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‘A mi me debes traer los bizcochos integrales, que se están acabando.’

‘Si no lo escriben no compro nada.’

Daniela se para y agrega a la lista del mercado que esta en un mesón cercano los bizcochos de cada una.

‘Daniela, te advierto que esta vez si dejas que se pierdan los pagaras tu.’

‘Pero mama porque me lo dices a mi?’

‘Porque los últimos yogurt de fruta que te gustaban tanto los tuve que botar.’

‘Buenos días a todas! Como están mis esplendidas mujeres?’ Claudio besa a sus dos hijas. Se sienta también en su puesto usual en la esquina de la mesa cerca de Raffaella.

‘Malisimo, no entiendo porque en las mañanas se deben hacer siempre conversaciones largas e inútiles. Hagamos una regla. De mañana no se habla.’

Raffaella se sirve un poco mas de café, y se levanta.

‘Bueno, yo regreso a la cama. Las veo a las dos a la salida de la escuela. Por cierto, dile a Giovanna que hoy no quiero esperar. Dice mama que si no llega rápido, ella se va.’ Le da un beso en el cachete a Claudio y con un ‘Adios tesoro!’ se marcha.

Claudio agarra la cafetera. La abre y mira adentro.

‘Pero es posible que nunca me dejen un poco de café?’

Claudio deja la cafetera en su puesto.

‘Todas las mañanas es lo mismo. No es posible!’

Babi agarra la cafetera. ‘Papa, te preparo uno?’

‘No hay mas tiempo, quiere decir que lo tomare afuera, como siempre. Pero porque no hacemos una cafetera mas grande?’

Daniela pone las tazas en el lavaplatos. ‘Porque no la tenemos.’

‘Entonces comprémosla.’ Daniela le pone enfrente la lista del mercado.

‘Que pasa?’

‘Toma, escríbelo. Mama no quiere tener que acordarse de nada. Cualquier cosa que queramos, se anota.’

Claudio agarra la hoja de las manos de Daniela. Lo lee, después escribe, debajo de ‘biscochos dietéticos’ con paréntesis ‘Babi’, ‘cafetera mas grande’ con paréntesis ‘Claudio que no logra nunca tomar un café.’

‘Listo!’ Cierra el lapicero y la lanza en la mesa. Después se alza tropezando con un taburete que cada mañana se encuentra con su pierna. ‘Estupidos estos taburetes!’ Sale de la puerta de la casa dejándola abierta. Babi y Daniela se miran.

‘Espero que maneje bien. Esta mañana me parece particularmente nervioso.’

‘Son las influencias de la luna. Hoy paso por su signo. Apurate en venir abajo.’

‘Si, apurate, apurate. Siempre termino yo acomodando las cosas.’

‘Y anoche la mesa quien la preparo?! Entonces?!…’

Babi agarra el morral con los libros y sale. Pero Branko le viene a la mente. Después, mientras baja las escaleras, trata de recordar su horóscopo. Que decía la luna? Ah si. Atención a posibles encuentros.

En el patio de la escuela, debajo de las hojas de una gran rama, sobre un largo muro de mármol blanco algunas chicas copian frenéticas las tareas.

‘Pero que dice aquí? Igual…?’

‘X menos uno! Pero no eres capaz siquiera a copiarte?’

‘Pero mira como escribes!’

‘También? No haces nunca nada en casa y te lamentas de cómo escribo? Pero ve que terca eres!’

‘Oh, llego la Catinelli.’

Pallina cierra el cuaderno de matemática y corre a encontrarse con Catinelli junto a otras chicas, todas posibles candidatas de la interrogación de latín.

‘Vamos Ale, apurate que en un rato suena, danos la versión de latín.’ Las chicas esperan enfrente de Catinelli.

‘No, para nada.’

‘Como que para nada?’

‘Que, no escuchan? No quiero que me copien la versión. Esta bien? No entiendo porque no pueden traducirlas en casa por su cuenta, como todos.’

Pallina se le acerca.

‘Anda Ale, no seas así. Disculpa, hoy la Giacci me interroga seguro y también a Festa.’

Una chica del grupo con el uniforme mas desordenado que el resto, igual que sus tareas, asiente.

‘Danos la versión anda! Ella nos reprobara!’

‘Pallina no insistas.’

‘Que pasa Pallina? Que insistes?’

‘Ah hola Babi. Que Ale no nos quiere dar la versión. Tu la hiciste?’

Por un momento la Catinelli no es el centro de atención.

