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‘Pero que dices? Son todas idioteces… y que no piensas? Como quedaste? Eres una mentirosa. Mentiste frente a todos.’

‘A mi no me importa nada tus amigos, lo que piensan, como me juzgan. Dices siempre que es gente que lo lograron. Pero que lograron? Que han hecho? Solo dinero. No hablan con los hijos. No les importa en realidad lo que hacen, de cuanto sufren. Nosotros, no les importamos un coño.’

Raffaella le da una cachetada en plena cara. Babi se pasa la mano por la mejilla, después sonríe.

‘Lo hice a propósito, que crees? Ahora que me diste una cachetada tú conciencia esta limpia. Ahora puedes regresar a hablar con tus amigas y sentarte en la mesa de juego. Tu hija fue educada bien. Entendió que es bueno y que no… entendió que tiene que decir palabrotas y que se debe comportar bien. Pero no ves que eres ridícula, que das risa? Me mandas a la misa los domingos pero si escucho mucho el evangelio entonces no, no esta bien. Si amo mucho a mis prójimos, si traigo a casa a uno que no se alza cuando entras o que no sabe estar en la mesa, entonces no te gusta. Deberían inventar iglesias para ustedes, un evangelio, donde no todos resucitan, solo esos que no comen en cualquier lado, que no firman poniendo primero el apellido, esos que sabes de quien son hijos, esos que son bronceados y bellos, que visten como ustedes dicen. Son bufones.’

Babi se va. Raffaella se queda mirándola hasta que la ve montarse en la moto de Step y alejarse con el.

Cuanto tiempo ha pasado. Cuantas cosas han cambiado. Suspira, abriendo el segundo gabinete.

Pobre mama, cuantas cosas la hice pasar. En el fondo ella tenía razón. Lo entendí solamente ahora. Pero hay cosas más importantes en la vida. Continúa a acomodar su ropa. Pero de esas cosas tan importantes no le viene a la mente ni una, quizás porque no quiere pensar más, porque es más cómodo así. Quizás porque en realidad no hay tantas. Es un arrepentimiento o un sostén con el cual el se rió.

‘Que sexy estas esta noche.’ Uno tras otro llegan, implacables, malintencionados y tristes, lejanos. Los recuerdos. La fiesta de sus dieciocho años en Ansedonia. A las diez de la noche, repentinamente un sonido de moto. Todos los invitados se asomaron a la terraza. Finalmente algo de que hablar. Llegaron Step, Pollo y sus amigos. Bajan de las motos y entran en la fiesta riendo, seguros y arrogantes, mirando alrededor, los amigos buscando alguna chica bella, el buscándola a ella.

Babi corre a su encuentro, perdiéndose entre sus brazos, con un dulce ‘felicidadades tesoro’ y un beso en la boca apasionado.

‘Dale, están mis padres aquí…’

‘Lo se, por eso lo hice! Ven, vente conmigo…’

Después de la torta con las velas y el Rolex que sus padres le regalaron, se escapan. Se deja secuestrar por sus ojos alegres, de sus propuestas divertidas, de su moto veloz. Fuera, van por la bajada, hace el mar nocturno, con el perfume de las olas, lejos de inútiles invitados, de la mirada molesta de Raffaella, del desagrado de Claudio que quisiera bailar el vals con su hija como lo hacen todos los padres.

Pero ella no esta mas, ella esta lejos. Pequeña mayor de edad, se pierde bailando entre sus besos, sobre notas de suaves ondas saladas, por una romántica luna, por su joven amor.

‘Toma, esto es para ti.’ Sobre el cuello resplandece un collar de oro de piedras turquesas como sus ojos felices. Babi le sonríe y el besándola logra convencerla. ‘Te juro que no la he robado.’

Y la noche de la prueba de aptitud. Que risa esa vez, en casa hasta tarde para repasar. Hipótesis continuas, sopladas clandestinas. Todos creen saber el titulo del tema. Se llaman seguros, todos creen haber descubierto el justo.

‘Es el numero cincuenta de la televisión, fue descubierta una escritura del Manzoni, es acerca de la revolución francesa, de seguro.’

Algunos dicen que lo saben de Australia donde salio el día antes, otros de un amigo profesor, de uno en la comisión, alguno dice que lo saco por un médium. Cuando al día siguiente el futuro se volvió presente, se descubre que ese profesor no era tan amigo, que el médium era una estafa y que Australia es una tierra muy lejana para confiarse.

Después cuando salieron las notas, esa gran sorpresa.

Babi saco cien. Corre hacia Step feliz, entusiasmada por el resultado. El se ha reído, bromeando con ella.

