"¡No harían eso! " jadeó Susana horrorizada.
David simplemente sonrió.
"¡No lo hicieron! " dijo de nuevo, pero esta vez su tono era bastante diferente. "No hicieron semejante cosa. Usted sólo lo dijo para torturar al pobre Clive. "
"Oh, así que es el “pobre Clive” ahora," bromeó él.
"¡Es penoso alguien que debe responder al nombre de Snowe-Mann! "
"Es Snowe-Mann-Formsby, muchas gracias. " El le lanzó una atrevida sonrisa. "Mis antepasados Formsby podían sentirse discriminados. "
"¿Y supongo que ellos también excluirían de la herencia a cualquiera que renunciara a su apellido? " preguntó Susannah sarcásticamente.
"De hecho, lo hicieron," dijo David. "¿De dónde piensa que saqué la idea? "
"Es usted incorregible," dijo ella, pero fue incapaz de mantener un tono apropiadamente horrorizado. La verdad era que, más bien, admiraba su sentido del humor. El hecho que la broma fuera a costa de Clive era simplemente la guinda del pastel.
"Supongo, entonces, que tendré que llamarle Milord Snowflake [4]," dijo ella.
"Apenas es un poco más digno," dijo él.
"O heroico," agregó ella, ", pero como ve, todavía estoy atrapada aquí en el montón de nieve. "
"Como yo. "
"Vestido de blanco," dijo Susannah.
Él la miró.
"Debería vestir así más a menudo. "
"Parece bastante insolente para ser una mujer atrapada en la nieve. "
Ella sonrió ampliamente. "Mi coraje nace de su posición, atrapado también en un montón de nieve. "
Él gruñó y después asintió resignadamente con la cabeza. "En realidad no es demasiado incómodo. "
"Excepto por la falta de dignidad," estuvo de acuerdo Susannah.
"Y el frío. "
"Y el frío. No puedo sentir mi… er… "
"¿Trasero? " sugirió él amablemente.
Ella se aclaró la garganta, como si de alguna manera esto pudiera hacer desaparecer su rubor. "Sí".
Sus ojos verdes centellearon ante su vergüenza y entonces se puso serio – o al menos más serio de lo que había estado antes- y dijo, "Bien, supongo que debería rescatarla, entonces. No quisiera que su – no se preocupe, no lo diré," indicó ante su ahogado grito de horror. "Pero no me gustaría verlo descender. "
"David," exclamó ella.
"¿Era esto lo qué hacía falta para conseguir que usara mi nombre? " se preguntó. "¿Un comentario ligeramente inadecuado pero, se lo aseguro, totalmente respetuoso? "
"¿Quién es usted? " preguntó de repente ella. "¿Y qué ha hecho con el conde? "
"¿Renminster, quiere decir? " preguntó él, inclinándose hacia ella hasta que quedaron casi nariz con nariz.
Su pregunta era tan extraña que ella no pudo contestar, tan solo asentir levemente.
"Quizás nunca lo conoció," sugirió él. "Quizás sólo pensó que lo hizo, pero nunca vio más allá de la superficie. "
"Quizás no lo hice," susurró ella.
Él sonrió, luego tomó sus manos en las suyas. "Esto es lo que vamos a hacer. Voy a ponerme de pie, y cuando lo consiga, tiraré de usted. ¿Está lista? "
"No estoy segura – "
"Allá vamos," refunfuñó él, tratando de levantarse, lo que no era tarea fácil dado que sus pies se apoyaban sobre patines, y los patines sobre el hielo.
"David, usted – "
Pero no sirvió de nada. Él se comportaba de forma predeciblemente masculina, lo que significaba que no atendía a razones (no cuando estas podían interferir con una oportunidad de mostrar un despliegue de fuerza bruta). Susannah podría haberle dicho – y de hecho, lo intentó- que el ángulo de palanca era inadecuado y que sus pies resbalarían y ambos iban a caerse de nuevo.
Que es exactamente lo que hicieron.
