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Has venido aquí para recolectar una vida. Pero ¿sabes lo que estás recolectando? Palabras. Mejor dicho, aire, amigo mío, las palabras son sonidos hechos de aire. Aire. Estás recolectando aire.

Efectivamente, el conejo al romero era excelente, decía el doctor Ziegler, pero esta tarta de chocolate… en mi tierra se hace una variante, pero ésta es insuperable, probablemente lleve incluso almendras trituradas… puede probarla usted también Herr Tristano, no le pasará nada. Tristano intuía lo que el doctor Ziegler hubiera querido preguntarle, y satisfacía así su curiosidad evitándole el momento de apuro. Había invitado a la Frau a cenar con nosotros, decía, pero lo ha rechazado aduciendo cansancio… en realidad no está cansada, y no quisiera que pensara usted que la Frau quiere evitarle, doctor, al contrario, le aprecia mucho, si me he confiado a sus cuidados fue precisamente por consejo de la Frau, le soy sincero… la verdadera razón es que temía que nos pusiéramos a hablar en alemán, hubiera sido lo natural, es el idioma de ustedes dos, y a mí no me importa hablarlo… verá, doctor, la Frau… yo la entiendo, cuando vino aquí no era más que una chiquilla, no es que haya perdido su lengua natal, pero ha tenido que usar el italiano durante toda su vida… no sé qué clase de mecanismo le impide hablar en alemán con un alemán, es como si tuviera que superar una barrera, como si se avergonzara… en alemán habla sólo conmigo y, fíjese, si acaso llega algún pelmazo, una visita inesperada, en suma, alguien que no estaba previsto, la Frau le habla en alemán, si usted la oyera, y hace como si no entendiera el italiano. Le concedo otro trocito de tarta, Herr Tristano, decía el doctor Ziegler, estoy seguro de que esta noche dormirá usted mejor, sin recibir visitas no deseadas… pero le había prometido un recorrido por los síntomas que preceden la llegada de la emperatriz, como yo la llamo, es una casuística infinita, intentaré ser sintético… para empezar este extraño término, aura… proviene de un médico de la antigüedad, el maestro de Galeno, Pelope… fue él el primero en advertir un fenómeno físico que por lo general señala el principio de la crisis, una sensación que nace en una mano o en un pie y que parece ir subiendo hacia la cabeza. Un paciente suyo le había descrito que notaba la sensación como de un vapor frío, y dado que en aquella época se creía que los vasos sanguíneos contenían aire, él creyó que el problema se debía a un vapor que subía por las venas desde las extremidades y lo llamó pneumatiké aura, un vapor inmaterial… Herr Tristano, cuando usted me ha dicho que aquella noche de agosto le cayó una estrella en la cabeza, con una metáfora me ha dicho usted la verdad… no sólo le cayó esa estrella en la cabeza, le entró dentro de la cabeza, estoy seguro… usted empezó a ver luces intermitentes y deslumbradoras bajo los párpados, zigzags eléctricos, resplandores que sin duda adoptaban forma de mosaicos en continua transformación, como en un caleidoscopio, ¿me equivoco? Tristano callaba, asintiendo de forma imperceptible. Es la forma más común del aura, continuaba Ziegler, efectos luminosos como si estallaran fuegos artificiales dentro de los ojos, y también las cosas, los objetos tienen contornos luminosos, o brillantes por lo menos, ¿verdad?, como si estuvieran rodeados por un cable eléctrico a través del que se viera pasar la electricidad… pero los síntomas del aura, antes de que llegue la emperatriz o mientras le esté visitando, son infinitos… alucinaciones sensoriales de variado tipo, turbulencias emotivas con emociones intensísimas y sin embargo indefinibles, imposibles de contar, de comunicar a los demás… en cierto modo se parecen al éxtasis, y hay a quien pueden llegar a proporcionarle placer… quién sabe, tal vez muchos místicos sufrieran hemicráneas espantosas… y además alteraciones de la visión, de la percepción de los objetos y de las figuras, con efectos