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El Siciliano y Hook se lanzan literalmente en el buffet, devorando panes con salami, suaves, con la mantequilla regada en la parte superior, esa redonda, pero no la prueban, lo tragan directamente sin masticarla. Se ha vuelta casi una competencia. Y mas pizzas, sándwiches mezclados de pastas dulces y pequeños chocolates.

Al final el Siciliano se ahoga. Hook le da golpes cada vez mas fuertes en la espalda, la ultima tan fuerte que el Siciliano comienza a toser, escupiendo pedazos de comida en lo que quedaba del Buffet. La mayor parte de los invitados que estaban cerca se meten inmediatamente a dieta. Schello comienza a reír como loco, Francesca a preocuparse seriamente.

Bunny gira por el salón. Parece un cuidadoso coleccionista: agarra los objetos pequeños, se los lleva cercano a los ojos, revisa los números estampados y si son de plata se los mete en el bolsillo.

Rápidamente lo fumadores son obligados a botar las cenizas en las plantas.

Pollo, como buen profesional, busca rápido el cuarto de la madre. Lo encuentra. Ha sido sabiamente cerrado con llave. Pero la llave la han dejado puesta en la cerradura. Ingenuos. Pollo abre la puerta. Las carteras de las muchachas están todas en la cama, ordenadamente. Comienza a abrirlas, una después de la otra, sin mucho esfuerzo.

Las billeteras esta casi todas llenas, es propiamente una bella fiesta: gente de clase, nada mas que decir. En el corredor Hook fastidia a una amiga de Pallina con miradas y comentarios fastidiosos. Un muchacho, un poco menos gelatinado que los otros, trata de darle un vago concepto de educación. Se lanza en una discusión verbal. Remediada al aire con un puño que fue mucho mas pesado que los comentarios que le tocaron a su chica. Hook no soporta los sermones. Su padre es abogado, ama las palabras al menos tanto como su hijo odia la idea de estudiar derecho.

Pallina, quizás por la emoción, se acuerda de tener ella también problemas en la mente, disculpándose con el resto:

‘Se me ha corrido el rimel, voy al baño a arreglarme el maquillaje.’ Cosa que serviría mucho al tipo, que se aleja en silencio, con su chica en la mano y los cinco dedos de Hook estampados en la cara.

Pollo lanza la ultima cartera en la cama.

‘Caramba! Que robo… tienes una cartera así, vas a una fiesta así, y te llevas solo diez euros? Pero de verdad que eres pobre!’

Esta por marcharse cuando nota que en la silla vecina, apoyada en un cojin y escondida por una chaqueta esta una cartera. La agarra. Es una bella cartera elegante y pesada, de cuero y dos líneas atadas que la cierran. Debe estar bien rica, si la propietaria se preocupa tanto por esconderla. Pollo comienza a abrir el nudo de las dos piezas atadas, maldiciendo su vicio de comerse siempre las uñas. Uno puede sufrir de falta de afecto, esta bien, quizás de falta de dinero. Pero nunca de ambas cosas a la vez. Finalmente desata el nudo. Justo en ese momento se abre la puerta. Pollo esconde la cartera detrás de la espalda. Una chica de cabello oscuro, sonriente, entra tranquila. Cuando lo ve, se para.

‘Cierra la puerta.’

Pallina obedece. Pollo saca la cartera de atrás y comienza a buscar dentro. Pallina asume una expresión disturbada. Pollo ve que lo esta mirando.

‘Entonces, se puede saber que quieres?.’

‘Mi cartera.’

‘Que esperas? Agarrala no?’

Pollo indica la cama llena de carteras ya vaciadas.

‘No puedo.’

‘Porque?’

‘Porque un idiota la tiene en las manos.’

‘Ah.’ Pollo sonríe. Mira mejor a la muchacha. Es muy linda con los cabellos negro, un copete hacia atrás y la mueca de la boca ligeramente molesta. Naturalmente tiene una falda elegante. Pollo busca la billetera, la agarra.

‘Toma…’ le lanza la cartera. ‘Basta que la pidas…’

Pallina agarra la bolsa en el aire. Y comienza también a buscar algo adentro.

‘Sabes que no se busca en las carteras de las señoritas, no te lo ha dicho tu madre?’

‘Nunca he hablado con mi madre. Hey, sin embargo, tu deberías tener una charla con la tuya.’

‘Porque?’

‘Bueno, no puede ser que te manda solo con cincuenta euros.’

