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Y queriendo preguntarle cuanto cuesta el mes, piensa que lo descubrirá por su cuenta, en el verdadero sentido de la palabra. Después se apodera de una mozzarella frita y la manda a la barriga serena, total después se lograría deshacer de ella.

Claudio saca el paquete de Marlboro y se prende un cigarrillo. Deja salir el humo, saboreándolo hasta el fin.

‘Hey, tienes una corbata bellísima.’

‘Gracias.’

‘Te queda verdaderamente bien, en serio.’ Claudio muestra orgulloso su corbata vinotinto y después, por instinto, baja el cigarrillo escondiéndolo y busca a Raffaella. Mira alrededor, se encuentra con algunas caras recién llegadas, los saluda sonriendo, y después, al no encontrarla le da otra fumada mas tranquilo.

‘Muy bella, verdad? Es un regalo de Raffaella.’

Una mesita baja de marfil, con aceitunas y pistachos reunidos en pequeños envases de plata. Una mano acompañada de uñas bien cuidadas deja caer las partes inservibles de un pistacho.

‘Estoy preocupada por mi hija.’

‘Porque?’

Raffaella logra mostrarse bastante interesada, aquel intento de conservar la confianza de Marina.

‘Frecuenta un bueno para nada, uno que no hace nada, uno que esta siempre en la calle.’

‘Y de cuando se están viendo?’

‘Ayer han celebrado seis meses. Lo supe por mi hijo. Sabes que cosa ha hecho el, eh, sabes que cosa ha hecho?’

Raffaella deja caer un pistacho muy cerrado. Ahora esta sinceramente interesada.

‘No, dime.’

‘La ha llevado a la pizzería. Pero te das cuenta? En una pizzería en la calle Vittorio’

‘Bueno, pero estos muchachos no trabajan, quizás los padres…’

‘Si, pero quien sabe de quien nace… le ha llevado doce rosas feas, pequeñas, de esas que apenas llegas a la casa y se caen los pétalos. Seguramente la habrá comprado en el semáforo. Esta mañana en la cocina le he preguntado: ‘Gloria, que es este horror?’. ‘Mama, no te atrevas a botarlas!’ Imaginate! Pero cuando regreso de la escuela no eran mas. Yo le dije que había sido Ziua, la señora de servicio filipina, entonces se ha puesto a gritar y se marcho lanzando la puerta.’

‘Acerca de estas historias no debes absolutamente obstaculizarla, sino es peor, que después Gloria se obstina. Déjala ser, veras que terminara por su cuenta. Y ha regresado?’

‘No, ha llamado diciendo que iba a dormir donde la Piristi, aquella linda muchacha rubia, un poco rellenita, la hija de Giovanna. El es el administrador de la Serfim, ella se ha arreglado toda. Justamente, se lo puede permitir.’

‘En serio? Pero si no se nota…’

‘Usan esta nueva técnica, te estiran desde atrás de las orejas. Es perfectamente invisible. Entonces, puede salir con Babi? Me daría tanto gusto.’

‘Pero claro, estas bromeando?, le diré que la llame.’

Finalmente Raffaella se concede un pistacho. Esta mas abierto que los otros. Deja su cáscara por la boca de ella, y para el no es un intercambio conveniente.

‘Filippo? Raffaella ha dicho que convencerá a Babi de llevar a Gloria con su grupo.’

‘Ah, Buenísimo, te lo agradezco.’

Filippo, un hombre joven, con la cara reposada, parece estar mas interesado también a los pistachos que a las vivencias de su hija. Se dobla hacia delante, apoderándose de aquel que Raffaella había ya elegido como su futura victima. Ella lo guarda sospechosa detrás de las orejas, buscando también en el alguna señal de aquella inesperada juventud.

‘Hola Claudio.’

‘Estas Bellísima.’

Una sonrisa perfecta dice ‘Gracias’, y mirándolo se aleja con un vestido que costaría al menos ciento cincuenta euros. Lo habrá hecho a propósito? En su pensamiento lentamente ese vestido largo se desaparece e imagina que ropa intima llevara debajo, pero después le viene una duda: habrá alguna cosa que dejar a la imaginación? Justo en ese momento llega Raffaella. Claudio da una ultima probada al cigarrillo y la apaga veloz en el cenicero.