‘No, solo la mitad. Pero se que no esta muy buena. Es que ya me interrogaron. Lo revise, hoy te debería tocar a te y a Silvia Festa, después vuelve a comenzar el ciclo. Pero normalmente interroga a quien tiene insuficiencia.’

La Catinelli trata de alejarse. Pallina la hala por la chaqueta.

‘Escuchaste? Anda, no nos puedes dejar así, nos arruinas a todas!’

‘No entiendo porque no puedes hacer como la Giannetti. Ella después que la hace me llama y la revisamos juntas… así se prepara y el día después le va bien. A su manera, de que les sirve?’

‘Que te importa? De hecho el latín no sirve para nada. Bueno, vas a dar o no la versión?’

‘Ya te lo dije, no. Haz que la Giannetti te la de.’

Pallina sopla. ‘Si, esa siempre llega de ultimo… en cinco minutos suena. Anda, al menos hoy… ultima vez, te lo prometo.’

‘Lo dices cada vez. No, esta vez no. No te la doy!’

La Catinelli se aleja.

‘Pero que estupida. Es un monstruo. Por eso es así de ácida. No tiene a ninguno que la distraiga. Esta claro. Al menos nosotras nos divertidos y agradamos bastante.’ Silvia Festa se acerca a Pallina.

‘Si, pero creo que a mi mama no le agradara bastante el tres que me dará la Giacci por no haber hecho la versión.’

‘Toma, usen la mía.’ Babi saca del morral su cuaderno de latín y lo abre en la ultima pagina.

‘Al menos pueden decir que intentaron. La habrán hecho por la mitad pero es mejor que nada. Digan que se pararon en esperavisse. Es un verbo que no se de donde rayos viene. De hecho, lo he buscado por un cuarto de hora pero no logre encontrarlo. Después me moleste y merendé. Un yogurt ligero, sin azúcar, terrible. Casi tan ácido como la Catinelli.’ Todas ríen.

Pallina agarra el cuaderno y lo apoya en el muro. Lo pone en medio de todas. ‘Es cierto, el estudio hace engordar. Siempre he dicho, si hubiera hecho la tarea de lingüística tendría cuatro kilos mas.’ Pallina comienza a copiar seguida de Silvia y las demás muchachas, todas posibles victimas de la terrible Giacci.

De las grandes ventanas de la clase se ven prados poco lejanos. Algunos niños, vestidos iguales, juegan corriendo entre la hierba. Una maestra ayuda a alzar a uno que se ensucio de verde su delantal blanco. El sol pega en los pupitres. Babi mira distraída la clase. La Benucci ha resistido menos de lo normal. Esta allí, con las manos debajo del pupitre, tratando de traficar con su pizza roja. Pica un pedazo y con los dedos cubiertos de tomare se la lleva veloz a la boca. Después comienza a masticar, fingiendo indiferencia, con la boca cerrada, escuchando la lección como si nada sucediera. Babi presta por un momento atención a la explicación de la Giacci. Una joven mujer del ochocientos que no sabia para nada montar caballo ha decidido de probar de todas formas. Y se ha caído. Babi no escucho tan atentamente para saber si se hizo mal o no. La única cosa segura es que alguno, verdaderamente corto de ideas, ha tratado de hacer una especie de novela romántica.

‘Bien. Esta Oda, a Luigia Pallavicini caída del caballo, la traen para el lunes.’ La otra cosa segura es que la tendría que estudiar. La campana suena. La Giacci cierra el registro.

‘Voy a la sala de profesores a buscar el registro de latín. Las dejo solas. No hagan alboroto.’

Las muchachas salen todas de sus pupitres. Tres de ellas antes que la profesora se marche logrando conseguir el permiso de ir al baño. En realidad solo una va por razones fisiológicas. Las otras dos entran en un único baño y se dividen felices el mismo vicio. Una agradable Merit en la cara de todos aquellos que la indican como el cigarrillo que hace mas daño. Regresa la Giacci. Todas las muchachas regresan a sus puestos. Escuchando atentas la explicación acerca de la métrica latina. Alguna marca los acentos y copia la frase escrita en la pizarra. Alguna otra, segura de ser interrogada, repasa la versión. La Benucci no logra resistir. Pica de nuevo la pizza. Dos chicas mas atrás mastican Vigorsol. Tratan de alejar el olor de la nicotina. Otra en el fondo de la clase sigue tranquila la lección. Su dolor de barriga se marcho.