‘Es mi semana.’

Pollo se los mete en el bolsillo.

‘Era.’

‘Quiere decir que estaré a dieta.’

‘Entonces te hice un favor.’

‘Cretino!’

Pallina consigue lo que buscaba, y después deja la cartera.

‘Cuando hayas terminado mete la billetera de nuevo. Gracias.’

‘Escucha, ahora que comienzas a estar a dieta, quizás mañana te invito a comer una pizza.’

‘No gracias, cuando yo pago quiero tener al menos la libertad de elegir con quien voy.’ Se va hacia la puerta.

‘Hey, espera un momento.’

Pollo la alcanza.

‘Que has agarrado?’

Pallina se lleva la mano hacia la espalda. ‘Nada que te deba interesar.’

Pollo le agarra los brazos.

‘Eso lo diré yo. Enséñame.’

‘No, déjame ir. Ya agarraste el dinero, no? Que quieres ahora?’

‘Eso que tienes en tus manos.’

Pollo trata de agarrarla. Pallina apoya su pecho en contra de el, alejando lo mas posible su pequeña mano cerrada.

‘Dejame, ve que sino me pongo a gritar.’

‘Y yo te agarro a nalgadas.’

Pollo finalmente alcanza su pulso y lo lleva hacia el. Le agarra el brazo con el pequeño puño cerrado, decidido, enfrente.

‘Mira, si me lo abres te juro que no te hablare nunca mas…’

‘Entenderas, nunca habíamos hablado sino hasta hoy, no moriré…’

Pollo agarra la pequeña suave mano de la chica y comienza a empujarle con las palmas los dedos hacia atrás. Pallina trata de resistir. Inútilmente. Con las lagrimas en los ojos, llevandose el peso hacia atrás para darle mas fuerza a sus dedos. ‘Te lo pido, sueltame.’ Pollo continúa sin darle ventaja. Al final, uno después del otro, los dedos se doblan, vencidos, revelando su secreto.

En la mano de Pallina estaba la explicación de aquellos puntos rojos en la cara y del seno crecido. El motivo de ese nerviosismo que, una vez al mes, agarra antes o después a cada joven muchacha y que cuando no llega las pone aun más nerviosas o las hace ser mama. Pallina se queda allí, frente a el, en silencio, mortificada. Ha sido humillada. Pollo, sentándose en la cama, comienza una risa ensordecedora.

‘Entonces mañana no, que no te invito a cenar. Sino entonces después que haremos? Nos contamos chistes?!’

‘Ah no, eso no, no conozco tan estupidos como para hacerte reír! Y el resto de seguro que no los entenderías.’

‘Hey, fuerte la niña!’ Pollo queda herido.

‘De todas formas estoy segura que ya te divertí bastante.’

‘Porque?’

Pallina se masajea los dedos. Pollo se da cuenta. ‘Me has hecho mal, no era eso lo que querías?’

‘Si apenas se pusieron rojos, no seas exagerada, dentro de un rato se te pasa.’

‘No hablaba de mi mano.’ Lo dice antes de ponerse a llorar.

Pollo se queda allí, sin saber muy bien que hacer. Todo eso que le viene en mente es de poner de nuevo su billetera y sus cosas en la cartera. Claro, no de restituirle los cincuenta euros.

El DJ, un tipo musical, con el cabello ligeramente más largo que el resto para resaltar su aspecto artístico, se agita controlando todo a tiempo. Sus manos se mueven adelante y atrás de los dos discos, mientras un audífono le da la posibilidad de escuchar antes lo que va a sonar y así evitar una vergüenza por una entrada equivocada.

Step gira por la fiesta, se mira alrededor, escucha distraído estupidos discursos de chicas de dieciocho años: vestidos costosos vistos en vitrinas, motos no compradas por sus padres, noviazgos imposibles, cuernos asegurados, aspiraciones frustradas.

De la ventana en el fondo del salón, esa que da a la terraza, entra un poco de viento. Las cortinas vuelan ligeramente mientras que se quedan atadas con la ventana. Se ven manos que las empujan tratando de abrir la ventana. Un buen chico elegante ha logrado empujarla mejor, consiguiendo el lugar y fuerza justa. Poco después, a sus espaldas aparece una chica. Ríe divertida de esa pequeña dificultad. La luz de la luna, que viene detrás, ilumina ligeramente su vestido volviéndolo por un momento transparente.