Pero esta vez David no se comportó de manera típicamente masculina, enojándose y buscando excusas. En cambio, simplemente la miró directamente a los ojos y se echó a reír.
Susannah se rió con él, su cuerpo estremeciéndose de pura y simple alegría. Nunca había sido así con Clive. Con Clive, aunque se había reído, se sentía siempre como si estuviera haciendo una demostración, como si todo el mundo contemplara su risa, preguntándose cual era la broma, porque uno no podía realmente ser parte del círculo más exclusivo y a la moda a menos que estuviera al corriente de todas las bromas privadas.
Con Clive, conocía todas las bromas privadas, pero no siempre las encontraba graciosas.
Aunque las había reído todas, esperando que nadie notara la incomprensión en sus ojos.
Esto era diferente. Era especial. Era…
No, pensó enérgicamente. No era amor. Pero si quizás sus inicios. Y tal vez
crecería. Y tal vez-
"¿Qué tenemos aquí? "
Susannah alzó la vista, pero ya había reconocido la voz.
El temor invadió su vientre.
Clive.
Capítulo Cinco.
Ambos hermanos Mann-Formsby asistieron a la reunión de patinaje de los Moreland, aunque es difícil afirmar que su encuentro fuera afable. En efecto, ha llegado a oídos de esta autora que el conde y su hermano casi llegaron a las manos.
Esto, querido lector, habría sido algo digno de ver. ¡Boxeo sobre patines! ¿Qué será lo siguiente? ¿Lucha bajo el agua? ¿Tenis a caballo?
Revista de Sociedad de Lady Whistledown,
4 de febrero de 1814
Cuando Susannah posó su mano en la de Clive fue como si hubiera retrocedido en el tiempo. Había pasado medio año desde ella había estado de pie así de cerca del hombre que había destrozado su corazón – o por lo menos su orgullo – y a pesar de lo mucho que deseó no sentir nada…
Lo hizo.
Su corazón se saltó un latido, su estómago se tensó y se le entrecortó el aliento, y oh, cómo se odió por todo ello.
Él no debería significar nada. Nada. Menos que nada si de ella dependiera.
"Clive," dijo, tratando de mantener la voz calmada incluso mientras tiraba de su mano para soltarse.
"Susannah," dijo él, cariñosamente, sonriéndole de esa forma suya, oh-que-seguro-de-mi-mismo-estoy. "¿Cómo estás? "
"Bien," contestó ella, irritada, después de todo, ¿cómo creía que iba a estar?.
Clive se giró para ofrecer una mano a su hermano, pero David ya se había puesto en pie.
"David," dijo Clive, cordialmente. "No esperaba verte aquí con Susannah. "
"Yo no esperaba verte aquí en absoluto," contestó David.
Clive se encogió de hombros. No llevaba sombrero, y un mechón de su pelo rubio le caía sobre la frente. "Hemos decidido asistir esta misma mañana. "
"¿Dónde está Harriet? " preguntó David.
"Con su madre cerca del fuego. No le gusta el frío. "
Permanecieron allí de pie durante un momento, un torpe trío sin nada que decir. Era extraño, pensó Susannah, dejando vagar sus ojos despacio de un hermano Mann-Formsby al otro. Durante todo el tiempo que había pasado con Clive, nunca lo había visto quedarse sin palabras o sin una sonrisa fácil. Él era un camaleón, deslizándose y adaptándose a cualquier situación con extrema facilidad. Pero ahora, él simplemente contemplaba a su hermano con una expresión que no llegaba a ser de hostilidad.
Pero tampoco era amistosa.
David no parecía muy contento, tampoco. Él tendía a permanecer más erguida y rígidamente que Clive, su postura era siempre correcta y formal. Verdaderamente, era raro que cualquier hombre se moviera con la sencilla y fluida gracia que Clive personificaba. Pero ahora David parecía, incluso, casi demasiado tieso, su mandíbula demasiado apretada. Cuando ellos se habían reído con tanta fuerza, solo unos momentos antes en el montón de nieve, ella había visto al hombre y no al conde.
Pero ahora…
El conde, definitivamente, había regresado.