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Silvia Festa quiere tener su tercera interrogación, que sobretodo la espera. Llama, sin hacerse ver, la atención de Babi.

‘Lo siento, no se que decirte. Según yo, deberías ser interrogada tu.’

‘Que quieres decir? Que se equivoco la Giacci?’

‘Quizás. Pero sabes como es. Mejor no decírselo.’

‘Si, pero si no se lo digo no me dejan presentar los exámenes después.’

Babi alarga los brazos. ‘No se que hacer…’ Se lamenta de verdad. Comienza la interrogación. Silvia se agita nerviosa en su pupitre. No sabe comportarse. Al final decide intervenir. Alza la mano. La Giacci la ve.

‘Si Festa, que pasa?’

‘Lo siento profesora. No deseo molestarla. Pero creo que me falta la tercera interrogación.’ Festa sonríe tratando de hacer pasar el hecho de que la esta acusando de haberse equivocado. La Giacci resopla.

‘Veamos rápido.’ Agarra dos cuadernos para ayudarse en la búsqueda. Parece casi jugara batalla naval. Pero sobre el registro.

‘Festa… Festa… Aquí esta: interrogada el dieciocho de marco, naturalmente un menos. Satisfecha? De hecho…’ revisa las otras notas ‘… no se si podrás presentar el examen.’

Un débil ‘gracias’ sale de la boca de Silvia. Prácticamente fue destruida. La Giacci con aire de suficiencia continúa interrogando. Babi revisa el diario. Dieciocho de marzo. Justo la fecha cuando Servanti fue interrogada. No hay dudas. La Giacci se tuvo que haber equivocado. Pero como lo puede probar? Es su palabra contra la de la profesora. Lo que significaría otra nota. Pobre Festa, tiene mala suerte. Si se queda todo así podría tener el año en juego. Abre las hojas de las otras materias. Dieciocho de marzo. Es un jueves. Revisa también las lecciones. Que extraño, ese día Festa no la interrogaron en ninguna materia. Quizás es solo casualidad, quizás no. Se estira en el pupitre.

‘Silvia.’

‘Que pasa?’ Festa esta destruida. Se siente mal, pobrecita.

‘Me pasas tu diario?’

‘Porque?’

‘Debo ver una cosa.’

‘Que cosa?’

‘Después te lo digo… pásamelo, anda.’

Por un momento una luz de esperanza de enciende en los ojos de Silvia. Le pasa el diario. Babi lo abre. Va a las últimas páginas. Silvia la mira esperanzada. Babi sonríe. Se gira hacia ella y le regresa el diario. ‘Tienes suerte!’ Silvia sonríe. Ahora esta mas segura.

De repente, Babi alza la mano.

‘Disculpe, profesora…’

La Giacci se voltea hacia ella.

‘Que pasa Gervasi? Tú tampoco fuiste interrogada? Hoy están fastidiosas muchachas. Que pasa?’

Babi se alza. Se queda un momento en silencio. Los ojos de la clase están todos sobre ella. Sobretodo los de Silvia. Babi mira a Pallina. También ella, como las otras, espera curiosa. Le sonríe. En el fondo esta bien. La Giacci puso a propósito la tarea de Pallina entre las que tenían siete.

‘Le quiero decir, profesora, que usted se ha equivocado.’

Un murmullo general inunda la clase. Las chicas parecen enloquecer. Babi esta tranquilla.

La Giacci se pone roja de la rabia, pero se controla.

‘Silencio! Ah si, Gervasi, y en que cosa?’

‘Usted el dieciocho de marzo no pudo haber interrogado a Silvia Festa.’

‘Como no, esta escrito aquí, en mi registro. Quiere verlo? Aquí esta, dieciocho de marzo, negativo a Silvia Festa. Comienzo a pensar que a usted le gustan las notas.’

‘Aquel negativo es de Francesca Servanti. Se ha equivocado al escribir y se lo coloco a Festa.’

La Giacci parece explotar de rabia.

‘Ah si? Bueno, yo se que usted marca todo en su diario. Pero es su palabra contra la mía. Y si yo digo que ese día he interrogado a Festa quiere decir que es así.’

‘Sin embargo, yo digo que no. Usted se ha equivocado. El dieciocho de marzo no pudo haber interrogado a Silvia Festa.’

