Выбрать главу

Joel lanzó una mirada a la escalera de caracol y vio que la banda de chicos había llegado abajo. Deseó fugazmente que sus asuntos -fueran los que fueran- los llevaran a algún lugar del canal. Había una barcaza abandonada debajo del puente y esperó fervientemente que la utilizaran de guarida. Pero en lugar de dirigirse hacia allí, fueron directos a la pista de patinaje, las capuchas de las sudaderas puestas encima de las gorras de béisbol, los anoraks con la cremallera bajada a pesar del crudo invierno, vaqueros anchos bajos de cadera.

– Vamos, Tobe -dijo Joel-. Tenemos que arreglar el cuarto, ¿recuerdas? La tía Ken dijo que teníamos que tenerlo más ordenado y hay cosas por todas partes, ¿entiendes?

– ¡Mira! -gritó Toby, señalando a los chicos que seguían cruzando a toda velocidad la pista de patinaje-. ¿Puedo hacerlo? Podría hacerlo si me dejarais.

Joel se encorvó y agarró a su hermano del brazo.

– Tenemos que irnos -dijo-. Y estoy muy cabreado porque no me has esperado donde tenías que esperarme. Vamos.

Toby se resistió a ponerse de pie.

– No. Puedo hacerlo. ¿Puedo hacerlo, chicos? Podría si me dejarais.

– Podría si me dejarais, podría si me dejarais -dijo una voz imitando a la de Toby, y Joel no tuvo que girarse para saber que él y su hermano se habían convertido en el centro de atención de los chicos que habían bajado del puente-. Podría hacerlo si me dejarais, Joelly Joel. Sólo que primero tengo que limpiarme el culo porque se me olvidó esta mañana cuando me cagué encima.

Joel frunció el ceño cuando oyó su nombre, pero tampoco se giró para ver quiénes eran los chicos.

– Tobe, tenemos que irnos -dijo en un susurro feroz.

Pero le oyeron.

– Apuesto a que tienes que marcharte, amarillo de mierda. Mejor corre mientras puedas hasta que encuentres el camino. Tú y el pequeño gilipollas que te acompaña. Joder, ¿qué hace con ese flotador puesto?

Toby al fin se fijó en los otros chicos, que es lo mismo que decir que el tono desagradable de quien hablaba, por no mencionar su proximidad, logró alejar su atención de la pista de patinaje. Miró a Joel para que lo aconsejara sobre si tenía que responder, mientras que en la pista de patinaje, el ritmo decreció de repente, como por la expectación de una acción más fascinante.

– Ah, ya sé por qué lleva ese flotador, ¿sabes? -dijo la misma voz burlona-. Va a darse un baño. Greve, ¿por qué no le ayudas?

Joel sabía qué significaba aquello. Aparte del estanque de los patos, sólo había un lugar con agua cerca. Notó que los dedos de Toby se cerraban en torno al bajo desgastado de sus vaqueros azules. Aún no se había levantado del borde de la pista, pero le había cambiado la cara. La alegría de ver a los chicos en la pista se había convertido en miedo al ver a los chavales de detrás de Joel. No los conocía, pero percibía la amenaza en sus voces, aunque no supiera que iba dirigida a él.

– ¿Quién es, Joel? -le preguntó Toby a su hermano.

Había llegado el momento de averiguarlo. Joel se dio la vuelta. Los chicos estaban colocados formando una especie de media luna. En el centro estaba el chico mestizo de cara mustia que Hibah había presentado como su novio. Había dicho que se llamaba Neal. Si dijo algún apellido, Joel no lo recordaba. Lo que sí recordaba era su único encontronazo con él, la pequeña broma que le había gastado, aquel chiste, justo el tipo de comentario que era improbable que un chico como Neal olvidara. En presencia de su banda, sobre la cual sin duda siempre ansiaba mantener su supremacía, Joel sabía que el chico podría aprovechar la oportunidad perfectamente para demostrar su fuerza, si no era con un niño indefenso como Toby, sí con su hermano, la derrota del cual le daría muchos puntos.

Joel se dirigió al chico llamado Greve, que había avanzado varios pasos para coger a Toby.

– Déjale en paz -dijo-. No te está haciendo daño. Vamos, Tobe. Tenemos que irnos a casa.

– Tienen que irse a casa -dijo Neal-. Ahí es donde se bañan. Tienes una bonita piscina en el jardín, Tobe. ¿Y qué mierda de nombre es ése?

