Pallina se sube las sabanas hasta el mentón y se voltea hacia el muro, mientras una llave gira ruidosa el cerrojo de la puerta de la casa.
Step va por la avenida del río Tevere, supera dos o tres carros, después mete la tercera y acelera. La municipal la tiene siempre detrás. Si alcanza la plaza Trilussa, lo lograra. Del espejo ve el carro que se acerca peligroso. Dos carros frente a el. Step acelera. Tercera. La moto chilla al avanzar. Pasa rápido entre las puertas. Una de los dos automóviles frena asustado. El otro continúa su camino en medio de la calle. El conductor, ebrio, no se dio cuenta de nada. La municipal para siempre a la derecha. Las ruedas suben sonando sobre el borde de la acera. Step ve la plaza Trilussa frente a el. Acelera de nuevo. Corta la calle por la derecha y se dirige a la izquierda. El conductor ebrio frena de golpe. Step se mete en una pequeña calle frente a la fuente que une otras calles. Pasa en medio de bajas columnas de mármol. La policía municipal frena bloqueada frente a las columnas. No puede pasar. Step acelera. Lo logro. Los dos policías bajan del carro. Les da solo tiempo de ver una pareja de enamorados y un grupo de chicos que suben veloces sobre la pequeña acera dándole paso a ese loco con la moto de faros apagados. Step continúa a correr veloz por un rato. Después mira en el espejo. Detrás de el esta todo tranquilo. Solo algún carro lejano. El trafico de la noche. Ya no lo sigue nadie. Prende las luces. Falta solo que lo pararan por eso.
Claudio abre el frigorífero y se sirve un vaso de agua. Raffaella va hacia los cuartos de dormir. Antes de ir a dormir siempre les da el beso de las buenas noches a sus hijas, un poco por hábito, pero también para estar segura que han regresado. Esa noche no debían siquiera salir. Pero uno nunca sabe. Es mejor revisar. Entra en el cuarto de Daniela. Camina sin hacer ruido, atenta a no tropezar con el tapete. Pone una mano sobre la cama. La otra la apoya en la pared. Después se dobla al frente, lentamente, y con los labios le toca el cachete. Duerme. Raffaella se aleja en la punta de sus pies. Cierra lento la puerta. Daniela se voltea lentamente. Se alza apoyándose en un codo. Ahora viene lo bueno.
Raffaella baja silenciosa la manilla y abre la puerta de Babi. Pallina esta en la cama. Ve el reflejo de luz del corredor que lentamente se plasma alargándose sobre las paredes. El corazón le comienza a latir veloz. Y ahora, si me descubren que les cuento? Pallina se mantiene inmóvil de espaldas, tratando de no respirar. Siente el sonido de un collar: debe ser la mama de Babi. Pallina reconoce su perfume. Es ella. Mantiene la respiración, después siente el beso de ella tocándole la cara. Es el beso suave y afectuoso de una madre. Es cierto. Las mamas son todas iguales. Preocupadas y buenas. Pero también para ellas las hijas son idénticas? Espera que si. Raffaella arregla el cubrecama, la tapa delicadamente con el borde de la sabana. Repentinamente se detiene. Pallina se queda inmóvil, en espera. Descubrió algo? La reconoció? Siente un ligero sonido. Raffaella estaba inclinada. Puede sentir la respiración calida cerca, demasiado cerca. Después nota los pasos ligeros que se alejan. La débil luz del corredor desaparece. Silencio. Pallina se gira lentamente. La puerta esta cerrada. Finalmente respira. Ya paso.
Se inclina hacia el frente. Porque la mama de Babi se inclino? Que estaba haciendo? En la oscuridad del cuarto sus ojos acostumbrados a la penumbra consiguen rápido la respuesta. A los pies de la cama, perfectamente unidas, están las pantuflas de Babi. Raffaella las arreglo en su puesto, ordenadamente. Listas para acoger a los pies de su hija en la mañana, cuando aun están calientes de sueño. Pallina se pregunta si su mama haría lo mismo. No. Ni lo pensaría. Alguna noche se quedo despierta esperando su beso. Una inútil espera. Su madre y su padre regresaron tardes. Los escucho charlar, pasar frente a su puerta y seguir de largo. Después el sonido. La puerta del cuarto de ellos cerrándose. Y con esa, sus esperanzas desvanecían. Bueno, son madres diferentes. Siente escalofríos extraños por todo el cuerpo. No, no quisiera a Raffaella como mama de todas formas. Después de todo no le gusta su perfume. Es muy dulce.
