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Step la mira sonriendo.

‘Te conviene secarte, sino puedes agarrar un resfriado.’

Babi se quita con la mano los largos cabellos bañados que le cubren la cara. Descubre sus ojos. Están molestos y decididos. Step finge tener miedo.

‘Uy, hagamos como si no dije eso.’ Continua a friccionar sus cabellos. Babi se mantiene sentada en el suelo. Su traje bañado se ha vuelto transparente. Debajo del tejido de flores lila se ven bordados de un sostén claro, quizás combinado con sus panties. Step se da cuenta.

‘Entonces, quieres o no una toalla?’

‘Vete a lavarte el culo.’

‘Que palabras! Pero como, una chica tan buena como tu dice estas cosas? Recuerdame la próxima vez que tomemos una ducha juntos te debo lavar la boca con jabón. Esta claro? Recuerdamelo, eh?’

Escurre la camisa y poniéndosela en los hombros sale del baño.

Babi lo mira al alejarse. En su espalda todavía mojada, algunas pequeñas gotas de agua se deslizan entre los nervios y musculos sobresalientes y bien delineados. Babi agarra un champú que consigue en el suelo y se lo lanza. Sintiendo el ruido, Step baja la cabeza por instinto.

‘Ah, ya entiendo porque estas tan molesta, se me olvido lavarte con champú. Esta bien, pronto regreso.’

‘Vete! Ni lo intentes…’

Babi cierra veloz la puerta transparente de la ducha. Step mira sus pequeñas manos aferradas al vidrio.

‘Toma!’ le lanza el champú por arriba, a través del vidrio abierto en lo alto de la ducha.

‘Yo se que te gusta hacerlo por ti misma… como muchas otras cosas… del resto!’ y después con una risa fuerte sale del baño.

Con la palabra policía, en el salón hay una huida general. La pelea termina rápido. Lucone, el Siciliano y Hook, del pasado mas tormentoso, son los primeros a alcanzar la puerta. Algunos invitados se mantienen en la tierra sangrando. Roberta, en un lado, llora. Otros muchachos ven los energúmenos salir con sus plumas, los Henri Lloyd, cualquier Fay y chaquetas costosas. Bunny, con un extraño sonido a platería, se aleja mas pesado de lo normal. Corren por las escaleras, veloces, haciendo temblar el pasamanos donde se agarran para ayudarse en las curvas. Rompen vasijas costosas con sus elegantes aterrizajes. Vacían los buzones de las cartas con sus patadas precisas, derecha a derecha, gritando y, después de haber robado cualquier silla de moto, desaparecen en la noche.

‘Big’ Raffaella pone decidida las cartas sobre el mantel verde, mirando satisfecha a su adversaria. Una mujer con los lentes grandes, al menos como su lentitud.

‘Bajalas ya, mi querida…’

Casi se le caen de las manos. Raffaella se apodera velozmente.

‘Esta la pones aquí, esta es así y esta ultima acá. Esta la pagas toda.’

Hace una cuenta mental veloz, después escribe el resultado parcial en una hoja. Se alza y se pone detrás de la espalda de Claudio apoderándose también se su hielo, y después de cualquier descarto lo convence de intentarlo. También su compañero hace Gin. Raffaella marca feliz los puntos. Si no fuera por el Ander que Claudio se dejo hacer, le hubieran ganado también en la segunda mano. Toma las cartas y comienza a mezclarlas velozmente. La mujer de los lentes grandes ve sus cartas. Hasta en esto no fracasa. Es lentísima. Raffaella no soportaría perder, no tanto por el puntaje, porque esta bastante adelantada, sino porque repartir las cartas le tocaría a esa mujer. En las mesas cercanas, una cadena perdedora que lleva mucho tiempo convence a alguien de cambiarse, culpando así a todas esas cosas negativas de la mala suerte. Algún otro usa el cenicero, apenas vaciado por la dueña de la casa. Un abogado se sirve un whisky, exactamente justo hasta el final de los diseños del vidrio. La medida justa para ganar, manteniendose más o menos sobrios. Algunas parejas aparentemente mas enamoradas que otras se intercambian un saludo afectuoso antes de volver a prestar atención a las cartas en mano. En realidad es mas una especie de ritual mágico en vez que un desinteresado ‘te quiero’. Cualquier pareja se va, justificándose con tener que madrugar temprano o que los hijos no han llegado todavía. En realidad, o el ha estado mal últimamente o ella se ha fastidiado esa noche. Entre estos también se encuentran Marina y Filippo. Saludan a todos, agradeciendo a la dueña de la casa, mintiendo acerca de la esplendida velada. Marina besa a Raffaella después, con una sonrisa mas larga de lo normal, recuerda la promesa secreta con respecto a las hijas.