– Toby -murmuró el pequeño, aunque tenía la cabeza agachada.

– To-by. Qué mono. Bueno, To-by, deja que me quite de en medio para que puedas irte corriendo a casa.

Toby empezó a levantarse, pero Joel conocía el juego. Un paso en su dirección y Neal y su banda se les echarían encima a los dos, sólo para divertirse. Joel imaginó que podría sobrevivir a un encuentro con estos chicos porque había suficientes personas en Meanwhile Gardens a esta hora del día para que alguien acudiera en su rescate, o bien sacara el móvil y llamara al 091. Pero no quería dejar que Toby cayera en las fauces de este grupo de chicos. Para ellos, el niño era como un perro con tres patas, alguien a quien humillar, hostigar y hacer daño.

– Oye, puedes quedarte donde estás, tío -dijo Joel a Neal con absoluta simpatía-. No vamos en esa dirección, así que no supones ningún problema para nosotros.

Uno de los chicos de la banda de Neal se rió con la respuesta, tan despreocupadamente había conseguido pronunciarla y tan claramente había transmitido una ausencia de miedo del todo inapropiada. Neal lanzó una mirada al grupo de chicos, buscando el origen de aquella falta de respeto. Cuando no la encontró, se volvió directamente hacia Joel.

– Eres un amarillo de mierda, Jo-el. Lárgate de aquí. Y que no te vuelva a ver…

– No soy más amarillo que tú -señaló Joel, aunque la verdad era que sólo dos razas habían convergido para crear a Neal, mientras que en el caso de Joel habían participado al menos cuatro que nadie estaba dispuesto a identificar-. Así que yo no hablaría del color de piel de nadie, colega.

– No me llames colega, Joe-el, como si fueras lo que no eres. Me como a bichos de tu tamaño para desayunar.

Se oyeron risitas disimuladas entre el grupo de chicos. Espoleado por ellas, Neal dio un paso hacia delante. Hizo un gesto con la cabeza a Greve, un movimiento que indicaba que el chico debía coger a Toby como le había ordenado, y entonces centró su atención en la bolsa que llevaba Joel.

– Dame eso -le dijo mientras Greve se acercaba, y Toby se encogió para alejarse de él-. Veamos que llevas ahí.

En ese momento, Joel se sintió totalmente atrapado. Sólo vio una salida, que tenía muy pocas esperanzas de éxito. Podía ver lo que iba a pasar si no actuaba, así que actuó deprisa. Levantó a Toby de un tirón, le puso la bolsa con la lámpara de lava en los brazos y le dijo:

– Corre. ¡Corre! Ya, Tobe, ¡corre!

Por una vez, Toby no cuestionó la orden. Se deslizó por la pista de patinaje y la cruzó por la parte inferior.

– A por él -gritó alguien, y los chicos se movieron como una unidad, pero Joel, rápidamente, se interpuso en su camino.

– Cabrón de mierda -le dijo a Neal-. Das por culo a los cerdos, ¿verdad? Juegas a ser un tipo duro cuando eres mitad cerdo y por eso la metes donde la metes.

Era un discurso suicida, como había planeado que fuera, pero captó la atención de Neal. También captó la atención de su pandilla, porque siempre hacían lo que hiciera Neal, al carecer ellos de cerebro. A Neal se le puso la cara roja y el acné que tenía se volvió púrpura. Cerró los puños. Se dispuso a embestirle. Su banda avanzó para entrar a atacar, pero el chico gritó:

– ¡Es mío! -Y se abalanzó sobre Joel como un perro rabioso.

Joel recibió la fuerza del cuerpo de Neal en el estómago. Los dos chicos cayeron al suelo con los brazos en el aire. Un grito de alegría surgió de entre los amigos de Neal, que avanzaron para mirar. Los chicos de la pista de patinaje se unieron a ellos, hasta que lo único que vio Joel detrás de la cara encolerizada de Neal fue una masa de piernas y pies.

Joel no peleaba bien. Siempre se quedaba sin respiración cuando hacía esfuerzos, y la única vez que había estado en una bronca de verdad, no pudo recobrar el aliento y acabó en Urgencias con una mascarilla sobre la nariz y la boca. Así que lo que sabía de peleas era lo que veía en televisión, que consistía en mover infructuosamente los puños y esperar contactar con alguna parte del cuerpo de Neal. Logró plantar un golpe en la clavícula del chico, pero Neal contraatacó con uno que alcanzó a Joel en plena sien y provocó que le zumbara el oído.