Step desemboca en la calle. Llegando frente al portón donde la dejo, frena alzando una nube de polvo. Mira alrededor. Babi no esta allí. Suena la bocina. Ninguna respuesta. Apaga la moto. Trata de llamarla. ‘Babi.’
Nada. Desapareció. Va a encender la moto, cuando siente un movimiento a la derecha. Viene de detrás de la cerca.
‘Estoy aquí.’
Step mira entre las tablas de madera oscura. ‘Donde?’
‘Aquí!’ Una mano sale en un espacio libre entre una tabla y otra.
‘Pero que haces ahí atrás?’
Step mira sus grandes ojos azules. Brillan solitarios sobre su mano, en el espacio. Están iluminados por la débil luz de la luna y parecen asustados.
‘Babi, sal de ahí.’
‘No puedo, tengo miedo!’
‘Miedo? De que?’
‘Hay un perro enorme ahí atrás, y no tiene cadena.’
‘Pero donde? Aquí no hay ningún perro.’
‘Estaba antes.’
‘Bueno, ahora ya no esta.’
‘Igual no puedo salir.’
‘Y porque?’
‘Me da pena.’
‘Pero que te da pena?’
‘De nada, no quiero decirte.’
‘Te la das de cretina ahora? Bueno, ya me moleste. Ahora enciendo la moto y me voy.’
Step prende la moto. Babi bate las manos entre las tablas.
‘No, espera!’
Step apaga de nuevo la moto.
‘Entonces?’
‘Ya salgo, pero prométeme que no te reirás.’
Step mira hacia esos ojos azules, después se pone la mano derecha en el corazón.
‘Lo prometo.’
‘Lo prometiste, no?’
‘Si, ya te lo dije…’
‘Seguro?’
‘Seguro.’
Babi mete las manos entre las fisuras, preocupada que ninguna astilla la lastime. Un ‘Ay’ ahogado. Step sonríe. No fue tan cuidadosa después de todo. Babi esta en la cima de la reja, se desliza y comienza a bajar. Al final da un salto. Step gira el manubrio de la moto hacia ella iluminándola con el faro.
‘Pero que hiciste?’
‘Para escapar del perro tuve que saltar la cerca y me caí.’
‘Te ensuciaste toda de fango?’
‘Quizás… es estiércol.’
Step arranca a reír.
‘Dios mío, estiércol… no, no es posible. No puedo.’
No logra parar la risa.
‘Me dijiste que no te reirías. Lo prometiste.’
‘Si, pero esto es demasiado. Estiércol! No puedo creerlo. Tú en el estiércol. Es muy bello. Es el máximo!’
‘Yo sabia que no me podía confiar. Tus promesas no valen nada.’
Babi se acerca a la moto. Step deja de reír.
‘Para! Quieta. Que haces?’
‘Como que hago? Subo.’
‘Pero que, estas loca? Quieres subir en mi moto así?’
‘Claro, sino que hago, me desnudo?’
‘Ah, no se. Pero sobre mi moto así de sucia no subes. Menos con estiércol!’ Step comienza a reír de nuevo. ‘Es que no puedo…’
Babi lo mira exhausta.
‘Pero que, estas bromeando?’
‘Absolutamente no. Si quieres te doy mi chaqueta y así te cubres. Pero quitate esa ropa de encima. Si no, juro que detrás de mi no subes.’
Babi suspira. Esta enloquecida por la rabia. Lo supera pasándole cerca. Step se tapa la nariz, exagerando.
‘Dios… es insoportable…’
Babi le da un golpe, después va detrás de la moto, cerca del faro trasero.
‘Mira, Step. Te juro que si, mientras me desnudo tu te volteas, te salto encima con todo el estiércol que tengo.’
Step se mantiene mirando hacia el frente.
‘De acuerdo. Avísame cuando te deba pasar la chaqueta.’