Annotation
La Trilogía de la huidareúne las tres primeras novelas de Dulce Chacón: Algún amor que no mate, Blanca vuela mañanay Háblame, musa, de aquel varón.
"Los tres libros de esta Trilogía de la huidatienen ese origen común, la melancolía que deja en las personas la lucha que parte de la evidencia de un fracaso: la pareja fracasó, pero hay que reconstruir el amor. Dulce no abordaba ese asunto con un propósito previo, ella no hacía teoría de lo que iba a escribir, y no escribía nada como una teoría; abordaba las novelas con la misma frescura, y con la misma libertad, con la que abordaba los poemas, como exabruptos de su sentimiento, y en el fondo de sus sentimientos, en el origen de su melancolía, estaba la evidencia, y la rabia, ante ese fracaso."
Dulce Chacón TRILOGÍA DE LA HUIDA
La fuerza de la melancolía
ALGÚN AMOR QUE NO MATE
BLANCA VUELA MAÑANA
HÁBLAME, MUSA, DE AQUEL VARÓN
PRIMERA PARTE
SEGUNDA PARTE
TERCERA PARTE
CUARTA PARTE
QUINTA PARTE
Dulce Chacón
TRILOGÍA DE LA HUIDA
© Herederos de Dulce Chacón
Algún amor que no mate, 1996
Blanca vuela mañana, 1997
Háblame, musa, de aquel varón, 1998
© Del prólogo: Juan Cruz Ruiz
© De esta edición:
2007, Santillana Ediciones Generales, S. L.
ISBN: 978-84-204-6865-5
Depósito legaclass="underline" M. 3.586-2007
La fuerza de la melancolía
Es curioso: ahora que empiezo a escribir de Dulce, de Dulce Chacón, es la mañana de Reyes del año 2007, un día como aquel en el que acudimos los dos, ella y yo, al entierro de Juan Benet, y después fuimos, también juntos, a entrevistar a Juan Carlos Onetti. El entierro de Benet fue tristísimo, como todos los entierros; en aquél, como en otros que ha habido en otros tiempos, corría el sentimiento de que no sólo enterrábamos a un gran hombre, y a un amigo, sino el símbolo de una época, y de un mundo; en medio de un frío inaguantable, perverso, los que asistíamos a la ceremonia padecíamos la sensación de estar ante el final simbólico de un tiempo y de una manera de la inteligencia, e incluso del candor: un candor secreto, el candor de Juan Benet.
De aquella mañana recuerdo, sobre todo, el calor de Dulce, que siempre estaba dispuesta a creer en el porvenir incluso en medio de los instantes más duros; por eso, en lugar de adentrarse en la tristeza del momento, y del lugar, asumió la eventualidad de la entrevista inmediata con Onetti como una aventura que nos iba a restituir cierta armonía, la felicidad que buscaba no para sí sino para los otros; derrochaba esa generosidad, la hacía llegar a los demás con una risa que era sincera, potente, íntima, y lo hacía con humildad, sin pedir nada a cambio; a cambio sólo pedía ser feliz.
Hoy, catorce años después, esa sonrisa, y esa risa, sigue siendo, para mí, el símbolo mayor de su paso por la vida; es una actitud que estaba en su manera de ser y que está en su literatura, que yo tuve el privilegio de verescribir. Y ese calor, con el cual regalaba afecto y solidaridad, estaba en ella, en su modo de relacionarse con los otros, y estuvo también en su literatura; esta Trilogía de la huidaes una cabal expresión de su apuesta por la vida; nace, la Trilogía, de su observación de lo que pasa, de los fracasos a los que está abocada la vida de pareja, atiende a lo que les sucede a las ilusiones, del amor y de la felicidad, y es un alegato social que alerta al hombre, a sus protagonistas, contra el cinismo y contra la desidia: el amor hay que alimentarlo de verdad, de belleza y de aventura. Cuando entra en la vida la mezquindad, aquélla se derrumba, y se acaba la risa, y la melancolía da paso a una tristeza infinita.
Esa fue su manera de verlo, y desde esa manera de ver la vida nace su literatura, su apuesta literaria: sobre la pareja y sobre la huida. Escribía con fuerza, con dedicación, como si el ruido del que proviene la experiencia se hiciera silencio, y sosiego, a la hora de contarlo, a la hora de leerlo, a la hora de recordarlo. Escribía lentamente, en papeles sobre los que delineaba una letra grande, armónica, acostada. Decidió escribir como quien abre una cortina.
Apostó por la literatura, y ganó, hasta el final. Murió apostando, soñando libros; soñó un título y se lo dejó a su hermana gemela, Inma, que lo convirtió luego en una novela feliz, La princesa india;cuando salió este libro, debido a su hermana idéntica, muchos vimos otra vez la mirada de Dulce sobre el papel, el encanto de su alegría, porque Inma la ha
prolongado...