"¡Tuyos! " casi explotó David. "¿Desde cuándo ha pasado Susannah a ser asunto tuyo? "
Susannah se quedó boquiabierta.
"¿Cuándo lo ha sido tuyo? " replicó Clive.
"No creo que eso te concierna. "
"Bien, pues me concierne más a mi que…- "
"¡Señores! " los interrumpió finalmente Susannah, incapaz de creer la escena que se desarrollaba delante de sus ojos. David y Clive reñían como un par de chiquillos de seis años incapaces de compartir su juguete favorito.
Y ella parecía ser el juguete en cuestión, una metáfora que encontró más bien insultante.
Pero ellos no la oyeron, o si lo hicieron, no les importó, porque siguieron discutiendo hasta que ella se colocó físicamente entre ambos y dijo, "¡David! ¡Clive! Es suficiente. "
"Apártese, Susannah," dijo David, casi gruñendo. "Esto no es por usted. "
"¿No lo es? " ella preguntó.
"No," dijo David con tono duro, "no lo es. Es por Clive. Siempre es por Clive. "
"Un momento," dijo Clive furioso, empujando a David en el pecho.
Susannah jadeó. ¡Iban a liarse a golpes! Miró alrededor, pero gracia a Dios, nadie
parecía haberse percatado de la inminente pelea, ni siquiera Harriet, que estaba sentada a poca distancia, charlando con su madre.
"Te casaste con otra," prácticamente siseó David. "Perdiste cualquier derecho sobre Susannah cuando… – "
"Me marcho," anunció ella.
" -…te casaste con Harriet. Y deberías haber considerado… – "
"¡He dicho que me marcho! "repitió ella, preguntándose por qué se preocupaba de si la habían oído o no. David había dejado bastante claro que esto no era por ella.
Y no lo era. Cada vez estaba más claro. Ella era simplemente un tonto premio a conseguir. Clive la quería porque pensaba que David la tenía. David la quería por la misma razón. Ninguno de los dos se preocupaba realmente por ella; lo único que les importaba era ganarse el uno al otro en alguna tonta competición de toda la vida.
¿Quién era el mejor? ¿Quién era el más fuerte? ¿Quién tenía más juguetes?
Era estúpido, y Susannah estaba harta de ello.
Y herida. Profundamente herida en lo más hondo de su corazón. Durante un mágico momento, ella y David se habían reído y habían bromeado, y ella se había permitido soñar con que algo especial estaba creciendo entre ellos. Él no se había comportado como ningún otro hombre que conociera. Realmente la escuchó, lo cual era una experiencia nueva. Y cuando él se rió, el sonido había sido cálido, rico y sincero. Susannah tenía la teoría de que uno podía saber mucho sobre una persona por su risa, pero tal vez esto era tan solo otro sueño perdido.
"Me marcho," dijo ella por tercera vez, sin estar muy segura de porqué se molestaba. Quizás era alguna clase de enfermiza fascinación con la situación que tenía entre manos, una morbosa curiosidad por ver lo que ellos harían cuando realmente comenzara a alejarse.
"No, no se va," dijo David, agarrando su muñeca en el instante en que ella se movió.
Susannah parpadeó sorprendida. La había estado escuchando.
"La escoltaré," dijo él rígidamente.
"Obviamente está bastante ocupado aquí," dijo ella, con una sarcástica mirada hacia Clive. "Estoy segura de que puedo encontrar a algún conocido que me lleve a casa. "
"Vino conmigo. Se marchará conmigo. "
"No es… – "
"Es necesario," dijo él, y Susannah, de repente, entendió por qué era tan temido entre los miembros de la Temporada.
Su tono podría haber congelado el Támesis.
Miró el hielo – sobre el río, y casi se rió.
"En cuanto a ti, hablaremos más tarde," dijo bruscamente David a Clive.
"¡Pffft.! " Susannah se tapó la boca con la mano.
