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…por qué, por qué, por qué. Has venido hasta aquí para saber los porqués de la vida de Tristano. Pero en la vida no hay porqués, ¿no te lo han dicho nunca?… ¿por qué escribes? ¿O tú eres de esos que buscan los porqués, que quieren poner cada cosa en su sitio?… Pues entonces escucha, uno de los porqués es que en el monte había conocido a la americana, ya te lo he dicho, la tal Marilyn, a quien él llamó desde un principio Rosamunda, y a veces la llamaba también Guagliona, pero más raramente, cuando le soltaba el pelo sobre la nuca, que durante el día ella llevaba recogido en una trenza, y él le decía, suéltate la trenza, María Magdalena, suéltate la trenza, Guagliona… Querrías saber otros porqués, por qué se echó al monte, y cómo, y cuándo, y Daphne, qué fue de ella… Eres demasiado curioso, escritor, ¿a ti qué más te da? Y además, perdona, era lógico, qué otra cosa podía hacer, ya no era más que un soldado disperso, un fugitivo, había vuelto a casa después de que el mariscal Badoglio disolviera el ejército y mandara a todo el mundo a casa, podía escoger entre ocultarse en el henil, debajo de la paja, visto que los alemanes lo peinaban todo, o reunirse con su rey en Brindisi o por ahí en el sur… Estar debajo de la paja no le gustaba y tú en su lugar ¿te hubieras reunido con un rey que había dejado plantados a los italianos para irse a comer orchiete con grelos?… En cierto modo Tristano hizo lo mismo, yendo a resistir al monte, porque los nabos vinieron más tarde… pero esto lo digo juzgándolo a toro pasado, si es que lo mío es juicio, porque he tomado morfina… ¿Sabes que la Frau me ha puesto dos dosis? La Frau es así, un día te la escamotea, un día te la pone doble, se conmueve… es antipática, has visto qué jeta tan arisca, pero por dentro… para mí que siempre ha llorado por dentro sin llorar por Riera, quién sabe cómo lo hace, no sé si es por su carácter o porque es alemana, a veces los alemanes me parecen personas que pueden llorar por dentro sin llorar por fuera, basta con leer ciertas cosas que han escrito… nosotros somos distintos, tal vez lloremos mucho por fuera y, en cambio, por dentro todo siga absolutamente igual… una cuestión hidráulica… para mí que el alma obedece también a leyes hidráulicas… me he perdido, ¿por dónde iba?… te gustaría saber algo de Daphne, y por qué y cómo es que, en el sentido de que él la dejó en Grecia… no faltaría más, ¿es que debía llevársela al monte con todo lo que había sufrido ya en su país?… y además ¿a ti Daphne qué más te da? Daphne es lo único hermoso de toda esta historia, el resto es un desastre… ¿que no te lo crees?, pues entonces mira a tu alrededor, si no me crees, y pregúntate por qué, mejor dicho con qué objeto, ¿con qué objeto se echó al monte Tristano con un catalejo al hombro?… ah, eso no lo sabías, no te lo habrías imaginado nunca, me alegro de decírtelo, a vosotros los escritores estas cosas os gustan, después ya lo adornáis un poco… en el monte Tristano llevaba una metralleta al hombro, naturalmente, y con esa metralleta se convirtió en el héroe que sabes, pero hasta allí fue con un catalejo de latón al que tenía mucho cariño, pertenecía a su abuelo, con aquel artilugio había descubierto el cielo cuando era niño, y se lo llevó consigo para mirar las estrellas desde las cimas de los montes, porque cuánto más alto estás mejor ves las estrellas… Un inglés que como tú escribía libros dijo que estamos todos en una cloaca pero que algunos de nosotros miramos las estrellas, y tal vez Tristano tuviera ganas de ver las estrellas porque su país era una auténtica cloaca… El tuyo ¿ahora cómo es? ¿Te gusta?

Me ha vuelto a la cabeza otro trozo del poema de la Frau, es un poema larguísimo, me lo cuenta a plazos, se ha convertido en un martirio… He visto un sapo que saltaba del borde de una acequia y se llevaba consigo mi bien más precioso, era un animal liso y repelente, de una blancura fláccida de terciopelo, me había robado un viejo medallón y me lo devolvía corroído por sus babas, un viejo medallón con una fotografía dentro del cual duerme el eco de ella.

