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Dolía como nada que hubiera sentido antes, un dolor casi físico. Algo había ocurrido entre ella y David el día anterior. Había comenzado antes, tal vez en el teatro, y había ido creciendo, pero culminó cuando cayeron en el montón de nieve.

Ellos se habían reído, y ella había observado sus ojos. Y por primera vez, lo había visto realmente.

Y se enamoró.

Era lo peor que podía haber hecho nunca. Nada podría haberla expuesto a un corazón roto con mayor facilidad. Al menos no había amado a Clive. Había creído que sí, pero en realidad, había pasado más tiempo aquel verano preguntándose si lo amaba que haciéndolo. Y, cuando él le había dado calabazas, fue su orgullo el que se resintió, no su corazón.

Pero con David era diferente.

Y no sabía que hacer.

Mientras había estado sin poder dormir la noche anterior, calculó que podían darse tres situaciones. La primera era ideaclass="underline" David la amaba, así que lo único que ella tenía que hacer era declarar su amor, y vivirían felices para siempre.

Frunció el ceño. Tal vez debería esperar a que él le declarara su amor primero. Después de todo, si realmente la amaba, querría ser romántico y declararse formalmente.

Cerró los ojos con agonía. La verdad era, que no tenía ni idea de lo que sentía él, y de hecho, la verdad podría estar más cercana a la segunda situación posible, que era que él había estado persiguiéndola sólo para irritar a Clive. Si este fuera, en efecto, el caso, no tenía ni idea de qué hacer. Evitarlo como a una plaga, supuso, y rezar para que los corazones rotos sanaran rápidamente.

La tercera situación era, en su opinión, la más probable: a David ella le resultaba agradable, pero no la amaba, y sólo la había invitado a la reunión de patinaje como una cortesía. Parecía bastante lógico; los caballeros de la alta sociedad hacían esto todo el tiempo.

Se dejo caer de espalda sobre la cama, soltando un ruidoso gemido de frustración. Daba igual qué posibilidad era la verdadera – ninguna de las tres tenía una bien definida solución.

"¿Susannah? "

Susannah alzó la vista y vio a su hermana asomar la cabeza por una delgada rendija entre la puerta de su habitación y el marco de la misma.

"Tu puerta estaba abierta," dijo Letitia.

"No lo estaba. "

"Muy bien, no lo estaba," dijo Letitia, entrando, "pero te oí haciendo extraños sonidos y pensé que debía comprobar que estabas bien. "

"No," dijo Susannah, volviendo a mirar fijamente al techo, " me oíste haciendo extraños sonidos y te picó la curiosidad. "

"Bueno, eso también," confesó Letitia. Y cuándo Susannah no contestó nada, añadió, "¿Que hacías? "

Susannah sonrió con satisfacción mirando el techo. "Extraños sonidos. "

"¡Susannah! "

"Muy bien," dijo Susannah, ya que era imposible intentar mantener un secreto con Letitia, "cuido de un corazón roto, y si se lo dices a una sola persona, voy a – "

"¿Cortarme el pelo? "

"Te cortaré las piernas. "

Letitia sonreía mientras cerraba la puerta detrás de ella. "Mis labios están sellados," le aseguró, cruzando la habitación hasta la cama y sentándose en ella. "¿Es el conde? "

Susannah asintió.

"Oh, bien. "

La curiosidad la sacudió y Susannah se sentó. "¿Por qué bien? "

"Porque me gusta el conde. "

"Ni siquiera conoces al conde. "

Letitia se encogió de hombros. "Es fácil discernir su carácter. "

Susannah reflexiono sobre ello. No estaba segura de que Letitia tuviera razón. Después de todo, ella se había pasado casi un año pensando que David era arrogante, frío, e insensible. Aunque, su opinión había estado basada, sobre todo, en lo que Clive le había dicho.

No, tal vez Letitia tenía razón. Porque una vez que Susannah había pasado algún tiempo con David, sin Clive… bueno, no le había llevado mucho tiempo enamorarse de él.

"¿Qué debería hacer? " susurró Susannah.