de distorsión o de agigantamiento de la imagen, qué sé yo… una persona a la que ve empequeñecerse delante de usted, o bien crece, crece en un instante ante sus ojos como se ve en ciertos documentales de botánica, los habrá visto, donde un objetivo se coloca durante un semana delante del capullo de una flor y usted ve abrirse la corola en pocos segundos al haber sido aumentada la velocidad de la imagen… Lewis Carroll sufría hemicráneas espantosas y describió muy bien estos efectos ópticos en su Alicia… por lo demás era un matemático y entendía de lógica, supo relatar con lógica sus síntomas, aunque a nosotros nos parezca una lógica fantástica… y además están las alucinaciones sonoras… por lo general son ruidos, silbidos, zumbidos, murmullos, con una sonoridad más oscura o más cristalina, eso depende, puede ser el retumbo de un trueno o el gorgoteo de una fuente… pero pueden ser voces también, muchas voces que nos llegan… la casuística más frecuente es la de voces familiares, que forman o formaron parte de nuestra vida o que en todo caso escuchamos lo suficiente como para almacenarlas en nuestro depósito de recuerdos… pero pueden ser también voces absolutamente desconocidas, artificiales, se las inventa nuestro cerebro, las produce él. El doctor Ziegler hacía una breve pausa. Son casos raros y complicados, Herr Tristano, no quisiera preocuparle, por lo general se verifican en las jaquecas asociadas con la epilepsia, pero pueden verificarse también en sujetos no epilépticos, y

son formas muy agudas que provocan crisis convulsivas… por lo demás existe una diatriba científica acerca del problema, hay quien sostiene, en efecto, que no son las convulsiones las que provocan las cefaleas sino que sucede exactamente lo contrario… Tristano iba ya por el tercer trozo de tarta. Creo yo también que el chocolate tiene poca responsabilidad, decía… pero los síntomas que le describía esta tarde, los recuerdos que manan a borbotones de la nada, cosas vividas que me pasan por delante tomo en una película, doctor Ziegler, de eso ¿qué me dice? Podrían pertenecer al orden del déjá-vu, contestaba el doctor Ziegler, me inclino a pensar que pertenecen al orden del déjá-vu, naturalmente en un cuadro clínico bastante más complejo, pero la familia es ésa, diría yo, un ¡desfase temporal… acerca de este fenómeno, que de forma bastante más modesta hemos experimentado todos, acaso durante un segundo tan sólo, es decir, la impresión de re-vivir por segunda vez algo que hemos vivido ya, han sido planteadas teorías tanto de orden fisiológico como de orden psicológico… se da como una especie de retraso entre la percepción de algo y la transmisión de dicha percepción a nuestro cerebro, retraso de millonésimas de segundo, naturalmente, aunque para nuestro cerebro es como si hubieran pasado años, él ya ha vivido esa situación, no sé si fríe explico… Pero el porqué sigue siendo misterioso… Un gran fisiólogo ha definido el déjá-vu como una alteración del fichaje del tiempo en el sistema nervioso… una hermosa definición, realmente. Freud, en cambio, indagó sobre el déjá-vu en sus estudios acerca del Unheimliche, que ustedes los italianos llaman lo «perturbante», porque, en efecto, una sensación perturbadora acompaña a menudo al déjá-vu y es difícil decir si lo sigue o lo precede… para Freud, el déjá-vu supone un retorno de lo reprimido, pero tan a traición y sin motivo que provoca esas sensaciones… ¿Usted por qué teoría se inclina?, preguntaba Tristano. El doctor Ziegler se servía otra porción de tarta, dejando amablemente el último trozo para Tristano. Por las ventanas abiertas entraba el frescor de los campos. El doctor Ziegler empezaba a despedirse. Desde que le conozco, desde que empezó esta especie de híbrido análisis que está llevando conmigo, estoy cada vez más convencido de que ambas teorías no se excluyen entre sí, es más, en pacientes como usted pueden conjugarse perfectamente… buenas noches, Herr Tristano, procure descansar.