vez —MGY, que es el nombre del Titanic— Inspiró —Y luego su posición.

Le ofreció el papel a Richard.

El miró desconcertado el primer mensaje de la página, escrito con la letra infantil de Maisie: “CQD. CQD. MGY. 41.46 N, 50.14 O. CDQ. MGY.”

— ¿El Titanic no usó SOS en su señal de socorro? —preguntó, sintiendo cómo en su interior brotaba la esperanza.

— Joanna también me preguntó eso. Lo hicieron más tarde. —Maisie se inclinó hacia delante para quitarle el papel— Aquí está. —Le mostró el lugar— “MGY. SOS”, a las doce y cuarto.

SOS. ¿Había visto Joanna al operador tecleando uno de esos mensajes y quería confirmación externa? ¿O estaba intentando averiguar otra cosa, y la pista estaba allí, en la lista De Maisie? Pero no podía ser, porque Maisie nunca la había visto.

— Maisie —preguntó—, cuando llamaste a Joanna, ¿le hablaste de los mensajes que encontraste?

— No. Sólo le dije que los había encontrado. Le mostré dos antes.

— ¿Cuáles? —preguntó Richard, tendiéndole la lista.

— Este —señaló ella— y este otro.

— “Vengan rápido. Sala de máquinas inundada hasta las calderas.” Y: “Nos hundimos. No puedo oír el ruido del vapor.”

Joanna le había preguntado a Kit por el vapor y los incendios del Titanic pudieran haber producido humo.

— ¿Te preguntó otras cosas sobre el Titanic? —quiso saber Kit.

— Sí, me preguntó si tenía ascensor y piscina. Y también me preguntó por el Carpathia.

Una enfermera mayor asomó la cabeza a la puerta.

— Han pasado cinco minutos. Richard asintió. Kit se levantó.

— No, no pueden irse todavía —dijo Maisie, y el monitor zigzagueó— No me han dicho qué creen que descubrió o cómo van a averiguarlo. Por favor, enfermera Lucille —le suplicó a la enfermera— sólo dos minutos más, y luego descansaré, lo prometo. —Se tendió obediente contra las almohadas, como para demostrarlo— Me tomaré mi Ensure.

— Muy bien —dijo Lucille, derrotada— Dos minutos más, y eso será todo. —Salió.

En cuanto se fue, Maisie se incorporó.

— Muy bien, díganme. Creen que fue a ver a alguien y que le dijeron algo, ¿verdad? Por eso han venido a verme, porque piensan que fui yo, ¿no? Pero no fui. Apuesto a que fue uno de sus pacientes de ECM, así que lo primero que tenemos que hacer…

— ¿Tenemos? —dijo Richard— Tú no vas a hacer más que descansar.

— Pero podría… —Maisie se detuvo y se recostó contra las almohadas.

— ¿Maisie? —dijo él, mirando ansiosamente a Kit, que había mirado el monitor y luego otra vez a Maisie. La niña estaba mirando la puerta.

Lucille entró con una lata con una pauta. La colocó en la bandeja que había en la cama.