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¿Sabes lo que quiere decir cefalea? No te estoy hablando de jaquecas, o de dolor de cabeza, es otra cosa, sabes, es otra cosa, es muchas cosas a la vez, y no es fácil dar con el sentido de algo que es muchas cosas a la vez… Para empezar es un pequeño sonido, porque empieza así, un extraño timbre que es como un silbido o un lamento agudo, un sonar, llega desde muy lejos, desde los abismos, y tú lo percibes, y de repente se dibuja el contorno feroz de las cosas, como si ese silbido se hubiera introducido en la vista, aguzándola, distorsionándola, y te parece como si tuvieras un prisma en lugar de los ojos, porque los contornos, las aristas, los objetos han aumentado su existencia en el espacio, se han dilatado, han cambiado de geometría, y al cambiarla ya no significan lo que significaban, por ejemplo, ese armario del fondo se convierte en un cubo, un cubo y nada más, no tiene ya el sentido de armario, y en ese momento todo se tambalea, el espacio se hincha como una marea y llega el vértigo de la cefalea, como un fuelle que respira y sobre el que estás sentado, te tambaleas, tienes que sentarte, y el suelo se vuelve líquido, y a tu alrededor respira un pulmón que te parece el universo entero, mejor dicho, dentro de ti, y tú estás encima y al mismo tiempo estás dentro, eres una mota de polvo que fluctúa en los alvéolos de un pulmón monstruoso que se dilata y se encoge en cada vaharada, y tú te aprietas las sienes, procurando contener las oleadas que te han estallado en la cabeza, como una tempestad en la que te ahogas, ésa es la cefalea… La primera cefalea le vino a Tristano un diez de agosto, le han pasado muchas cosas en agosto a Tristano, su vida está marcada por agosto, hay hombres así, es Urano, Saturno, tantas cosas, de muchas me he olvidado, pero de ésta no, es imposible, el diez de agosto es el día de san Lorenzo, cuando se precipitan las estrellas, tal vez le cayera una justo sobre la cabeza, un meteorito, pero no era de noche, era el mediodía, y él estaba en esta casa precisamente, a la que había vuelto para no hacer nada, bajo la pérgola, y miraba absorto un racimo de uva verde contando sus granos como si fueran los años de su vida, un grano un grano un grano para ti, decía en voz baja como en una cantilena idiota, y los granos eran ya muchos, y en aquel momento percibió un silbido extraño que no había oído nunca antes, el racimo de uvas dejó de ser un racimo de uvas, el aire se resquebrajó surcado por grietas, la náusea se le subió a la garganta, y tambaleándose como si la terraza fuera la toldilla de un navío batido por el oleaje, llegó hasta su habitación, cerró los batientes, se arrojó a la cama y aferrado a la almohada partió para el primero de los viajes maléficos que habrían de acompañarlo largo tiempo, cruzando miasmas, nubes llenas de langostas, en una deslumbradora extensión de nada que es igual en cualquier dirección… Él había muerto el día anterior, sabes, había saltado por los aires con sus instrumentos de muerte, su muchacho, amado más que a un hijo… maldito.

…Ciertas noches, a veces, miraba las luces del llano y pensaba en los tiempos idos, en aquellos días en los que se jugaba el futuro de su país, en los montes… todos contra nazis y fascistas, de eso no cabía duda, pero el futuro era otra cosa. Futuros, ahora lo sé bien, hay muchos, podría haber muchos, como el espectro de colores, matices aparentemente, pero te parecerá poco, con un matiz del azul pasas al añil, y después al violeta, y el azul es una cosa y el violeta otra, te parecerá poco, intenta vivir en un matiz, verás qué intensidad… Pero él, en aquel tiempo, entendía el mundo de forma binaria, ya sabes, la naturaleza nos ha acostumbrado a lo binario, y nosotros nos hemos dejado convencer como unos estúpidos, blanco y negro, frío y caliente, masculino y femenino. En definitiva, o así o asá. Pero ¿qué razón hay para pensar que la vida deba ser así o asá?, ¿te lo has preguntado alguna vez, escritor? Yo creo que te lo has preguntado, y tal vez sea por eso por lo que te he llamado. Pero él, en aquel tiempo, el futuro lo veía dividido en dos, porque pensaba que la historia estaba dividida en dos, qué idiota, no sabía que la historia la hacemos nosotros, nos la construimos con nuestras propias manos, es una invención nuestra, y podríamos hacer otra, sólo con quererlo, sólo con no dejarnos convencer por la historia de que ella es así o asá, sólo con tener la fuerza de decirle, señora historia, usted no es nada, no se haga tanto la arrogante, usted no es más que una hipótesis mía, y si no le importa, ahora me la invento como prefiero. Pero para decir eso es necesario ser viejos, e inútiles, casi cadáveres como lo soy yo, cuando comprendes que ella era una ilusión, un fantasma, ya no puedes hacerla, ya ha sido hecha. La historia es como el amor, es una música, y tú eres el músico, y mientras la tocas eres de una habilidad enorme, un intérprete