Выбрать главу

Qué haces, Tristano, dime, preguntó la Guagliona mirando el mar que se le reflejaba en los ojos. Tristano, con un gesto amplio y liberal abrazó el horizonte. Debería defender la libertad, contestó, la libertad que he buscado y que me es muy cara, [10] pero a decir verdad empiezo a no saber ya qué es, me he embarcado en una aventura que no me atañe, no sé por qué, cuando estábamos en el monte todo estaba tan claro, o por lo menos eso parecía, y ahora ya nada está claro, y yo quiero entender…

Discúlpame, abro un paréntesis, deberías decirle a la Frau que la morfina por ahora no la quiero, pero que sin embargo me hace falta la ergotamina, me está viniendo una cefalea, o quizá la tema solamente, lo más probable es que esté en la cómoda, mira a ver si la encuentras, son unas pastillas… Si tuviera que decirte dónde tenía lugar la conversación que te contaba, y sobre todo cuándo, sería un problema, escritor. Pero es culpa tuya también, no me ayudas nunca en nada, no dices ni media palabra, ni una sola pregunta nunca, es cierto que obedeces a la consigna de cuando te llamé, punto en boca, te dije, tú te vienes aquí, escribes, y punto en boca… pero ahora obedeces demasiado, si yo pierdo el hilo, sal a mi encuentro, a mí los años se me enmarañan y también los lugares, a veces bastaría con una observación, una pregunta, para hacer que recuperara el norte… una ayuda… yo creo que lo haces a propósito, por maldad, a tu manera eres mala persona, te has dicho, este viejo carcamal arrogante me trata con altanería, me concede el privilegio de escribir su vida, pero me trata como a un pobre gilipollas, pues bien, ya veremos si no acaba por rendirse antes o después, si no será él quien me pida una mano o algo de luz para desenredar sus recuerdos… Lo has pensado, ¿verdad?, y ahora esperas que yo gimotee… por favor… por favor, tú, a grandes líneas, mi vida la conoces, digo a grandes líneas, es decir más o menos dónde estaba yo en el cuarenta y nueve o en el cincuenta y cuatro o en el sesenta y siete o en el sesenta y nueve, cuando estalló la primera bomba y hubo la primera carnicería, pues entonces, dado que tienes esas coordenadas esenciales que yo ya no tengo porque estoy confuso, échame una mano. ¿Es esto lo que quieres que se te diga? Pues, por el contrario, no te lo pido… de ti no quiero nada, no me hace falta tu ayuda, me las apaño por mi cuenta, Tristano había dicho que tenía que ir a Grecia, fuera cuando fuese, ¿qué más me da?, y a ti, ¿qué más te da?, lo importante es que Rosamunda le propuso irse a España con ella, le dijo, vente conmigo. Él pensó que la Guagliona estaba haciéndose la graciosa, y entonces se puso a hacerse el gracioso él también, claro que sí, contestó, iremos en un coche de lujo, un Balilla todo blanco, viajaremos por los Pirineos, hará fresco, estarán preciosos y llenos de curvas, y en determinado momento yo me detendré en un mirador desde el que se contemplan unas montañas más hermosas incluso que la Marmolada, donde tu tío de América te llevaba a dar paseos románticos dejándote que te sostuvieras en el alpenstock que tiene en los calzones, y si se me antoja te hablaré de un escritor francés genial y lleno de piojos. Pero si mi tío eres tú, dice Rosamunda, Clark, so estúpido, es que no caes, estás aquí, me estás contando todo porque he venido a escucharte, tienes fiebre alta, pobre Clark, la gangrena te está royendo una pierna, tomas morfina y no te has dado cuenta de que mi tío eres tú… perdona si en estas condiciones me he hecho pasar por tu tío… ¿qué hora es?… ¿estaba diciendo algo?… no te enfades, quizá me haya quedado dormido y estuviera hablando en sueños, la Guagliona a veces me tiende trampas, sabes, me hace preguntas a traición, cree que he perdido el sentido de la identidad, como si yo no supiera que soy aquel Tristano a quien llamaban el comandante Clark y que se convirtió en un héroe… sólo que por un instante había perdido la conciencia y me había hecho pasar por su tío, y estaba a punto de preguntarle que cómo estaba su tío de América, quiero decir el hermoso Cary, porque yo lo llamo el tío de América, y, sabes, la respuesta me la sé de memoria, la Guagliona me contestaría que está estupendamente, que tiene una nueva mujer, y que le ha dedicado un poemilla que ha mandado a sus parientes como Christmas card junto a una fotografía hecha con la Polaroid… ah, escritor, me parece verlos en el Bolilla blanco riéndose como dos cretinos porque Tristano había dicho que el título del mensaje navideño no podía ser otro que mujerona, mujerona, y la Guagliona había continuado, prepárame el caldero que he atrapado a Pulgarcito… Pero no debes creer que todo acabó con una carcajada, nada de eso, no es tan fácil, sabes, la Guagliona quería saber más e insistía en saber quién era aquel escritor lleno de piojos de quien él le había hablado en los Pirineos. Tristano se perdía en vaguedades, diciendo que era uno que había viajado en las tripas de la