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‘He probado… sale ocupado.’ Step va a la sala.

‘Porque no tratas ahora?’

Step decide no responderle.

‘Haz como quieras… yo te avise.’ Paolo se queda un dedo por revisar si la pasta estaba lista. El decide no insistir.

Mas tarde, están sentados uno frente al otro. Un pequeño árbol de navidad brilla cerca. La televisión esta prendida pero sin volumen, presentadores navideños hablan de la música alegre del stereo.

‘Caramba, Paolo, esta buenísima esta pasta. En serio.’

‘Necesita un poco mas de sal.’

‘No, según yo esta bien así.’ En un momento regresa prisionero de los recuerdos. Babi echaba un poco mas de sal siempre en todo. El le echaba broma porque lo hacia siempre, con cada plato, aun antes de probarlo.

‘Pero pruébalo no, puede ser que ya este saladísimo.’

‘No, no entiendes, a mi me gusta echarle sal…’ Dulce testaruda. No, no entiende. No puede entender. Como paso? Como no puede ser mas? Como esta con otro? Recuerda ese carro que maneja seguro. Los imagina estando ahí, abrazados.

De una cosa estoy seguro. No podrá amarla como la amaba yo, no podrá adorarla de ese modo, no sabrá darse cuenta de todos sus dulces movimientos, de esos pequeños de su cara. Es como si solo a el le hubiesen concedido ver, conocer el verdadero sabor de sus besos, el color real de sus ojos. Ningún hombre nunca podrá ver eso que he visto yo. El mucho menos que todos. El tan real, crudo, inútil, material. Lo imagina así, incapaz de amarla, deseoso solo de su cuerpo, incapaz de verla verdaderamente, de entenderla, de respetarla. El no se divertida con esos dulces caprichos. El no amara también su pequeña mano, sus uñas comidas, sus pies ligeramente rellenos, esas pequeñas cosas escondidas, no podrá tanto. Quizás si lo vera, que terrible sufrimiento, pero no será capaz de amarlo. No de esa forma. La tristeza se apodera de sus ojos. Paolo lo mira preocupado.

‘Da asco verdad? Si no quieres mas, déjala. Hay mas comida.’

Step alza la cara hacia el hermano, mueve la cabeza tratando de sonreír.

‘No Pa’, esta buena, en serio.’

‘Quieres hablar?’

‘No, es una fea historia.’

‘Peor que la mía?’ Step asiente. Se sonríen. Una mirada fraternal en el verdadero sentido de la palabra, quizás sea la primera vez. Después de repente, el timbre de la puerta. Un sonido largo y decidido rompe el aire, llevando consigo alegría y esperanza. Step corre hacia la puerta, la abre.

‘Hola Step.’

‘Ah, Hola Pallina.’ Trata de esconder su desilusión.

‘Ven, quieres entrar?’

‘No gracias, solo pase a decirte feliz navidad. Te traje esto.’ Le da un pequeño paquete.

‘Lo abro ahora?’

Pallina asienta. Step le da vueltas buscando el lado justo, lo abre veloz. Un marco de madera y adentro el regalo mas bello que alguna vez hubiera pedido. El y Pollo en la moto, abrazados, con los cabellos cortos, las piernas alzadas, la risa al viento. Algo le duele adentro.

‘Pallina, es bellísima. Gracias.’

‘Step, no sabes cuanto me hace falta.’

‘A mi también.’ Solo ahora se da cuenta como esta vestida Pallina. Cuantas veces vio esa chaqueta de jeans detrás de su moto, cuantos golpes le ha dado, con amistad, con fuerza, con alegría.

‘Step, te puedo pedir algo?’

‘Lo que quieras.’

‘Abrazame.’ Step se le acerca temeroso, alarga sus manos y la agarra entre las suyas. Piensa en su amigo, en cuanto estaba enamorada. ‘Abrazame fuerte, mas fuerte. Como lo hacia el. Sabes que siempre me decía… así no te escapas nunca. Estarás siempre conmigo.’ Pallina apoya su cabeza en su hombro. ‘Y en vez de eso se fue el.’ comienza a llorar. ‘Me acuerdas de el bastante, Step. El te adoraba. Decía que solo tu lo entendías, que eran iguales, ustedes dos.

Step mira lejos. La puerta esta ligeramente cerrada. La aprieta fuerte, mas fuerte.

‘No es cierto, Pallina. El era mucho mejor que yo.’

