…La Frau no podía instalarte en el apartamento de Daphne, no ha quedado nada, sólo las paredes. No te lo tomes a mal, es que quería saber qué te contestaba cuando se lo pidieras, aunque lo supiera ya, te ha metido en mi despacho, ella a los huéspedes los aloja en mi despacho, sea quien sea, una vez vino un ministro y la Frau me preguntó delante de él si tenía que alojarlo en mi despacho, el del protocolo que lo acompañaba la miró escandalizado, el señor ministro vuelve a Roma esta noche, contestó algo picado… pero a ti te gusta estar en mi despacho, estoy seguro, has venido aquí a buscar la verdad y es como si en ese cuarto habitara ella también, entre esos mohos y esos papelajos… buena suerte. ¿Sabes qué le ocurrió a la verdad? Murió sin encontrar marido.
¿Quién conoce la malicia de la materia? ¿Los científicos? ¿Vosotros, los escritores? Podréis conocer los mecanismos de las cosas, pero su secreto no lo conoce nadie. Sabes, entre las cosas que existen hay un entendimiento que no conocemos, es una lógica distinta… La fuerza de gravedad no obedece a lo que pensamos, y tampoco las combinaciones químicas que nos hicieron estudiar en el colegio, donde una molécula de oxígeno se une a dos moléculas de hidrógeno para formar ese líquido al que llamamos agua… Habría que conocer la táctica del universo, porque el universo tiene su propia táctica, pero a los laboratorios se les escapa… El binomio de Newton es algo grande, pero las matemáticas tienen otras profundidades, otros misterios. ¿Que filosofo? Me disculparás, di algo tú, bueno, mejor no, ya filosofo yo, deja que lo haga, ¿me lo permites? Vosotros filosofáis siempre, todos vosotros, los sabihondos, nos explicáis el mundo, todos quieren explicarte el mundo… Una rosa es una rosa es una rosa. Pues no, en absoluto. ¿A que no sabes que el rosal y el peral pertenecen ambos a la familia de las rosáceas? Estúdiate la botánica, el peral da peras y el rosal da rosas, ¿te parece lo mismo?… Pues entonces déjame filosofar. Por lo demás no me queda mucho, ya lo ves… No me mires la pierna, por favor, mejor dicho, tápame con la sábana… Hay un moscón, ¿lo oyes?, choca contra el espejo, qué estúpido, quiere salir, cree que el espejo es una ventana. Te he dicho que no me mires la pierna, da asco realmente, aunque yo no pueda verla, echado sobre las almohadas como me han colocado, el doctor sentenció que era necesario amputar y yo le contesté que si tanto le gustaba amputar, que se amputara los huevos, que yo mi pierna me la llevo a la tumba, podrida como está, con su permiso, total, también lo demás está destinado a pudrirse, ya sé que da asco, está toda roída por la gangrena, me ha llegado hasta la ingle, no tardará en roerme entero, incluso lo que queda de mi ser hombre, si no reviento antes, pero total, mucho para roer no tiene, tengo un saco vacío, y eso también me da el derecho a filosofar cuanto me dé la gana, es la filosofía de alguien que está seco, sin humores ya, como las piedras… ¿Has visto en lo que se ha convertido el mundo, el nuestro por lo menos?, digo a este lado, donde vivimos… todo gordo, grasiento, mírales, a esos que te decía antes, a los pedantes, están llenos de humores que les circulan bajo la adiposidad… triglicéridos, es todo colesterol, yo en cambio soy casi un mineral, ¿no lo ves?… las piedras, no dicen nada… yo soy una piedra que habla, un guijarro que está a orillas de un torrente, que está ahí quietecito y mira el agua y dice, adelante, adelante, hermana agua, corre, corre, quién sabe lo que te crees, yo me quedo aquí en la orilla, quieto como un guijarro, porque soy un guijarro, hermano guijarro… ¿Te ha dado la Frau una buena habitación? La Frau es así, me quiere mucho pero es un poco borde, le encanta hacer desaires, es lo que le queda en su vejez, hacer desaires al prójimo, si no me quisiera tanto me los haría a mí también, tal vez me los haga y no me dé cuenta, sabes, crecimos juntos, tiene mi edad aunque se crea mi madre, pero las mujeres son así, nunca dejan de creerse tu madre, aunque tengan tu edad. Haz que te ponga una cama en el apartamento que era de Daphne… cuando venía… vino tan poco en toda su vida, ya no son más que dos cuartos vacíos, los muebles los he dejado aquí y allá por la casa, así me hacen menos daño, pero para la Frau son sagrados, inviolables… sabes, creo que si Daphne soportaba este sitio, era también porque estaba la Frau, el cariño que le tenía la Frau… una vez me dijo que gracias a la Frau se había olvidado de odiar a los alemanes, ¿cómo podría darle a entender que ella no tiene culpa de nada?, me preguntó… Sabes, la Frau a las personas las juzga a ojo, como si fueran gallinas, si uno tiene las plumas caídas, lo mete en el peor gallinero, y tú tienes un aire tímido, hazte valer, levanta la cresta, a esas cosas la Frau es sensible, insiste para quedarte en ese cuarto que da al sur, basta con que ponga una cama y una mesilla, desde esa parte de la casa se ven las torres de la ciudad, son muy bonitas, ¿las has visto ya?, es como si flotaran en el aire cuando el calor hace que tiemblen en la base y las corta, las levanta, las empuja hacia lo alto… Son torres antiguas, parecen ansiar el cielo, eso está claro, ¿las has visto?… cierra un poco las persianas si quieres, y si puedes echa fuera el moscón, ¿lo oyes?, choca contra el espejo, es realmente estúpido, cree que el espejo es una salida… Mira las torres de esta ciudad, las colinas que la rodean, este paisaje que estoy a punto de dejar, míralo por mí. Y además, desde este lado de la casa se oyen las cigarras, por detrás no se oyen, están ahí y cantan toda la tarde, a mí me gusta este conciertillo, es como una música pobre, parecen címbalos y castañuelas… He vuelto aquí para marcharme, a donde nací, para oír mis cigarras, esas que oía de niño en ciertas tardes de verano en las que me mandaban a echarme una siesta y yo me entretenía con las cigarras, y leía los libros que habían de explicarme el mundo, como si el mundo pudiera explicarse en los libros… Sueños… ¿Por qué te he llamado precisamente a ti? Ya lo sabes, porque me gustó tu libro, mi persona ya había servido de punto de partida para otra novela, lo sabes mejor que yo, pero seguía tan de cerca los acontecimientos, era todo tan realista que parecía falso, aunque no te he llamado para que me grabes, no quiero que perdure mi voz, y además sería demasiado fácil, ¿qué clase de escritor serías? Escribe, si eres capaz, quiero perdurar en palabras escritas, y si no escribes enseguida, por lo menos grábatelo en la cabeza, mentalmente, y escríbelo después con palabras tuyas, como he entendido que sabes hacer, que uno te cuenta una cosa y tú la escribes y parece otra cosa… Dile a la Frau que venga a ponerme la morfina, y pasa más tarde, el efecto de la otra ya se ha pasado, el dolor hace que me queje aunque no lo quiera y eso me deprime… ¿Ya te he hablado de Vanda?, no me acuerdo…