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—Cuando se produjo la sensación, ¿experimentaste náuseas?

—No.

—¿Olores o sabores no habituales?

—No.

—¿Imágenes parciales?

—¿Imágenes parciales? —preguntó ella.

—Como cuando estás intentando recordar el nombre de alguien, y recuerdas que empieza por T.

Ella sabía qué quería decir. Cuando Meg Ryan tendió la mano a la adivinadora, recordó de pronto al señor Mandrake llamándola.

—No.

Él asintió vigorosamente.

—No lo esperaba. Creo que estás experimentando una sensación de conocimiento incipiente, una sensación de significado. Es una sensación visceral de poseer conocimiento unida a la incapacidad de saber cuál es el contenido de ese conocimiento. Es un efecto de estimulación del lóbulo temporal, que conecta una señal significativa en el sistema límbico, pero sin ningún contenido adjunto.

—Como el sonido —dijo Joanna.

—Exactamente. Apuesto a que eso y la sensación de reconocer el túnel son efectos del lóbulo temporal.

—Pero conozco… Él asintió.

—Hay una intensa sensación de conocimiento. La persona que la experimenta declara decididamente que comprende la naturaleza de Dios o del cosmos, pero cuando se le pide que lo explique, no puede. Es un síntoma común en los epilépticos del lóbulo temporal.

—Y de los que experimentan ECM —dijo Joanna—. Más del veinte por ciento de ellos creen que recibieron un conocimiento especial o una reflexión sobre la naturaleza del cosmos.

—Pero no pueden explicarla, ¿verdad?

—No —dijo ella, recordando una entrevista con una tal señora Kelly. “El ángel dijo: “Mira la luz”, y al hacerlo comprendí el significado del universo”, había dicho la señora.

Joanna esperó, la minigrabadora en marcha, el lápiz preparado.

—¿Cuál es? —preguntó por fin, y entonces, como la señora Kelly no respondía, repitió—: ¿Cuál es el significado del universo?

—Nadie que no lo haya experimentado podría comprenderlo —dijo rápidamente la señora—. Sería como tratar de explicarle la luz a un ciego.

Pero Joanna todavía recordaba la expresión frenética y asustada de su rostro: no tenía ni la menor idea.

—Pero el conocimiento de los que experimentan una ECM es metafísico —le dijo a Richard—. Esa sensación no tiene nada que ver con la religión ni con la naturaleza del cosmos.

—Lo sé, pero en el caso de alguien con una base científica, esa sensación de conciencia cósmica podría tomar otra forma más secular.

—Como creer que reconozco la localización del túnel. Él asintió.

—Y atribuir significado a cosas aleatorias, como la manta y el calefactor, que también es un fenómeno común. Lo que interpretas como reconocimiento es solamente sobreestimulación del lóbulo temporal.

—Te equivocas. Sé lo que es. Pero no puedo…

—Exactamente —dijo Richard—. No puedes decirme qué es porque se trata de una emoción, no de conocimiento real. Sentimiento sin contenido.

La teoría de Richard tenía sentido. Explicaba por qué, a pesar de los incidentes repetidos, no estaba más cerca de la respuesta, y por qué los estímulos parecían no estar relacionados: una manta, un calefactor que se paraba, la bata de Richard, un suelo que no encajaba. “Y algo que tiene que ver con el instituto —pensó—, no te olvides de eso.”

—Pero parece tan real…

—Eso es porque están presentes los mismos neurotransmisores que cuando el cerebro experimenta una comprensión real —dijo Richard—. Si tienes otro incidente, documenta todo lo que puedas al respecto. Circunstancias, síntomas relacionados…

—¿Y si la próxima vez descubro qué es? Él sonrió.

—Entonces no será estimulación del lóbulo temporal. Pero apuesto a que sí. Explicaría la presencia de endorfinas tan diversas, y casi todos los elementos nucleares son también síntomas del lóbulo temporaclass="underline" sonidos, voces, luz, sensaciones de inefabilidad y calor…

“No hacía calor —pensó Joanna obstinadamente—, hacía frío. Y sé dónde está. Y la próxima vez que tenga un incidente, lo descubriré.”

Pero no hubo más incidentes. Fue como si saber la causa la hubiera curado. Y estaba bien. Joanna estuvo demasiado ocupada los tres días siguientes para poder respirar siquiera, mucho menos para recordar nada. Hubo un súbito aluvión de pacientes que fibrilaban y luego eran revividos. La señora Jacobson, a quien había entrevistado hacía semanas, fue ingresada por problemas cardíacos, y hubo dos ataques de asma no relacionados.

Joanna los escuchó describir el túnel (oscuro), la luz (brillante) y el sonido que habían oído (no podían). Lo único en lo que estaban de acuerdo era que parecía que la ECM había sucedido de verdad.

—Estuve allí —dijo el señor Darby, casi violentamente—. Fue real. Lo sé.

Entre entrevistas, Joanna dejó mensajes para que la señora Haighton la llamara y estudió las transcripciones en busca de casos de conocimiento incipiente o inefabilidad e hipersignificado. Varios casos de ECM hablaban de haber regresado a la tierra para cumplir una misión, aunque ninguno pudo explicar exactamente cuál era esa misión.

—Es una misión —había dicho vehementemente el señor Edwards. “El tema le molesta”, había escrito Joanna en sus notas.

Los casos de hipersignificado eran más raros. La señorita Hodges había dicho: “Ahora, cada vez que miro una flor o un pájaro, significa mucho más.” Pero eso podía ser simplemente un aprecio aumentado por la vida, y ninguno de los sujetos había hablado de conocer la clave del universo. Todos ellos, por lo que sabía, estaban convencidos de que ya poseían ese conocimiento, no de que estuviera fuera de su alcance.

Hizo una búsqueda global de “elusivo”, pero no encontró nada, y tuvo que abandonar “en la punta de la lengua” en mitad de la búsqueda porque llamaron con más casos de infarto, y mientras estaba entrevistando al segundo, Vielle le envió un mensaje diciendo que tenían además un shock anafiláctico.

Joanna subió a verlo inmediatamente, pero no lo bastante pronto.

—Entrenen un túnel —dijo él en cuanto ella entró en la habitación—. ¿Por qué no dejé primero mi cuerpo y subí flotando al techo? Creía que eso era lo que pasa primero.

“Uh-oh”, pensó Joanna.

—¿Ha venido a verlo el señor Mandrake, señor Funderburk?

—Acaba de marcharse. Me dijo que la gente sale del cuerpo y flota sobre él y ve a los médicos que la están atendiendo.

—Algunas personas tienen experiencias extracorporales y otras no dijo —Joanna—. Cada ECM es distinta.

—El señor Mandrake dijo que todo el mundo tenía una experiencia extracorpórea, un túnel, una luz —dijo él, contando con los dedos—, parientes, un ángel, una revisión de vida y la orden de regreso.

“¿Por qué me molesto siquiera?”, pensó Joanna, pero sacó su minigrabadora, la encendió y preguntó:

—¿Puede describir su experiencia, señor Funderburk? Había experimentado, como era de esperar, un túnel, una luz, parientes, un ángel, una revisión de vida y una orden de regreso.

—¿Le parecieron familiares sus inmediaciones?

—No, ¿tendrían que haberlo sido? —dijo él, como si le hubieran estafado en algo más—. El señor Mandrake no dijo nada al respecto.

—Hábleme de su regreso, señor Funderburk.

—Primero tengo que contarle la revisión de vida.

—Muy bien, hábleme de la revisión de vida.

Pero fue extremadamente vago en cuanto a su forma y su contenido.