Leticia no pudo ayudarla. "No lo sé. "

Susannah sacudió la cabeza. "Ni yo tampoco. "

"¿Sabe él lo que sientes? "

"No. Al menos, creo que no. "

"¿Sabes tú lo que siente él? "

"No. "

Letitia hizo un sonido de impaciencia. "¿Crees que podría sentir cariño por ti? "

Los labios de Susannah se estiraron en una mueca de incertidumbre. "Creo que sí. "

"Entonces deberías decirle lo que sientes. "

"Letitia, podría quedar como una idiota. "

"O podrías acabar siendo enormemente feliz. "

"O como una tonta," le recordó Susannah.

Letitia se inclinó hacia delante. " Esto va a sonar muy poco amable, pero realmente, Susannah, ¿tan terrible sería si te pusieras en ridículo? ¿Después de todo, qué podría ser más mortificante que lo que sucedió el verano pasado? "

"Esto sería peor," susurró Susannah.

"Pero nadie lo sabría. "

"David lo sabría. "

"El es una sola persona, Susannah. "

"Es la única persona que importa. "

"Ah," dijo Letitia, sonando un poquito sorprendida y bastante excitada. "Si es así como te sientes, entonces debes decírselo. " Cuando Susannah tan solo gimió, añadió, "¿Qué es lo peor que podría pasar? "

Susannah le lanzó una dura mirada. "No quiero ni empezar a pensarlo. "

"Debes decirle lo que sientes. "

"¿Por qué? ¿Para que puedas recrearte en mi mortificación? "

"Por tu felicidad," dijo Leticia mordazmente. "Él también te amara, estoy segura. Probablemente ya lo hace. "

"Letitia, no tienes el menor hecho en que basar esa suposición. "

Pero Letitia no le prestaba atención. "Debes ir esta noche," dijo de repente.

"¿Esta noche? " repitió Susannah. "¿Dónde? Me parece que no tenemos ninguna invitación. Mama planeaba que nos quedáramos tranquilamente en casa. "

"Exactamente. Esta noche es la única noche de esta semana que podrás escaparte y visitarlo en su casa. "

"¿En su casa? " casi chilló Susannah.

"Lo que tienes que decirle debe ser dicho en privado. Y nunca encontrarás un momento de intimidad en un baile en Londres

"No puedo ir a su casa," protestó Susannah. "Quedaría arruinada. "

Letitia se encogió de hombros. "No, si nadie se entera. "

Susannah se quedó pensativa. David no se lo diría nunca a nadie, estaba segura. Incluso aunque la rechazara, él no haría nada que pusiera su reputación en peligro. Él simplemente la cogería, ordenaría un carruaje sin escudo, y la enviaría discretamente de vuelta a casa.

De cualquier forma, no tenía nada que perder, excepto su orgullo.

Y, desde luego, su corazón.

"¿Susannah?" susurró Letitia, "¿vas a hacerlo? " Susannah alzó la barbilla, miró a su hermana directamente a los ojos, y asintió con la cabeza.

Su corazón, después de todo, ya estaba perdido.

Capitulo Siete.

Y en medio de todo este frío, nieve y viento helado y frío y… bien, en medio de este tiempo abominable, para decirlo francamente,¿ puede Esta Autora recordarle, querido lector, que el día de San Valentín se acerca rápidamente?

Hora de ir al almacén de papelería para conseguir tarjetas de San Valentín y quizás, también para visitar al confitero y a la florista.

Caballeros, ahora es el momento de expiar todos sus pecados y transgresiones. O al menos de intentarlo.

Revista de Sociedad de Lady Whistledown,

4 de febrero de 1814

El estudio de David estaba por lo general impecable, cada libro colocado en su sitio sobre la correspondiente estantería; los papeles y los documentos organizados en ordenadas pilas, o aún mejor, archivados en su lugar o en su cajón; y nada, absolutamente nada, sobre el suelo excepto la magnifica alfombra y el mobiliario.

Esta noche, sin embargo, la habitación estaba cubierta de papeles. Papeles arrugados. Tarjetas de San Valentín, para ser exactos.