Superpuso la imagen al escáner del señor O’Reirdon para asegurarse, pero ya estaba claro. La señora Troudtheim había tenido una ECM.
La pauta sólo duraba un fotograma, pero cambiaba toda la naturaleza del problema. Richard se había concentrado en lo que impedía que la señora Troudtheim alcanzara el estado ECM, pero había tenido uno. El problema era que no había podido mantenerlo. ¿Por qué no? ¿Por qué había salido inmediatamente de él para volver a despertar? ¿Había sucedido esto antes?
Empezó a estudiar el fotograma de la ECM, buscando anomalías que explicaran la insostenibilidad de la ECM. Nada. Mostraba la misma actividad rojiza en el lóbulo temporal anterior derecho, la amígdala y el hipocampo, la misma pauta dispersa de actividad anaranjada y amarilla en el córtex frontal.
Joanna regresó, el pelo en desorden y las mejillas sonrosadas por el frío y le tendió una flor de ganchillo naranja, amarilla y verde en una pequeña vasija de barro.
—Del Rastrillo de Primavera —dijo.
—¿Qué es esto? —preguntó él, dándole la vuelta a la vasija.
—Una caléndula. Una caléndula de ganchillo. He pensado en ti en cuanto la he visto. Ya sé lo mucho que te gustan el naranja y el verde bilis.
—¿Viste a la señora Haighton?
—Sí, y la entrevisté, y está bien, no tiene ninguna creencia sobrenatural, y acordamos que vendría el jueves por la tarde. Ya lo sé, es la hora del señor Sage, pero entre la Hermandad Filarmónica y el desfile de modas para caridad, era el único momento que tenía disponible, así que decidí que merecía la pena cambiarlo a él. Voy a llamarlo.
—Espera un momento —dijo Richard—. Quiero enseñarte algo. Le mostró las imágenes de la ECM estándar y la de la señora Troudtheim.
—¿Tuvo una ECM? —dijo Joanna—. ¿Crees que nos está mintiendo al decir que no la recuerda?
Esa idea no se le había ocurrido a él.
—No. Sólo duró una décima de segundo, como mucho. Dudo que sea consciente de lo que sucedió. Si lo fue, probablemente sólo captó un destello de luz. O de oscuridad. Pero eso cambia la naturaleza del problema. Consigue el estado ECM, pero algo lo cortocircuita. Tengo que descubrir qué.
Trabajó en eso el resto del día y la mañana siguiente. Analizó las imágenes antes y después de la ECM, y luego volvió a los escáneres de las otras sesiones de la señora Troudtheim. Descubrió una pauta idéntica en su segundo conjunto de escaneos. No había ninguna en las otras sesiones, pero las imágenes TPIR estaban distanciadas una centésima de segundo. Si el estado ECM era más corto, sólo aparecería un instante, y las imágenes que seguían inmediatamente a las dos ECM eran idénticas a las de las otras.
Las estudió. No encajaban con las de los otros sujetos. Mostraban un brusco descenso de acetilcolina y una subida de norepinefrina, ambas cosas relacionadas con el despertar. La señora Troudtheim tenía razón. Se había despertado de golpe. Cuando las comparó con las imágenes del despertar de los otros sujetos, los niveles eran idénticos.
Examinó los otros neurotransmisores. Cortisol alto, ninguna endorfina alfa ni beta, restos de carnosina, amiglicina y teta-asparcina. La carnosma era una variedad de péptido, pero nunca había oído hablar de la amiglicina ni de la teta-asparcina. Tendría que hablar con un experto en neurotransmisores. Llamó a la doctora Jamison, que tenía un despacho en la octava, y quedó en verla, pero no resultó de gran ayuda.
—La amiglicina está presente en la glándula pituitaria anterior. Actúa como inhibidor. La teta-asparcina es una endorfina que parece relacionada principalmente con la digestión.
“La digestión”, pensó Richard. Maravilloso.
—La han producido de manera artificial —ofreció ella—. Creo que alguien ha hecho un estudio hace poco. Veré si puedo encontrarlo. Puede que tenga otras funciones. Las endorfinas suelen tener funciones múltiples.
