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‘Señora, usted sabe si su hijo ha tenido algún problema con este muchacho? Si alguna vez tuvieron una discusión?’

‘No abogado, no creo. No sabia que se conocían.’

‘Señora, Stefano ira al tribunal. Fue denunciado. Habrá un juez, una sentencia. Con las lesiones que el muchacho reporto, será severa. Si nosotros no tenemos nada con que refutar… una prueba, algo, una mínima razón, su hijo terminara en problemas. Problemas serios.’

Step esta con la cabeza baja. Se mira las rodillas. Sus jeans. Después entrecierra los ojos. Oh Dios, mama, porque no hablas? Porque no me ayudas? Yo te quiero tanto. Te pido, no me dejes así. Con las palabras de la mama, Step tiene un sobresalto en el corazón.

‘Lo siento abogado, no tengo nada que decirle. No se nada. Le parece que, si tuviera algo que decir, si pudiera ayudar a mi hijo, no lo haría? Y ahora discúlpeme, debo irme.’ La madre de Step se alza. El abogado la mira salir de la habitación. Después se voltea por la ultima vez a Step.

‘Stefano, estas seguro que no tienes nada que decir?’

Step ni le responde. Sin mirarlo se levanta y va a la ventana. Mira afuera. Aquel ultimo piso enfrente al suyo. Piensa en su madre. En ese momento la odia, tanto como la ha amado. Después cierra los ojos. Una lagrima baja por su cara. No logra pararla y sufre como nunca lo había hecho, por su madre, por lo que no esta haciendo, por lo que hizo.

‘Stefano, toma, quieres el café?’ Step deja de mirar fuera de la ventana y se voltea. De nuevo esa habitación. Ahora. Su padre esta ahí tranquilo, con la taza en mano.

‘Gracias papa.’ Lo bebe veloz. ‘Ahora debo irme. Hablamos la Próxima semana.’

‘Esta bien. Pensaras en lo de la universidad?’

Step en la salida se pone la chaqueta.

‘Lo pensare.’

‘Llama cada tanto a tu madre. Ha dicho que no sabe de ti desde hace tiempo!’

‘Pero papa, no tengo tiempo nunca.’

‘Pero que se necesita, es una llamada.’

‘Esta bien, la llamare.’ Step sale rápido. El padre se queda solo en el salón, se acerca a la ventana y mira afuera. En el ultimo piso en ese edificio frente al suyo, las ventanas están cerradas. Giovanni Ambrosini cambio de casa, de un día para otro, justo como cambiaron sus vidas. Como pudo tener problemas con su hijo?

Step prende el ultimo cigarrillo de Martinelli en el ascensor. Se mira en el espejo. Se marcho. Esos almuerzos lo destruyen. Llega a planta baja. Cuando las puertas de acero se abren, Step que meditaba tiene un susto.

La señora Mentarini, una inquilina del edificio con los cabellos mal cortados y la nariz extraña esta ahí, enfrente de el.

‘Hola Stefano, como estas? Tanto tiempo sin verte.’

Y por suerte. Piensa Step. Un monstruo así, verlo muy seguido hace daño. Después se recuerda de Steven Tyler y de la mujer bestial que entra en su ascensor. A el, en vez, le toca la señora Mentarini. Injusticias del mundo. Se aleja sin despedirse. En el patio bota el cigarrillo. Corre rápido, lanza los pies y tirando las manos al suelo se va hacia adelanto. No hay comparación. El salto mortal lo hace mucho mejor el. También Tyler tiene cincuenta y cinco años y el solo diecinueve. Quien sabe que hará dentro de treinta años. Una cosa es segura: no el agente de finanzas.

Pallina, con un mono Adidas y un suéter azulado igual que el elástico que le aguanta el audífono, corre casi flotando sobre zapatos Nike claros.

‘Entonces, no me vas a preguntar como me fue?’

Babi, con un mono oscuro bajo con la escritura ‘Baila’ y una camiseta rosada como la cola que tiene en los cabellos, mira a la amiga.

‘Como te fue?’

‘No, si me lo preguntas así, entonces no te cuento.’

‘Entonces no me lo cuentes.’

Continúan a correr en silencio, siempre al mismo ritmo.

Después Pallina no puede mas.

‘Esta bien, al ver que te aguantas tanto, igual te lo digo. Me divertí un montón. No sabes donde me llevo.’