Del portón 1130 de la calle Cassia sale un grupo de invitados. Comentando lo sucedido. Un muchacho parece tener mas cosas que contar que el resto. Seguramente tiene razón, a juzgar por su labio hinchado. Después de diversas, estupidas e inútiles preguntas, la policía se marcho de la casa de Roberta. La única que sabia algo era una tal Francesca, que viendo la fiesta destruirse se marcho rápidamente, llevándose con ella su cartera vacía y los nombres de los culpables.

En el caos general, Palombi y Daniela, junto con el resto de los invitados, huyeron. Babi, completamente mojada, había perdido a su hermana. Compensándolo, Roberta le consiguió un pantalón que le quedan muy bien y un suéter de su hermano mayor que le queda casi dos veces su talla.

‘Deberias ir así mas seguido a las fiestas, te ves fascinante.’

‘Chicco, todavía tienes ganas de bromear?’ Los dos salen del portón. ‘Perdi a mi hermana y he arruinado el vestido Valentino.’

Muestra un elegante empaque plástico con un nombre diferente de aquel del vestido mojado pero igualmente famoso.

‘Y como si no fuera suficiente, si mi mama ve que regreso a casa con los cabellos mojados, habrá problemas.’ Las mangas del suéter le cubren sus pequeñas manos. Babi se las remanga, tirandolas hasta el codo. Después de apenas un paso, bajan de nuevo desagradablemente.

‘Ese es, es el.’ Detrás de las cajas de limpieza Schello indica decidido a chico Brandelli. Step lo mira.

‘Estas seguro?’

‘Segurisimo. Lo he escuchado con mis orejas.’

Step reconoce a la chica que esta con ese infame, aun si su disfraz es perfecto. No se olvida tan fácilmente a una mujer que insiste tanto para bañarse contigo.

‘Vamos a avisar a los demás.’

Babi y Chicco van hacia una calle pequeña.

‘Ahora, tu porque no interviniste cuando ese idiota me metió bajo la ducha?’

‘Que iba a saber yo, en ese momento fui a llamar a la policía.’

‘Ah, fuiste tu?’

‘Si, la situación se estaba saliendo de control, todos golpeándose… has visto a Andrea Mannelli, el labio como se lo pusieron?’

‘Si, pobrecito.’

‘Pobrecito? Ese se casaría con ese labio, imaginate. Quien sabe que contara después. El solo contra todos, el héroe de la velada. Lo conozco como mis bolsillos. Aquí estamos, esta es.’

Se paran de frente a un auto. Las flechas brillan mientras los seguros se sueltan al mismo tiempo. Es un tipo de alarma común, a diferencia de la BMW: ultimo modelo, nueva. Chicco le abre la puerta. Babi mira el interior perfecto, en madera oscura, los asientos de piel.

‘Te gusta?’

‘Mucho.’

‘La traje para ti. Sabia que te habría acompañado a casa esta noche.’

‘En serio?’

‘Cierto! En realidad todo fue estudiado. Aquel grupo de cretinos los llame yo. Imaginate, todo ese alboroto fue hecho solo para que pudiera estar yo a solas contigo.’

‘Bueno, entonces la historia de la ducha te la podías haber ahorrado, al menos hasta cuando la ropa estuviera a la altura de la situación, no?’

Chicco ríe y cierra la puerta de Babi, después da la vuelta, se monta en el carro y sale.

‘En general, me he divertido esta noche. Si no hubiera sido por ellos, esa fiesta hubiera sido el usual velorio.’

‘No creo que Roberta piense lo mismo.’ Babi pone educadamente a sus pies el empaque plastificado. ‘Le han destruido la casa!’

‘Entenderas, que habrá, cualquier daño menor. Deberá repulir los muebles y mandar a la tintorería las cortinas.’