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Susannah, por otra parte, era lo bastante valiente para decirle precisamente lo que pensaba. David estaba asombrado de lo refrescante que esto era, aún cuando significara que ella estaba, en realidad, insultándolo.

Y entonces simplemente sonrió. "¿Y ha cambiado de opinión? "

"¿Sobre la reunión de patinaje? "

"Sobre mí," dijo él suavemente.

Sus labios se entreabrieron de sorpresa por su pregunta. "Yo" comenzó ella, y él pudo ver que no sabía como responder. Comenzó a decir algo, para salvarla del incomodo momento que él había provocado, pero entonces ella lo sorprendió al levantar los ojos, mirarlo directamente a los suyos, y decir sencillamente, con esa franqueza que él había encontrado tan atractiva, “Estoy decidiéndolo todavía. "

Él se rió entre dientes. "Supongo que eso significa que tendré que aguzar mis poderes de persuasión. "

Ella se sonrojó, y él supo que pensaba en su beso.

Esto lo complació, ya que él había sido incapaz de pensar en otra cosa durante los pocos días pasados. Hizo su tortura un poco más soportable, saber que ella sentía lo mismo.

Pero éste no era ni momento ni lugar para la seducción, así que decidió, en cambio, averiguar hasta que punto ella había mentido sobre sus habilidades de patinadora. "¿Cómo de bien patina? " le preguntó, tomándola del brazo y dándole un pequeño impulso. "La verdad, si no le importa. "

Ella no vaciló ni un segundo, simplemente se alejó patinando y luego volvió hacia él haciendo una parada increíblemente rápida. "Soy bastante buena, de hecho," contestó ella.

"¿Cuánto? "

Ella sonrió. Más bien maliciosamente. " Mucho. "

El cruzó los brazos. "¿Cuánto es mucho? "

Ella echó un vistazo alrededor, calibrando la posición de las personas alrededor de ellos, entonces tomó impulso y se dirigió directamente -y muy rápidamente-en su dirección.

Y cuando él estaba convencido de que ella chocaría con él, haciéndolos caer a ambos, ella ejecutó un impecable giro y lo rodeó, volviendo a quedar donde había comenzado, justo delante de él.

"Impresionante," murmuró él.

Ella soltó una risita.

"Sobre todo para alguien que no patina. "

Ella no dejó de reír bajito, pero sus ojos parecieron un poco avergonzados.

"¿Alguna otra broma? " preguntó él.

Ella pareció indecisa, así que David añadió, "Continúe. Lúzcase. Le doy permiso. "

Ella se rió. "Oh. Bien, en ese caso… " Ella dio unos cuantos pasos alejándose, se detuvo y le lanzó una mirada que era pura travesura. "Yo no soñaría nunca con hacer esto sin su permiso. "

"Desde luego que no," murmuró él con los labios ligeramente contraídos.

Ella miró alrededor, obviamente asegurándose que tenía espacio para sus maniobras.

"Nadie esta mirando en nuestra dirección," dijo él. "El hielo es todo suyo. "

Con una mirada de intensa concentración, ella patinó unos metros hasta que hubo tomado un poco de velocidad, y luego, para completa sorpresa de David, empezó a girar sobre si misma.

Como una peonza. Él nunca había visto algo semejante antes.

Sus pies nunca abandonaban el hielo, pero de alguna manera ella giraba sobre si misma, una vez, dos veces, tres veces…

¡Cielos!, ella hizo siete giros completos antes de pararse, completamente encendida de alegría.

"¡Lo hice! " gritó ella, riéndose mientras lo decía.

"Ha sido asombroso," dijo él, patinando a su lado. "¿Cómo lo hizo? "

"No sé. Nunca había conseguido hacer siete giros antes. Siempre doy tres, tal vez cuatro si soy afortunada, y la mitad de las veces acabo cayéndome. " Susannah hablaba rápidamente, atrapada en su propia excitación.

"Recuérdeme que no la crea la próxima vez que me diga que no puede hacer algo. "

Por la razón que fuera, sus palabras la hicieron sonreír. Una amplia sonrisa que brotaba de lo más profundo de su corazón y su alma. Ella había pasado los últimos meses sintiéndose como un fracaso, como un hazmerreír, recordándose constantemente todas las cosas que ella no podía o no debía hacer.

