"Desde luego que me incumbe. Fuimos pareja durante meses. "
"Y tú te casaste con otra persona," le recordó ella. ¡Dios mío!, ¿estaba Clive celoso?
"Es solo que… David" escupió él con voz desagradable. "De entre toda la gente, Susannah. "
"¿Qué pasa con David? " preguntó ella. "Él es tu hermano, Clive. "
"Exactamente. Lo conozco mejor que nadie. " Su mano apretó su cintura cuando ellos dieron la vuelta sobre el embarcadero. "El no es el hombre adecuado para ti. "
"Creo que no estás en posición de aconsejarme. "
"Susannah… "
"Sucede que me agrada tu hermano, Clive. Él es divertido, y simpático, y… – "
Clive tropezó, lo cual era algo muy raro para un hombre con su gracia de movimientos. "¿Has dicho divertido? "
"No sé, supongo que lo hice.Yo…- "
"¿David? ¿Divertido? "
Susannah recordó los momentos en el montón de nieve, el sonido de la risa de David y la magia de su sonrisa. "Sí", dijo ella, con tranquilidad. "Él me hace reír. "
"No sé qué está pasando," refunfuñó Clive, "pero mi hermano no tiene ningún sentido del humor. "
"Eso no es verdad. "
"Susannah, yo lo he conocido durante veintiséis años. Creo que eso cuenta más que tu relación de ¿cuánto? ¿una semana? "
Susannah sintió que su mandíbula se apretaba en una línea enojada. No le gustaba que nadie fuera condescendiente con ella, especialmente Clive. "Me gustaría regresar a la orilla,"dijo mordiendo las palabras. "Ahora".
"Susannah- "
"Si no deseas acompañarme, volveré sola," lo advirtió ella.
"Solamente una vuelta más, Susannah," la engatusó él. "Por los viejos tiempos. "
Ella lo miró, lo cual fue un terrible error. La estaba mirando fijamente con aquella expresión que volvía siempre sus rodillas de mantequilla. No sabía como unos ojos azules podían parecer tan cálidos, pero los de él prácticamente se derretían. La miraba como si ella fuera la única mujer en el mundo, o el último bocado de comida para un famélico, o…
Estaba hecha de un material más resistente ahora, y sabía que no era la única mujer en el mundo para él, pero parecía realmente sincero, y pese a su inmadura forma de ser, Clive no era, en el fondo, mala persona. Sintió que su resolución se debilitaba, y suspiró. "Bueno", dijo con voz resignada. "Una vuelta más. Pero eso es todo. Vine con David, y no es justo dejarlo solo. "
Y cuando se pusieron en marcha para otra vuelta alrededor de la pista habilitada por Lord y Lady Moreland para sus invitados, Susannah se dio cuenta de que ella realmente quería regresar con David. Clive podría ser hermoso, y podría ser encantador, pero no hacía que su corazón palpitara con una sola mirada.
David sí.
Y nada podía haberla sorprendido más.
Los criados de los Moreland habían encendido un fuego bajo la tina del chocolate, así que la bebida estaba malditamente caliente, aunque no lo suficientemente dulce. David se había bebido tres tazas de la amarga poción antes de darse cuenta de que el calor que comenzaba finalmente a sentir en sus dedos de las manos y de los pies no tenía nada que ver con el fuego de su izquierda y todo con la cólera que se había estado cociéndose a fuego lento en su interior desde el momento en que Clive había aparecido junto al montón de nieve y los había mirado desdeñosamente a él y a Susannah.
¡Infierno y condenación!, eso no era exacto. Clive había mirado a Susannah. No podía haberse preocupado menos por David – su hermano, por el amor de Dios – y la había mirado fijamente, de un modo en que, se suponía, ningún hombre miraba a una mujer que no fuera su esposa.
Los dedos de David se apretaron alrededor de su taza. Oh, muy bien, exageraba. Clive no había mirado a Susannah de forma lujuriosa (David debería saber distinguirlo, ya que él sí había estado mirándola exactamente de ese modo), pero su expresión había sido definitivamente posesiva, y sus ojos se habían encendido de celos.