noche, y la Guagliona, preocupada, no me digas que está a favor de los regímenes totalitarios! La Guagliona daba mucha importancia a esas cosas, cuando la soltaron en paracaídas sobre nosotros decía que lo primero que ves cuando llegas a Nueva York es la Estatua de la Libertad… no me des lecciones, Rosamunda, es cierto, entre nosotros hay una atracción magnética como si fuéramos dos imanes, pero lo demás no existe, tú eres una que dice una cosa pero por detrás hace otra, yo lo sé bien porque desde esta cama mía donde me pudro conozco tu pasado, que será tu futuro que ahora le estoy contando a este escritor, así que dejémoslo correr, y no pongas demasiados reparos, y en cuanto al escritor que he definido lleno de piojos, ten paciencia y escúchame un momento, es sólo cuestión de puntos de vista y hay que mirar todo el conjunto, como este inmenso panorama que tenemos delante… No te lo tomes a mal, amigo, ahora ya no me acuerdo realmente de nada, de verdad, es como si todo fuera blanco, sin embargo, preferiría hablar, porque si hablo me distraigo y pienso menos en la cefalea… me ha venido una cefalea… Hace ya mucho que las tengo, estas cosas… desde que los Abderitas decían que a Tristano se le había ido la cabeza… bueno, sí, se le había ido la cabeza hasta tal punto que le estalló la cabeza, a él le estalló sólo la cabeza, pero quien estalló de verdad fue el muchacho… de las cefaleas no hay nadie que sepa nada, de los síntomas sí, naturalmente, y de las crisis, cómo afrontarlas y aliviarlas, pero por qué se produce la vasodilatación, eso sigue siendo un misterio, parece ser algo neurovegetativo, o psicosomático, como se dice hoy, cuando era más joven me golpeaba incluso la cabeza contra la pared… Escucha, el resto del relato me lo invento, así, por charlar un rato, como ves, soy honesto, te confieso que me lo estoy inventando, pongamos que Tristano dispone el picnic sobre la mesa de piedra que estaba justo en el centro del mirador, bajo dos abetos, frente al horizonte… Ten en cuenta que estamos en los Pirineos… los franceses son geniales, cuando hay un panorama que admirar, construyen una plazoleta donde puedes aparcar, colocan en ella una choza de ramaje, dos toilettes para monsieur y madame, dos mesas de piedra para el picnic, y las familias se detienen para comer y contemplar el panorama francés libre y republicano y todos tan contentos… También Tristano tenía la impresión de estar contento, aunque no tuviera familia, puso un mantel de papel y platos de papel que había comprado en un supermercado de Saint-Jean-de-Luz, eran platos que llevaban frases de escritores célebres o títulos de libros célebres, y los que había comprado llevaban escrito en círculo le meilleur des mondes possibles, en medio del plato estaba dibujado a lápiz el rostro del inventor de los platos literarios, un señor con aspecto de imbécil, con la mejilla apoyada en una mano y un mechón de pelo en la frente que parecía un peluquín. La marca, con caracteres pequeños, en el borde, rezaba, se nourrir de littérature. Guagliona, dijo Tristano, me parece que nos hemos adelantado a los tiempos. Eres tú el que te has adelantado, contestó ella, con el tiempo no es que tengas una relación muy buena, a veces retrocedes, a veces avanzas brincando, no eres coherente. Tristano sonrió, porque el paisaje era ameno, y porque le pareció que éste también sonreía, les sonreía a todos los que pasaban por ahí, lo importante era darse cuenta, Tristano se dio cuenta y devolvió la sonrisa… Estaba cayendo la tarde sobre aquel sonriente valle pirenaico y la luz iba volviéndose azulada, y Tristano, aprovechando aquel aire sereno, dijo que le gustaba tanto aquel escritor lleno de piojos porque también aquel escritor se había vuelto piojo y había chupado la sangre de los hombres y había comprendido que estaba sucia y dijo además que la tarde a él querida le venía, porque sentía debilidad por aquel poema. La Guagliona asintió, porque, evidentemente, la tarde a ella querida le venía también, y después le preguntó por qué le gustaba ese escritor al que llamaba piojo, si era tan negativo y tan sin esperanzas. Y entonces Tristano miró su plato de papel ya algo grasiento con las palabras de Voltaire, verás, dijo, es porque se ha zambullido en la mierda de este siglo que nos ha tocado vivir y para zambullirse en la mierda hace falta valor, mira, cuando lleguemos a España, haré que vivas un comosi, después si quieres te lo lees, pero conmigo lo vivirás sólo como si estuviéramos dentro de una página, ya verás, hay un paso a nivel, un tren que no pasa nunca, una tarde inmóvil y una vida inmóvil, y un hombre y una mujer que están allí bebiendo una cerveza y mirando las moscas, han abortado los dos, él y ella, cada uno a su manera, y tras las barreras del paso a nivel hay colinas como elefantes blancos, un cementerio de elefantes con vitíligo…

вернуться

[10]Alusión a un famoso verso de Dante, Divina Comedia, «Purgatorio», I, v. 71. (N. delT.)