David y Clive se volvieron a mirarla con expresión irritada. Susannah luchó contra otro acceso de sumamente inoportuna risa tonta. Nunca había pensado que ellos se parecieran tanto el uno al otro hasta ahora. Cuando ambos la miraron exactamente de la misma forma, sumamente enojados.
"¿De qué te ríes? " exigió Clive.
Ella apretó los dientes para impedirse sonreír. "De nada".
"Obviamente es de algo," dijo David.
"No es por usted," contestó ella, temblando con risa apenas contenida. Era divertido devolverle sus propias palabras.
"Se está riendo," la acusó él.
"No me río. "
"Lo hace," dijo Clive a David, dejando de discutir el uno con el otro en ese instante.
Por supuesto que ya no discutían entre ellos; ahora se habían aliado contra ella.
Susannah miró a David, después miró a Clive. Volvió a mirar a David, que fruncía el ceño tan ferozmente que ella debería estar temblando encima de sus patines, pero en cambio simplemente se echó a reír.
"¿Qué? " exigieron David y Clive al unísono.
Susannah solamente sacudió la cabeza, tratando de decir, "no es nada," mientras reía, pero no lo logró y solo consiguió parecer una lunática trastornada.
"La llevo a casa," dijo David a Clive.
"Será lo mejor," contestó Clive. "Evidentemente no puede permanecer aquí. " Entre la sociedad civilizada, implicaba la frase.
David la tomó por el codo. "¿Está lista para marcharse? " le preguntó, a pesar de que ella había anunciado su intención de hacer exactamente eso nada menos que tres veces.
Ella asintió, y se despidió de Clive antes de permitir que David se la llevara.
"¿Qué ha sido todo eso? " le preguntó él, una vez que estaban acomodados en su carruaje.
Ella sacudió la cabeza inútilmente. "Se parecía tanto a Clive. "
"¿A Clive? "repitió él, con voz teñida de incredulidad. "No me parezco en nada a Clive. "
"Bien, tal vez no en los rasgos," dijo ella, tirando distraídamente de los flecos de la manta que tenía extendida sobre el regazo. "Pero sus expresiones eran idénticas, y usted actuaba exactamente igual que él. "
La expresión de David se volvió pétrea. "Nunca actúo como Clive,"dijo, mordiendo las palabras.
Ella se encogió de hombros por toda respuesta.
"¡Susannah! "
Lo miró con las cejas arqueadas.
"No actúo como Clive," repitió él.
"No, normalmente no. "
"Hoy tampoco" afirmó él.
"Sí, hoy sí, me temo. Lo hizo. "
"Yo- " Pero no terminó la frase. En cambio, apretó los labios y mantuvo la boca cerrada, abriéndola sólo para decir, "Estará en casa pronto. "
Lo que no era cierto. Había unos buenos cuarenta minutos hasta Portman Square. Susannah sintió el paso de cada uno de esos minutos con insoportable detalle, puesto que ninguno de ellos volvió a decir una palabra hasta que llegaron a su casa.
El silencio, se percató ella, podía ser increíblemente ensordecedor.
Capítulo Seis.
¡Qué divertido!, Lady Eugenia Snowe fue vista arrastrando a su nuevo yerno a través del hielo por las orejas.
¿Quizás ella lo divisó dando una vuelta sobre el hielo con la encantadora Susannah Ballister?
¿Y no desearía el Mann-Formsby más joven ahora haber llevado puesto sombrero?
Revista de Sociedad de Lady Whistledown,
4 de febrero de 1814
¡¡¡¿Igual que Clive?!!!
David agarró el periódico que había estado intentando leer y brutalmente lo estrujó entre sus manos. Y después, lo arrojó a través del cuarto. Esto, sin embargo, fue una totalmente insatisfactoria demostración de mal humor ya que el periódico apenas pesaba y terminó por flotar hecho una ligera pelota, antes de aterrizar suavemente sobre la alfombra.
Golpear algo habría sido infinitamente más satisfactorio, sobre todo si él hubiera podido sacudirle el puñetazo al retrato familiar que colgaba sobre la repisa de la chimenea, directamente sobre la permanentemente sonriente cara de Clive.