…Las cigarras han dejado de cantar… debe de ser ya de noche, quizá estés cansado de escribir. Pero has venido para eso, ¿o no? Y yo también estoy cansado de hablar, pero te he llamado precisamente por eso, si la Frau viene a molestarnos, dile que nos queda poco, diez minutos nada más, porque mañana no sé si tendré fuerzas para contarte lo que sigue. Y es importante, lo sabes mejor que yo, lo has reconstruido en tu libro, has ganado incluso un premio, ¿o me equivoco? Si te dijera que te fueras ahora, pasarías una noche insomne, peor que la mía, temiendo que mañana no recupere ya el hilo conductor» te la jugaría bien, ¿verdad?, con la de kilómetros que te has tragado para venir aquí a escucharme con este olor a fenol y a gangrena, y yo en lo mejor pierdo el hilo… Quédate tranquilo, no lo he perdido, porque la puerta desquiciada se abre de repente, el interior del caserío está oscuro, y Tristano no consigue ver nada. Adelante, piensa, salid afuera, so animales. He ahí el primero, por fin. Pero si lo conoce, es Stefano, tan cordial siempre, el bedel de la escuela de la aldea en el valle, ese que le había dado a entender que de él podía fiarse. Y ahora va vestido de negro él también con la borla en el sombrero, el muy cerdo. Stefano mira a su alrededor circunspecto, teme ser descubierto, comprueba que no hay nadie, hace una señal hacia el interior, sale un alemán, después dos, tres, cuatro… Dispara, se dice Tristano, son sólo cuatro gilipollas. El dedo tamborilea impaciente en el gatillo de la metralleta, pero Tristano se contiene, si hubiera más dentro, se la habrían jugado. Y, entretanto, los cinco avanzan por el prado, se están acercando, si lo ven, es hombre muerto, qué hacer, esta espera es un póquer, Tristano, saca tus cartas, dispara. Y en aquel momento se oye una voz de mujer que canta, es una voz melodiosa y canta una salmodia extraña con palabras extrañas, una antigua canción de cuna, como antiguo es el timbre de esa voz, ¿es posible que una voz de mujer cante en un bosque de montaña al alba después de una matanza? Pero esa voz, ¿existe de verdad? Tristano la escucha, recuerda lo que ha leído en los padres de la Iglesia, es una voz interior, no puede venir de fuera, sólo la oye él, los padres de la Iglesia las llamaban voces de los ángeles, sólo pueden oírlas aquellos que pueden oírlas o que quieren oír lo que desean oír, es una voz muy antigua, que hechiza, dice… avevo un cavallino brizzolato, contava i passi che facea la luna, avevo un bel morino e m'ha lasciato, si vede che in amore 'un c'ho fortuna[7] y se comprende que está arrullando una cuna, y en ese momento el prado, los montes, el bosque, todo empieza a balancearse como una cuna impulsada por las manos de una mujer que no se ve, sólo se oye su voz que canta, aveo un cavallino senza coda, con una fuñe lo teneo legato, e tira e tira la fuñe s'annoda, fe come Tomo quando é innamorato[8] y todo se balancea ante los ojos de Tristano, y ahora todos los alemanes han salido por fin a la explanada, se han reunido en un grupo estupefacto, arrebatado por el encantamiento de una voz de mujer que acuna todo el paisaje, duerme mi niño, duerme mi amor, que a este niño lo acuno yo… así está cantando la voz de sirena, y todos los alemanes están arrebatados por el hechizo, próximos al sueño y al olvido, inmóviles el uno junto al otro como en una foto familiar, como un monumento a los caídos. Tristano dispara una primera ráfaga, una segunda, una tercera y, al disparar, canta él también acompañando a la voz que lo ha salvado, duerme mi niño, duerme mi amor, que a este niño lo acuno yo, oh, oh… el bosque devuelve el eco de las ráfagas, un racimo de ecos que rebota de ladera en ladera, del monte al valle y que se pierde a lo lejos como un trueno que rueda por el horizonte. Tristano es ahora el nuevo comandante de la brigada partisana, los galones del viejo comandante machacado por los alemanes han pasado a él, pero él no lo sabe aún, no sabe nada, Tristano, está ahí de pie, al descubierto, fuera de la roca que lo ocultaba, el rayo de sol que acaba de nacer lo embiste como corresponde a la escenografía de una película en color para los héroes. Adelante, Tristano, avanza hacia las presas caídas, colócales un pie sobre el pecho y levanta en alto tu metralleta en un gesto de triunfador, queremos recordarte así, éstas son tus memorias, estamos escribiendo tu biografía. Y tú puedes irte, escritor, debe de ser tarde y por hoy ya basta, has oído lo que querías oír.

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[7]«Tenía un caballito atigrado, contaba los pasos que daba la luna, tenía un morenito guapo y me ha dejado, se ve que en amores no tengo fortuna…» Antigua canción de cuna toscana. (N. del T.)

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[8]«Tenía un caballito sin cola, con una cuerda lo tenía atado, y tira que te tira en la cuerda se hace un nudo, es como el hombre cuando está enamorado…» (N. delT.)