“Y tal vez una de ellas sea inhibir las ECM”, pensó Richard mientras regresaba al laboratorio. Pero cuando examinó las otras ECM, la teta-asparcina estaba presente en una del señor Sage y dos de Amelia Tanaka, y no encontró ninguna otra anomalía en el análisis de neurotransmisores o el hemograma que pudiera explicar su inestabilidad.
Pasó los dos días siguientes repasando de nuevo los escaneos, pero inútilmente. Cuando la señora Troudtheim llegó, seguía sin tener ni idea de cuál era el problema.
Ella babeó de lo lindo ante la caléndula de ganchillo.
—¿No es de lo más cuco? —le dijo a Joanna—. No tendrá el patrón, ¿verdad?
—Pues no, lo siento. La compré en un mercadillo.
—Apuesto a que podría sacar el patrón —dijo la señora Troudtheim, inclinándose sobre la consola para examinar las hojas de hilo—. Es sólo un doble pilar con un pespunte…
—Puede llevársela a casa si le gusta —dijo Richard, ofreciéndole la vasija.
—¿Está seguro?
—Estoy seguro. Quédesela todo el tiempo que quiera. Para usted.
—Vaya, qué amable —dijo ella, encantada—. Mire, Tish, ¿no es monísima?
Tish babeó también, y las dos se pusieron a examinar los pétalos. “Tal vez el problema no sea más que simple ansiedad —pensó Richard—, y hablar así la calmará hasta el punto de que pueda sostener la ECM”, pero no lo hizo. Se mantuvo en la ECM el espacio de un único y perfecto fotograma, y luego despertó.
—Me siento muy avergonzada de no poder hacerlo —dijo la señora Troudtheim—. No sé cuál es mi problema.
“Yo tampoco”, pensó Richard, examinando los escaneos después de que se marchara con la caléndula de ganchillo. La imagen de la ECM era idéntica a la del señor O’Reirdon.
Llegó Joanna.
—Acaba de llamar la señora Haighton —dijo—. Al final no puede venir el jueves. Una reunión de los Amigos de Emergencia del Ballet.
—¿Le diste otra cita?
—Sí. Para el viernes de la otra semana. Escucha, he estado pensando en lo que hablamos, y hay otro motivo por el que deberías utilizarme. Me convertiría en una entrevistadora mejor. Las descripciones son vagas, incluso con buenas observadoras como Amelia Tanaka, y creo que el motivo es que simplemente no sé qué preguntar. Es como si le preguntaras a alguien que describiera un cuadro sin saber si es un Monet o un Dalí. No, peor, es como si trataras de que te describan un cuadro sin haber visto un cuadro tú mismo. Ahora no tengo ni idea de qué es lo que experimentan. Todos dicen que no se trata de un sueño, que es real. ¿Qué significa eso?
“Si me sometiera al experimento y viera ese cuadro por mí misma, lo sabría. Sabría si oscuro significa oscuro como en las cavernas de Carlsbad o el aparcamiento del hospital a las nueve de la noche. Sabría si en paz significa “tranquilo” o “anestesiado”. Y sabría qué experimentan los sujetos y no lo mencionan porque no se dan cuenta de que es importante, y no sé cómo preguntárselo. Creo que deberías hacerlo. Creo que deberías someterme a la prueba.
Él sacudió la cabeza.
—No he renunciado todavía a la señora Troudtheim, y aún nos queda Amelia Tanaka. ¿Todavía tenemos a Amelia? Ella asintió.
—A las once.
—Eso significa que será mejor que me ponga a trabajar. —Volvió su atención hacia la consola—. Quiero reducir otra vez la dosis. La falta de detalles que tanto te preocupa puede que no tenga nada que ver con las preguntas. Puede ser debida a los niveles de endorfinas, y si es así, es simplemente cuestión de encontrar el nivel adecuado, y entonces incluso el señor Sage se convertirá en un caudal de observación.
—¿Y si no? ¿Entonces qué?
—Resolveremos ese problema cuando se presente. Ahora mismo tienes que llamar a Tish y decirle que venga. Amelia llegará de un momento a otro.