‘Ah si? Y porque?’

‘Porque ese día, Silvia Festa estaba ausente.’

La Giacci se exalta. Agarra el registro general y comienza a hojearlo hacia atrás, como enloquecida. Veinte, diecinueve, dieciocho de marzo. Revisa frenéticamente las ausencias. Benucci, Marini y ahí esta. La Giacci se mueve en su silla. No cree sus ojos. Festa. Ese apellido escrito por su misma mano estampada en letras de fuego. Su vergüenza. Su error. No sirve de nada. La Giacci mira a Babi. Esta destruida. Babi se siente lentamente. Todas las compañeras se voltean hacia ella. Un murmullo general se alza rápido en la clase.

‘Así es Babi, así es.’ Babi finge no escucharlos. Pero aquel lento susurrar llega a las orejas de la Giacci, esas palabras como terribles pedazos de hielo la golpean fríamente, cortantes como el peso de lo que perdió. La imagen frente a la clase. Su clase. Y después esas frases que le salen así pesadas y fatigosas, el subrayar el error.

‘Servanti vaya a su puesto. Venga Festa.’ Babi baja los ojos al pupitre. La justicia se hizo. Después, lentamente alza la cara. Mira a Pallina. Sus miradas se cruzan y mil palabras vuelan silenciosas entre esos pupitres. De hoy en adelante, también la Giacci se puede equivocar. La legendaria regla de oro se rompe. Cae al suelo, rompiéndose en millones de pedazos como un frágil cristal fugado de las manos de una inexperta y joven camarera. Pero Babi no ve a ninguna dueña gritándole. Donde sea que se voltee, solo los ojos felices de sus compañeras, orgullosas y divertidas de su coraje. Después mira más lejos. Y eso que ve le da miedo. La Giacci esta ahí viéndola. Su mirada, privada de expresión, tiene la dureza de una piedra gris sobre la cual fue esculpida con cansancio la palabra odio. Por un momento Babi se arrepiente de no haber tenido miedo.

Mediodía. Step con un suéter y unos shorts entra en la cocina para desayunar.

‘Buenos días Maria.’

‘Buenos días.’ Maria para rápido de lavar los platos. Sabe que a Step le fastidia el ruido cuando se levanta. Step saca del fuego la cafetera y la olla de leche y se sienta en la mesa cuando el timbre comienza a sonar. Pareciera que se hubiera vuelto loco.

Step se lleva la mano hacia la frente.

‘Pero quien co…’

Maria con sus pequeños pasos veloces corre hacia la puerta.

‘Quien es?’

‘Es Pollo! Me abre por favor?’

Maria, recordando el día anterior, se voltea hacia Step con cara insegura. Step asienta con la cabeza. Maria abre la puerta. Pollo entra corriendo. Step esta ahí enfrente sirviéndose el café.

‘Step, no sabes que mito! Una leyenda, una cosa extraordinaria!’

Step alza la cesa.

‘Me trajiste sándwiches?’

‘No, esos no te los traigo mas ya que no los sabes apreciar. Mira.’ Le muestra el diario ‘El mensajero.’

‘Ya tengo el periódico.’ Alza de la mesa ‘La Republica’, ‘Me lo trajo Maria. Que por cierto, ni la saludaste.’

‘Buenos días Maria.’ Después abre el periódico y lo pone en la mesa.

‘Viste? Mira que foto! Una leyenda… estas en el periódico.’

Step pone la mano en la página de las crónicas de Roma. Es cierto. Ahí esta. Esta sobre su moto con Babi detrás corriendo sobre una rueda frente a los fotógrafos. Perfectamente reconocibles: por suerte fueron fotografiados por el frente. La placa no se ve, sino estaría en problemas. Esta todo el articulo. Las carreras, algunos nombres de los detenidos, la sorpresa de la policía, la descripción de su fuga.

‘Leiste? Eres un mito Step! Ahora eres famoso! Si solo tuviera un articulo así.’

Step le sonríe.

‘Tu no corres tu moto como yo. Es una buena foto! Has visto a Babi, no crees que se ve muy bien?’

Pollo asienta fastidiado. Babi no es justamente su ideal de mujer. Step alza el periódico con las dos manos y mira extasiado la fotografía.