‘Si, es cierto.’ Sonríe respirando profundo. Pallina se despega de Step. ‘Bueno, yo me voy a mi casa.’

‘Quieres que te acompañe?’

‘No gracias. Esta Dema abajo esperándome.’

‘Saludamelo.’

‘Feliz navidad Step.’

‘Feliz navidad.’

La mira entrar en el ascensor. Pallina le sonríe otra vez, cierra la puerta y presiona el botón PB. Mientras saca fuera de la chaqueta su paquete de Carnei Light. Se prende el ultimo cigarrillo, el del deseo. Pero lo fuma con tristeza, sin esperanza. Sabe que su único, verdadero deseo, es irrealizable.

Step va a su cuarto y pone la foto en la mesa de noche y regresa a la mesa. Cerca de su plato hay un paquete envuelto.

‘Y esto que es?’

‘Tu regalo.’ Paolo le sonríe. ‘No sabes que en navidad se intercambian regalos?’

Step comienza a abrir el paquete. Paolo lo observa divertido.

‘Vi que ayer quemaste todas esas caricaturas y pensé que ahora no tienes nada que leer.’

Step lo saca del todo. Le provoca casi reír.

‘Mi nombre es Tex.’

La caricatura que mas odia.

‘Si no te gusta los puedes cambiar.’

‘Bromeas Paolo, gracias. No lo tenia en serio. Espera un momento, yo también tengo algo para ti.’

Poco después regresa de su cuarto con un estuche. Lo compro esa tarde cuando esperaba debajo de la casa de Babi. Antes de verla. Prefiere no pensarlo.

‘Toma.’

Paolo agarra el regalo y lo abre. Un par de Ray-Ban negros Predator aparecen en sus manos.

‘Son como los míos. Son durísimos y no se rompen nunca. Aun si alguien hace que caigan al suelo.’ le sonríe. ‘Ah, por cierto, no los puedes cambiar.’

Paolo se los pone.

‘Como estoy?’

‘Buenisimo! Pareces uno fuerte, casi das miedo.’

Después repentinamente aparece en su mente, clara, perfecta, divertida.

‘Escucha Pa’ tengo una idea pero no digas no como siempre. Hoy es navidad y lo no puedes rechazar.’

El viento frío les desordena los cabellos.

‘Podrias ir mas lento, Step?’

‘Pero si voy a ochenta.’

‘En la ciudad es mejor no superar los cincuenta.’

‘Callate, yo se que te gusta.’ Step acelera. Paolo lo abraza fuerte. La moto corre veloz por las calles de la ciudad, atraviesa cruces, supera semáforos amarillos, silenciosa, ágil. Los dos hermanos están sobre ellas abrazados. La corbata de Paolo se libera de la chaqueta y vuela alegre en la noche. Paolo mira aterrorizado la calle con sus nuevos lentes oscuros, listo para notar cualquier peligro. Frente a el, Step maneja tranquilo. El viento acaricia sus Ray-Ban. Algunas personas estacionan rápido en segunda fila frente a una iglesia. Van a misa. Religiosa navidad, plegarias con sabor de torta de navidad. Por un momento le dan ganas de entrar, de pedir algo, de rezar. Pero después se pregunta que le podría a importar Dios de uno como yo, de uno así. Nada. Dios es feliz. El tiene las estrellas. Mira en lo alto, al cielo. Nítidas, por millones parecen inmóviles brillando. De repente ese azul le parece lejano como nunca, inalcanzable. Entonces acelera, mientras el viento le lastima la cara, mientras los ojos comienzan lentos a lagrimar y no solo por el frío. Siente a Paolo que se aprieta mas duro a el.

‘Anda Step no corras. Tengo miedo!’

Yo también tengo miedo Paolo. Tengo miedo de los días que vendrán, de no poder resistir, de eso que no tengo mas, de eso que ahora es del viento. Baja un poco la velocidad. Por un momento le pareciera escuchar la risa de Pollo. Esa risa fuerte y alegre. Su cara, su voz amiga.

‘Step, nos divertimos siempre, no?’ y mas cervezas y mas bromas, siempre juntos, siempre alegres con las ganas de vivir, de caerse a golpes, con un cigarrillo a la mitad y muchos sueños. Entonces acelera de nuevo. De repente, se alza. Paolo grita mientras la moto sube. Step continua así, acelerando sobre una sola rueda, como en los viejos tiempos, sonriendo a aquel mazo de flores parado sobre el borde de la calle.