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Decía Ferruccio que los sueños no deben contarse, porque es como entregar el alma. Siempre le he hecho caso, pero contigo es distinto, has venido para escuchar una vida, con ese montón de kilómetros que te has tragado, lo has abandonado todo, te mereces incluso los sueños… quería hablarte de una playa, no sé si la he soñado recientemente o si la soñé en el curso de los años, pero eso tiene una importancia relativa, pero te lo digo luego, porque entretanto tengo la impresión de haber encontrado un hilo conductor y no quisiera perderlo, es un hilo tan tenue… No sé cómo la Frau consigue mantener el hilo. Date cuenta, desde que volví a esta casa ha retomado el ritual de cuando éramos niños, de cuando me enseñaba alemán, el poema del domingo… como si fuera ayer, como si mientras tanto no hubiera pasado la vida…

…Y mientras tanto los años habían pasado, largos, iguales, con bombas todas iguales, en trenes, en plazas, en bancos… ya sé que estoy dando saltos, estoy ya al final, es que tendría ganas de estar ya al final, aunque en realidad más al final de lo que estoy… y todo igual, decía, y juicios todos iguales, allí imputados todos iguales, en el sentido de que no estaban los imputados, había juicios pero no había imputados, es curioso, ¿no?, pero en una democracia lo importante es lo de fuera, no lo de dentro, lo que cuenta es el ritual, y si después no hay imputados, ¿a ti qué más te da?… todo igual realmente, y sonrisas todas iguales, oh, grandes sonrisas todas iguales en la mesa de las grandes potencias de las que se decía que formábamos parte… y ellos sacando pecho todos como pavos, y sus consortes de largo, porque era asunto de lo más ceremonioso, caramba, lugares escogidísimos, estilo embajadas, delegaciones, mansiones, fincas… sobre todo fincas, con los ministros fulano y mengano y jefes de Estado y prelados y empresarios y enviados especiales y sencillos, de domingo y de diario, y qué banquetes… refinadísimos, exquisitos, y banqueros ahorcados o por ahorcar, envenenados o por envenenar, algún fraile terrorista, de vez en cuando un bonito crac financiero, crac-crac, avanzaba la llamada civilización con sus dientecitos, como un animalito testarudo que ha penetrado en la madera de la encina, crac-crac, dios mío qué siglo decían los ratones empezando a roer el edificio… eso pensaba Tristano, tal vez esté desvariando, pero como te decía estoy a punto de cerrar, y no es justo concluir aquí, pues en ese caso, ¿para qué te he llamado, para hacer que escribas el final? Pero el caso es que cuando Tristano y Daphne volvieron, después de que todo hubiera sucedido ya, él se puso a mirar los años pasados desde su Malafrasca, como ya había rebautizado esta finca suya en cuyas laderas amarilleaba el olivar mientras las viñas se cubrían de piojos… a veces pensaba que la filoxera se la había contagiado él a la viña, se lo había confesado a Daphne… no seas injusto contigo mismo, le susurraba Daphne, pasando a su lado mientras Tristano, con los ojos perdidos en el llano, miraba el sol morir en el horizonte, y le hacía una caricia en el cuello, como si rozara el teclado de su piano, no pierdas el tiempo añorando el vino doc [5] y el aceite de oliva virgen extra, era bonita la idea de la hacienda agrícola que querías montar hace muchos años, eran ideas bonitas, pero no estaban hechas para ti, no eran importantes, de verdad, en cambio, son importantes los libros que hemos hecho, nuestras Hojas de Hypnos, ése era tu auténtico sueño, ahora existen, y perdurarán, era a nuestro chico a quien habías confiado la tierra, tú amabas esta tierra por persona interpuesta, querías que alguien la amara en tu lugar porque es aquí donde naciste y te criaste, es comprensible, querías que continuase, por el contrario la vida ha sido malvada y la rama se ha quebrado, pero tu Daphne sigue estando aquí contigo, deja de pensar en esas viñas y en esos olivos… Pero no era en los campos en lo que estaba pensando Tristano, miraba el horizonte más allá de las cepas de los olivos enfermos y pensaba en este país por el que había empuñado el fusil, si había valido la pena, y mientras tanto recorría con la mirada el paisaje y permanecía reclinado en una silla de tela, de esas de director de cine que le había regalado en broma Daphne en uno de sus cumpleaños, escribiendo la frase de Escarlata O'Hara con un pincel en el respaldo, mañana será otro día, para que él no fuera el director de un cinemascope amargo que se veía desde el porche, sino que pensara que en el fondo en la vida hay algo que merece la pena si el alma no es raquítica, y que es necesario luchar contra el raquitismo de determinados días, cuando el manantial parece haberse secado, porque de repente la fuente empieza otra vez a manar, tú ya no te lo esperabas y qué hermoso, llega un chorro de agua fresca que te inunda, te revigoriza, te arrastra, ¿de dónde viene ese río cárstico, mientras la llanura parecía tan seca, qué meandros subterráneos ha recorrido para llegar hasta ti, para decirte que mañana será otro día? Pero mientras tanto él miraba esa llanura en cinemascope tan fecunda, que a él le parecía seca, las fincas, los viñedos y las haciendas de sociedades anónimas y de tipo familiar, hectáreas que se perdían de vista, por lo general de alemanes y americanos ya, con alguna excepción para la aristocracia local, aunque no sea más que para mantener altas las tradiciones, o hacer como si, y la hacienda que más rabia le daba era la hacienda Pontormo, no tanto por el doc que le habían dado al vino, en su opinión ilegítimo, sino porque habían robado la efigie de un pintor al que él amaba por encima de todos y habían representado en la etiqueta un cuadro en una versión pop al estilo de ese pintor americano de mirada siniestra… Estoy divagando, y por lo demás estas cosas no interesan, pero pensándolo bien nada en esta historia interesa, aparte de una sola cosa, si acaso, que podría ser el intríngulis, sólo que no sé si tendré ganas de contarte el intríngulis, tengo que pensármelo mejor, en el fondo el intríngulis de Tristano lo has contado tú mejor que yo, en tu libro está todo tan claro, ¿por qué habría de aguarte la fiesta?… En cualquier caso, ahora estoy cansado y estarás cansado tú también, me gustaría echarme una siestecita, si acaso te llamo después con este timbre que he hecho que me instalen, suena en toda la casa, aquí también, ¿quieres oírlo?, hace cra-cra, parece un sapo, no lo hice aposta, fue pura casualidad, el electricista me dijo que depende del amplificador de celuloide, se le cayó y se le rajó… has conseguido que la Frau te dé una buena habitación ¿verdad?, ya te lo he dicho, no te quedes en la primera que te ofrezca, pídele que te cambie, ella no ofrece nunca la mejor enseguida, no lo hace por maldad, es que ella es así, me parece que hay un moscón, ¿lo oyes tú también o es que me zumban los oídos?.

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[5]Denominación de Origen Clasificada.