‘No, no lo se.’

‘Anda, no seas antipática!’

‘No me agradan ciertas amistades, eso es todo.’

‘Hey, pero salimos una sola vez, que pasa con eso?’

‘Puede ser como quieras, basta que sea la ultima!’

Pallina se queda en silencio. Un chico con el mono impecable las supera. Las mira a las dos. Después, revisa un cronometro que tiene en la mano y aumenta su caminar, desapareciendo después en una callecita.

‘Bueno, entonces me llevo a comer en un lugar buenísimo. Es cerca de la calle Cola di Rienzo, creo que se llama Vía Crescenzio, una transversal de esas. El lugar es la Pirámide.’

Babi no muestra interés particular.

Pallina continua a contar, un poco mas emocionada. ‘La cosa divertidísima es esta: en cada mesa hay un teléfono.’

‘Hasta este punto no me parece muy interesante.’

‘Pero que fastidiosa eres! Este teléfono tiene un número que va del 0 al 20’

‘Y tu como lo sabes?’

‘Esta en el menú.’

‘Ah, porque se come también! Pensaba que te había llevado a una cabina telefónica.’

‘Escucha, si quieres que te cuente cierra esa boca ácida.’

‘Que cosa?’ Babi la mira fingiendo estupor. ‘Acida yo? Pero si soy la mas cortejada de las Falconieri! Viste ese que paso antes como me miraba? Que creías, que tenia los ojos fuera por ti?’

‘Claro!’

‘Pero se dio cuenta que estábamos en grupo y no ataco.’

‘Aquí lo único que ataca es mi sudor, y no me halaga mucho. Nos podemos sentar en ese banquito y hablar normalmente?’

‘Ni hablar. Yo corro. Debo perder al menos dos kilos. Si quieres venir conmigo, bien, sino me pongo el Sony. Tengo el ultimo CD de U2 adentro.’

‘Sony? Desde cuando lo tienes?’

‘Desde ayer!’

Babi se alza el suéter mostrando el walkman mp3 de Sony aguantado en la cintura. Pallina no cree sus ojos.

‘Con CD y radio. Pero donde lo conseguiste? Aquí en Italia no se consigue.’

‘Me lo trajo una tía que regreso ayer de Bangkok.’

‘Fabuloso.’

‘Como ves, pensé en ti.’

Babi muestra a Pallina dos audífonos.

‘Si pensaras en mi de verdad hubieras hecho que te trajeran dos.’

‘Siempre hablas así! Yo le pedí dos. Pero mi tía se quedo sin dinero y agarro uno nada más. Que te importa! Esto tiene dos audífonos y siempre corremos juntas.’

Pallina sonríe a la amiga. ‘Tienes razón.’

Babi la mira seria. ‘Lo se! Pero quieres terminar o no esta historia del teléfono que se come?’

Babi y Pallina se miran, después se echan a reír. Dos chicas pasan al lado. Viéndolas así alegres las saludan divertidas. Su coraje, sin embargo, no fue premiado. Pallina regresa a contar.

‘Entonces, cada teléfono responde a un numero, pero ninguno sabe cual. Es decir, tu presionas un numero de 0 a 20, te responde otra mesa, pero no sabes cual es. Por ejemplo, tu presionas el 18 y te responde uno que quizás esta en la otra habitación. Puedes hablar, contar chistes, describirte inventando ser mucho mas bella que eres, o en mi caso, mucho menos. Esta claro no?’

Babi mira a la amiga alzando la ceja.

Pallina hace como si no le hubiera prestado atención. ‘Si estas sola o con las amigas puedes agarrar citas, dártelas de cretina. Entiendes? Divertido, no?’

Babi sonríe.

‘Si, me parece muy divertido. Es muy gracioso.’ Pallina cambia de expresión.

‘Claro, no cuando te llama un maleducado…’

‘Porque, que sucedió?’

‘Bueno, a cierto punto llega la pasta. Los dos pedimos pasta corta con una salsa divina. No sabes que buenas estaban, calientísimas, de hecho. Teníamos que soplar para enfriarlas y mientras tanto hablaba con Pollo. Suena el teléfono. Pollo va a responder pero yo soy mas rápida que es, agarro el teléfono y digo: Aquí la secretaria del doctor Pollo. Siempre tan simpática yo.’ Pallina hace una mueca. Babi sonríe.