que sopla a pleno pulmón en su trompeta o rasga con arrebato las cuerdas con su arco… magnífico, una ejecución perfecta, aplausos. Pero no conoces la partitura. La comprendes después, mucho más tarde, cuando la música se ha desvanecido ya… Para él, entonces, sólo había dos futuros posibles. El primero lo conocía demasiado bien incluso, porque conocía el país que lo había inventado, pero en Italia eso no podía decirse, un futuro hecho de días cenicientos, guiado por un comité político que concebía a las personas no como individuos, sino como engranajes de una maquinaria superior a ellos, pequeños dientes de pequeñas ruedas insignificantes que molían para la gran rueda, para una sociedad sin clases en la que todos íbamos a ser iguales, con ideas iguales y esfuerzos iguales y felicidad igual y destinos iguales. ¿Quieres un poco de felicidad, la que te corresponde, camarada?, ¿tienes el carné del partido?, ¿tienes la cartilla de racionamiento de la felicidad colectiva?, muy bien, ¿cuántos sois en vuestra familia?, cuatro, veamos… veamos… cuatro, tú, tu compañera y dos hijos, bien, bien, camarada, bien, bien, ¿has traído la cartilla de tu mujer?, bien, bien, ¿y la de tus hijos?, bien, bien, me parece que todo está en orden, camarada, tienes derecho a cuatro porciones de felicidad, firma esta hoja y déjame que ponga el sello, eres un buen camarada y el gran camarada que a todos nos acompaña en la conquista de la felicidad aprecia a los buenos camaradas como tú y desea para ti la felicidad necesaria, la justa felicidad para un mundo justo como el que estamos construyendo, un mundo justo para una sociedad justa hecha por camaradas justos como tú, querido camarada, eso ha dicho el gran camarada en su último discurso, habrás escuchado sus palabras, iban dirigidas a los buenos camaradas como tú que, trabajando por una sociedad justa, se merecen sus justas porciones de felicidad, pero ¿qué más quieres, camarada?, ya te he puesto el sello del comité político, todo está en regla, todo como es debido, vuelve a tu laboriosa casa, lleva a tus camaradas familiares el saludo fraternal del gran camarada y deja de tocarme los cojones, ¿qué dices?, ah, que combatiste en los montes, que mataste tú solo a un pelotón de fascistas, eres un héroe, camarada, pero por tu heroísmo ya te fue asignada una medalla, si no me equivoco, perdiste incluso dos dedos, se te quedaron encajados en la ametralladora, es inútil que me enseñes la mano, está escrito aquí en esta hoja, esta hoja es más importante que tu mano, camarada, pero las pelotas no las perdiste, querido camarada, perdona por la familiaridad, pero entre camaradas podemos permitírnoslo, los camaradas valerosos como tú las pelotas no las pierden, ya lo sé, ya lo sé, en la arena había dos gladiadores, uno era fuerte, vigoroso, agresivo, pero el otro era valiente, con una sonrisita maliciosa que hacía que se pareciera a un actor americano, ciertos gladiadores son fuertes, pero estúpidos, camarada, avanzan sacando pecho, se pavonean, y acaban por perder las pelotas porque son estúpidos, y en cambio tú eres valiente, camarada, y eres astuto, sobre todo astuto, pero camarada, no exageres con tu astucia, porque nosotros de ti lo sabemos todo, sabemos que te has ido a vivir a una ciudad monumental, ¿no serás algo esteta?, sabemos que tienes una buena esposa, pero que no te basta, camarada, dices amar la justicia y la libertad, a ver si vas a resultar algo burgués, perdona la franqueza, pero me pareces algo burgués, ya sabes, la ideología libertaria al principio era revolucionaria, pero si tú la practicas a escondidas resulta pequeñoburgués, y nosotros creemos sobre todo en la familia, porque la familia es el núcleo revolucionario de una sociedad revolucionaria, camarada, no quisiera que le dieras un disgusto al gran camarada, porque él está en vela por todos nosotros, no duerme más que dos horas cada noche, porque tiene que encargarse de todos nosotros, él en sus noches insomnes y febriles, desde su ventana, que da a la inmensa plaza donde ha convocado el desfile militar dedicado a los veteranos como tú que han salvado la patria, pues bien, él, camarada, desde su ventana te mira, él sabe que al amanecer de aquel día crucial para nuestra patria tú te cargaste a un pelotón enemigo entero, lo sabe mejor que tú, camarada, pero disculpa, camarada, ¿tú cuántas horas duermes cada noche?, ¿siete horas?, siete horas son muchas, camarada, es una noche entera de descanso, él duerme una hora cada noche, dos como mucho, no querrás dar un disgusto al gran camarada, camarada, siete horas de sueño es una buena ración, nos hemos enterado de que escribes poesías, y nos alegramos por ello, pero cuidado con el intimismo, conocemos bien a los poetas intimistas, dan idea de pasado, cuidado con beber demasiado pasado, camarada, podría subírsete a la cabeza, y ahora ya puedes recogerte a tu operosa casita donde tu compañera te espera, vete en paz, camarada, y no des más la lata…