‘Dentro de un poco comenzamos a jugar. Te aconsejo, no hagas como siempre. Cuando no llega la carta, después de un poco que no logres Gin, retirate.’

‘Y si tiene mas bajo que yo?’

‘Retirate cuando tengas bajas.’

Claudio sonríe compuesto. ‘Si querida, como quieras.’ El cigarrillo paso invisible.

‘Por cierto, te había dicho que no fumaras.’

Equivocado.

‘Pero una sola, no me hace mal…’

‘Una o diez… es el olor lo que me fastidia.’

Raffaella se va hacia la mesa verde. También el resto toman asiento. No hay nada que hacer, no se le escapa nada. Sentándose Raffaella mira bastante a la mujer del vestido de cincuenta y cinco euros. Por un momento Claudio tiene miedo que lea también el pensamiento.

Roberta, eufórica por sus dieciocho años, por la fiesta que sale a la perfección, corre al intercomunicador.

‘Respondo yo.’ Pasando a un tipo que estaba por allí con un plato lleno de pizzas pequeñas.

‘Hola. Esta Francesca verdad?’

‘Francesca quien?’

‘Giacomini, una rubia.’

‘Ah si, que le debo decir?’

‘Nada, si me abres. Soy su hermano, le debo dejar las llaves.’

Roberta oprime una vez el botón del intercomunicador, después para estar segura de haberlo abierto, lo presiona de nuevo. Va a la cocina, toma dos grandes Coca-Colas del refrigerador y se dirige hacia la sala. Encuentra una chica rubia que esta hablando con un chico con los cabellos llenos de gelatina y echados hacia atrás.

‘Francesca, esta subiendo tu hermano…’

‘Ah…’ es la única cosa que Francesca logra decir. ‘Gracias.’

Y después de haberlo dicho se mantiene con la boca abierta. El muchacho a su lado pierde un poco su estaticidad y se concede un ligero estupor.

‘France’, pasa algo malo?’

‘No, no pasa nada malo, aparte del hecho que yo soy hija única.’

‘Eso, aquí es.’ El Siciliano y Hook leen de primeros la tarjeta en el timbre del cuarto piso. ‘Son los Micchi, no?’

Schello suena el timbre.

La puerta se abre casi de inmediato.

Roberta se mantiene en la puerta, mira el grupo de chicos musculosos y despeinados. Están vestidos un poco casual, piensa tan amablemente.

‘Puedo hacer alguna cosa?’

Schello se le para enfrente: ‘Buscamos a Francesca, soy su hermano.’

Como por magia, Francesca aparece en la puerta, acompañada por el chico con quien hablaba.

‘Ah, aquí esta, tu hermano.’

Roberta se aleja. Francesca mira preocupada el grupo.

‘Y quien seria mi hermano?’

‘Yo!’ Lucone alza la mano.

Pollo también la alza ‘Yo también, somos gemelos, como en el film de Schwarzenegger. El es el gafo.’ Todos se ríen.

‘Nosotros también somos hermanos’ Uno después del otro alzan la mano. ‘Si, nos queremos mucho.’

El acompañante de Francesca no esta entendiendo todo. Opta por una expresión que combina muy bien con su cabello.

Francesca se dirige hacia Schello firme.

‘Pero como te ha venido a la mente de venir con toda esta gente, eh?’

Pollo sonríe, arreglándose la chaqueta: el resultado es siempre pésimo.

‘Esta fiesta me parece un velorio, al menos la avivamos un poco, anda Francesca no te molestes.’

‘Y quien se esta molestando? Basta con que se vayan.’

‘Ah Sche’, ya me canse de esperar, Permiso?’ El Siciliano, sin esperar que Francesca se quite de la puerta, entra.

El acompañante pegostoso de repente entiende todo: coleados. Y con un resplandor de inteligencia se aleja alcanzando a los verdaderos invitados en la sala. Francesca trata de pararlos.

‘No Schello, anda, no puedes entrar’

‘Disculpa, permiso, disculpa’

Imposible, uno detrás del otro todos pasan: Hook, Lucone, Pollo, Bunny, Step y los otros.

‘Anda France’, no seas así, veras que no pasara nada.’

Schello la toma bajo su brazo.

‘Y si pasa algo, como va a ser culpa? Es de tu hermano por haberse traído toda esta gente…’ Después, como si se preocupara que alguno entrara sin invitación, cierra la puerta.