¿Celos? Si Clive hubiera querido tener derecho a sentir celos por Susannah, él debería haber hecho lo malditamente correcto y casarse con ella, y no con Harriet.
Apretando la mandíbula hasta casi encajarla, David miró como su hermano conducía a Susannah alrededor de la pista de hielo. ¿La quería Clive aún? David no estaba preocupado; bueno, no demasiado. Susannah nunca se deshonraría siendo demasiado familiar con un hombre casado.
Pero, ¿ y si ella todavía lo añorara? Demonios, ¿y si ella todavía lo amaba? Dijo que ya no lo hacía, pero ¿conocía ella realmente su propio corazón? Los hombres y las mujeres tendían a engañarse a si mismos cuando estaban enamorados.
¿Y si él se casara con ella – y tenía toda la intención de hacerlo- y ella todavía amaba a Clive? ¿Como podría soportarlo, sabiendo que su esposa prefería a su hermano?
Era una perspectiva espantosa.
David dejó su taza sobre una mesa cercana, ignorando las asustadas miradas de sus compatriotas cuando esta aterrizó con un ruidoso golpe, salpicando chocolate sobre el borde.
"Su guante, milord" indicó alguien.
David bajo la mirada desapasionadamente hacia su guante de cuero, que se estaba volviendo marrón oscuro donde el chocolate había caído. Seguramente lo había arruinado, pero a David no podía importarle menos.
"¿Milord? " preguntó de nuevo la misma voz anónima.
David debió volverse hacia el con una expresión cercana a un gruñido, porque el joven caballero se apresuró a marcharse.
Y alguien que se alejara del fuego durante un día tan helado como este debía desear estar en cualquier otra parte con mucha fuerza.
Unos momentos más tarde, Clive y Susannah reaparecieron, patinando aún perfectamente sincronizados. Clive la contemplaba con aquella expresión extraordinariamente cálida que había perfeccionado a la edad de cuatro años (Clive jamás había sido castigado por nada; una mirada arrepentida de aquellos enormes ojos azules conseguía salvarlo de cualquier reprimenda), y Susannah lo miraba fijamente con una expresión de…
Bien, para ser sincero, David no estaba muy seguro de cual era la clase de expresión que estaba en su cara, pero no era la que él habría querido ver, odio puro.
O furia, esa también habría sido aceptable. O tal vez completa indiferencia. Sí, una completa carencia de interés habría sido la mejor.
Pero en cambio ella lo miraba con algo próximo al afecto cansado, y David
no sabía como interpretar esto.
"Aquí está," dijo Clive, una vez que llegaron hasta él. "De vuelta a tu lado. Sana y salva como prometí. "
David pensó que Clive utilizaba un tono un tanto demasiado agresivo, pero no tenía ningún deseo de prolongar el encuentro, así que todo que dijo fue, "Gracias. "
"Ha sido un paseo encantador, ¿no Susannah? " dijo Clive.
"¿Qué? Oh, si, por supuesto," contestó ella. "Ha estado bien ponerse al día. "
"¿No tienes que regresar junto a Harriet? " preguntó David intencionadamente.
Clive solo sonrió abiertamente, casi desafiante. "Harriet estará bien sin mi durante unos minutos. Además, ya te dije que estaba con su madre. "
"Sin embargo" dijo David, siendo francamente irritante ahora, "Susannah está conmigo. "
"¿Qué tiene eso que ver con Harriet? " lo desafió Clive.
La barbilla de David se alzó unos milímetros. "Nada, salvo que tú estás casado. "
Clive plantó las manos sobre sus caderas. "A diferencia de ti, que no estás casado con nadie."
Los ojos de Susannah iban de acá para allá, de hermano a hermano.
"¿Qué demonios se supone que significa eso? " exigió David.
"Nada, salvo que deberías poner tus propios asuntos en orden antes de meterte en los míos."