Y ahora aquí estaba este hombre -este maravilloso, apuesto e inteligente hombre-que le decía que podía hacer cualquier cosa.

Y en la magia del momento, ella casi lo creyó.

Esta noche regresaría a la realidad, volvería a recordar que David era también un conde e incluso peor- un Mann-Formsby, y que probablemente ella iba a lamentar su asociación con él. Pero por el momento, mientras el sol brillaba como un diamante sobre la nieve y el hielo, mientras el viento frío la hacía sentir como si finalmente despertara de un largo y profundo sueño, ella iba, simplemente, a divertirse.

Y se rió. Justo allí, entonces, sin importarle quien pudiera verla u oírla, ni siquiera si todos la miraban como si fuera una lunática. Ella se rió.

"Dígame," dijo David, patinando a su lado. "¿Qué es tan gracioso? "

"Nada," dijo ella, aguantando su respiración. "No lo sé. Solamente soy feliz, eso es todo. "

Algo cambió en sus ojos entonces. Él la había mirado fijamente antes con pasión, incluso con lujuria, pero ahora ella vio algo más profundo. Era como si él la hubiera descubierto de repente y no quisiera dejar de mirarla jamás. Y tal vez ésta era una mirada experta, y él la había usado sobre miles de mujeres antes, pero Susannah no quiso pensar en ello.

Hacía tanto tiempo que no se sentía especial.

'Tome mi brazo," dijo él, y ella lo hizo, y pronto ambos se deslizaban silenciosamente a través del hielo, moviéndose despacio pero fluidamente mientras esquivaban a los otros patinadores.

Entonces él le preguntó algo que ella nunca había esperado. Su voz era suave, y casi cuidadosamente casual, pero su intensidad era evidente en la forma en que su mano apretaba el brazo de ella. "¿Qué vio usted en Clive? " le preguntó.

Susannah consiguió no tropezar, y de alguna manera no resbalar tampoco, y hasta se las arregló para que su voz sonara tranquila, e incluso serena cuando contestó, "Casi lo hace sonar como si no sintiera cariño por su hermano. "

"Tonterías," contestó David. "Yo daría mi vida por Clive. "

"Bueno, sí," dijo Susannah, ya que ella no había dudado de ello ni un momento. "¿Pero le gusta él? "

Pasaron varios segundos, y sus cuchillas se deslizaron por el hielo hasta ocho veces antes de que David finalmente dijera, "Sí. A todo el mundo le gusta Clive

Susannah giro la cabeza bruscamente, con la intención de reprenderlo por su evasiva respuesta hasta que vio en su cara que él tenía la intención de continuar hablando.

"Amo a mi hermano," dijo David, lentamente, como si calibrara cada una de sus palabras antes de dejarlas salir finalmente. "Pero soy consciente de sus defectos. Tengo la esperanza, sin embargo, de que su matrimonio con Harriet le ayudará a convertirse en una persona más responsable y madura. "

Hacía una semana Susannah habría tomado sus palabras como un insulto, pero ahora las reconoció como lo que eran, la simple declaración de un hecho. Y le pareció justo contestarle con la misma honestidad que él le había demostrado.

"Me gustaba Clive," dijo ella, retrocediendo en su memoria, "porque ¡ah!, no sé, supongo que era porque él siempre parecía tan feliz y libre. Era contagioso. " Ella se encogió de hombros desvalidamente, justo cuando giraban en la esquina del embarcadero, reduciendo la velocidad instintivamente cuando se acercaron al resto de los patinadores. "No creo que yo fuera la única que se sentía de aquella forma," prosiguió ella. "A todo el mundo le gustaba estar cerca de Clive. De alguna manera… " Ella sonrió tristemente, y con pesar. Los recuerdos de Clive eran agridulces

"De alguna manera," terminó suavemente, "todo el mundo parecía sonreír cerca de él. Sobre todo yo. " Ella volvió a encogerse de hombros, casi como disculpándose. "Era emocionante estar a su lado. "

Miró a David, que la observaba con una expresión intensa. Pero no había cólera, ni recriminación. Solamente un palpable sentimiento de curiosidad, y de la necesidad de entender.