‘Que aptitud tienes…!!’

La ha desnudado riendo, echándole broma, pareciera que lo hubiera sabido, como si esperara que ella sacara esa nota. Han hecho el amor. Después ella se venga riendo.

‘Te habrías imaginado? Tu aquí, un simple setenta que tiene el honor de besar un honorífico cien… pero te das cuenta de la suerte que tienes?’

El le ha sonreído. ‘Si, me doy cuenta.’ Y la ha abrazado en silencio.

Cualquier tiempo después, Babi fue a buscar a la Giacci. En el fondo, después de sus discusiones, la profesora pareciera haberle tenido simpatía. La comenzó a tratar bien, con delicadeza, con demasiado respeto. Ese día, cuando fue a su casa, descubrió porque.

Ese respeto era solo miedo. Miedo de estar sola, de no tener más su amigo y compañero. Miedo de no volver a ver a su perro, miedo de la soledad. Babi se quedo sin palabras. Escucho la furia de la profesora, su rabia, sus palabras malas. La Giacci estaba ahí frente a ella, de nuevo con su Pepito entre los brazos. Esa mujer anciana parecía aun más cansada, más ácida, mas desilusionada de ese mundo, de los jóvenes. Babi huyo disculpándose, sin saber que decir, sin sabe mas quien es, a quien tiene cerca, cual seria su nota, la verdadera, la que merecía.

Babi va a la ventana y mira afuera. Algunos árboles de navidad se prenden y apagan sobre las terrazas de las casas, en las salas elegantes del edificio de enfrente. Es navidad. Hay que ser buenos. Quizás debería llamarlo. Cuantas veces, sin embargo, fui buena. Cuantas veces lo perdone. Incluyendo lo de la Giacci. Se recuerda de las miles discusiones que tuvieron, su modo diferente de ver las cosas, las peleas, el dulce hacer las paces esperando que todo pudiera mejorar. Pero nunca fue así. Discusión tras discusión, día tras día, con sus padres que le hacían la guerra, llamadas escondidas, timbrazos nocturnos. Su madre que responde, Step que ataca. Y su celular en la casa no servia… y ella castigada, cada vez mas a seguido.

Aquella vez que Raffaella había organizado una cena en su casa, obligándola a quedarse. Había invitado mucha gente refinada, el hijo de un amigo de ellos muy rico. Un buen partido, le habían dicho. Después llego Step. Daniela abrió sin pensarlo, sin preguntar quien era. Step le lanzo la puerta golpeándole la cabeza.

‘Lo siento Dani, sabes que no es contigo, lo sabes!’

Agarro a Babi por un brazo y se la llevo fuera de ahí entre los inútiles gritos de Raffaella y el intento del buen partido de detenerlo. Ese tipo se encontró en el suelo con el labio golpeado y sangrante. Ella se durmió entre los brazos de Step, llorando.

‘Como todo se volvió difícil. Quisiera estar lejos de aquí contigo, sin mas problemas, sin mis padres, sin este desorden, en un lugar tranquilo, fuera del tiempo.’

El le sonrió.

‘No te preocupes. Yo se adonde ir, nadie nos fastidiara. Hemos ido bastante, solo hay que querer.’

Babi lo mira con los ojos llenos de esperanza.

‘Donde?’

‘Tres metros sobre el cielo, donde viven los enamorados.’

Pero el día después regreso a su casa y de ahí ha comenzado o quizás ha terminado todo.

Babi se inscribió en la universidad, comienza a ver economía y comercio, pasa las tardes estudiando. Comienza a verlo cada vez menos seguido ahora. Una tarde con el. Fueron a Giovanni a tomar un jugo. Están hablando fuera del bar cuando de repente llegan dos tipos tremendos. Step no le da tiempo de reaccionar. Le están rápido encima. Comienzan a agarrarlo a cabezazos teniéndolo abrazado entre ellos, golpeándolo con la cabeza por turnos, en una tremenda pelea sangrante. Babi ha comenzado a gritar. Step al final logra liberarse. Los dos han huido sobre una Vespa perdiéndose en el tráfico. Step se quedo en el suelo, atontado. Después, ayudado por ella, se alzo de nuevo. Con servilletas logro parar la sangre que le bajaba por la nariz. Más tarde la acompaño a la casa, en silencio, sin saber bien que decir. Ha hablado de una riña de tanto tiempo atrás, cuando aun no estaban juntos. Ella le creyó, o quizás ha querido hacerlo. Cuando Raffaella la vio entrar a la casa con la camiseta llena de sangre, le dio un susto.