Decía Ferruccio que si te pones a mirar en los pliegues más ocultos de la sociedad, sea ésta la que sea, descubres la locura. Pero quienes tuvieron valor para hacerlo estaban locos… Discúlpame por haber dejado de contarte el sueño de Tristano… es que se había acabado para mí también, se interrumpió en determinado momento con un fulano que montaba en un borrico, me parece, y de golpe me quedé dormido de verdad, debió de terminar el efecto de los fármacos y de esa forma terminó la alucinación, la Frau me ha dicho que no hubo tormenta, es que ella da siempre las noticias de forma negativa, se ha pasado la vida dando las noticias de forma negativa, entra y dice, señorito, anoche no hubo la tormenta que se presumía ayer por la tarde, así que hace más calor que antes, sin embargo, tu habitación es la más fresca de toda la casa, por lo tanto, conténtate, la enfermera se ha cogido dos días de vacaciones, tiene al niño con varicela, esta noche estuve yo velándote y tú dormiste como un angelito, ni un lamento siquiera, es la hora de la morfina, pero no te la voy a poner, que te intoxica, no quiero decir que no tengas algún dolor que otro, pero tu vida ha sido mejor que la mía y yo no me he quejado nunca, ¿o es que me has oído a mí quejarme alguna vez?
Escritor, ¿sabes por quién luchó Tristano? Haz un esfuerzo… claro que lo sabes, es que no lo piensas… un día Tristano se dio cuenta, sin más, tuvo un destello de intuición, una de esas cosas… ¿cómo las llamáis en literatura?… ya sabes, cuando en la realidad, que es compacta como el cemento, casi como por gracia divina, se abre una grieta por un instante, tú puedes echar un vistazo en su interior, y has comprendido… es como un pequeño milagro, no sé si me explico. En definitiva… dejémoslo correr… Tristano comprendió por quién había luchado, por quién había combatido, por quién había matado, por quién se había arriesgado a ser matado… y para qué tantas penas y tormentos e ideales. Por tontintolín. Lo llamo así porque Tristano a esa cosa la llama así, tontintolín, que no es sólo el instrumento, la caja, quiero decir, que es un objeto físico, la manifestación empírica, lo visible. El tontintolín que comprendió Tristano era una especie de divinidad, pero un dios totalmente nuevo, desconocido, cuya religión era una ausencia de religión, por lo que carecía incluso de sustancia… y en tal carencia consistía su fuerza extraordinaria, era superior a cualquier ismo, cristianismo, judaismo, budismo, islamismo, sintoísmo, taoísmo, podía participar de todos ellos no siendo ninguno de ellos, y en esto revelaba una naturaleza proteica y absoluta, pero no era ni siquiera puro espíritu, siendo al mismo tiempo visible e ilusorio, la proyección de sí mismo y de todos, de los deseos y de los sueños, del todo y de la nada, estaba hecho de electrones, de energía, y sin embargo no tenía moléculas… Curiosamente, Tristano lo comprendió sin mirar el tontintolín, porque cuando lo miras en realidad no es él, es sólo su hipóstasis… Tristano comprendió la esencia del tontintolín una noche de verano, mientras estaba en la terraza de esta habitación y miraba el cielo estrellado, pensaba en las teorías del doctor Ziegler y en vez de la Osa o de Orion, que estaba buscando aquella noche, su ojo captó una estrella en movimiento, que estrella no era, por ser móvil y demasiado resplandeciente, así pues era artificial, y le pareció captar el bip bip que esa nueva estrella emitía desde los espacios siderales y que le sonó en los oídos como si hubiera comprendido su código, y le parecía que decía… no penséis, gentes, no penséis, acordaos de no pensar, pensar cansa, es inútil, habéis empezado a pensar para producir un instrumento silíceo y después un recipiente de cerámica y la paleta y el orinal y el zyklon B y la bomba atómica, bonitos resultados eso de pensar, estáis cansados de pensar, pensadme sólo a mí y yo os pensaré a vosotros, así seréis pensados, soy tontintolín y os protejo de vuestro propio pensamiento… Tristano bajó la mirada hacia el llano, salpicado por las luces de las casas, y más allá, hacia la mancha de luz amarilla de la ciudad que se reflejaba en la atmósfera nocturna, y le pareció como si todas aquellas luces estuvieran enlazadas con la voz de la estrella artificial, y todas aquellas luces emitieran un estruendo sordo como cuando la tierra bulle por un terremoto, era un mugido, un gruñido al unísono, tenía algo de bíblico, como en las páginas del Apocalipsis, y este mugido decía, nosotros pensamos tu pensamiento, tontintolín, gracias… Ah, era una obsesión, y se sucedieron pesadillas nocturnas, ahora la voz de tontintolín empezó a visitar incluso su rem, como el doctor Ziegler llamaba al sueño más profundo, y le hablaba con voz aflautada o en falsilla, le parecía el susurro de un confesor que da consejos a través de la rejilla de un confesionario, no pienses, acuérdate de no pensar, deja que yo piense por ti, Tristano, has luchado por la libertad y ahora ésta ha llegado, es el ser emancipado del pensamiento, es el no volver a pensar más… la verdadera libertad es ser pensados.