He oído decir que no has querido nunca ir a tontintolín. En eso me gustas, muy bien, hay siempre mucho pedantuelo en tontintolín, que están allí y sientan cátedra sobre todo, lo que le gusta a la gente este año, si ese fulano del gobierno viste bien o viste mal, si sería mejor votar un poquito más acá o un poquito más allá, en qué acabará lo del agujero de ozono, y mira que si el mundo fuera cuadrado, que nunca se sabe… a ti quién sabe cuántas veces te habrán invitado, especialmente después del premio que tu novela ganó en los Estados Unidos, es lo típico, antes ni siquiera te miran, pero si ganas un premio en los Estados Unidos te conviertes en una star y no puedes evitar a tontintolín… Tristano aparece como un auténtico héroe en tu novela, sin embargo, haces que pase miedo, y eso me gustó, los héroes tienen miedo, eso los simplones no lo saben, sin embargo, él vence sus miedos… pero hay otro sin embargo, y aquí te has superado a ti mismo, ¿no será que consigue vencer el miedo porque el miedo ha podido al final con él?… en definitiva, que el héroe vence el miedo porque el miedo lo ha vencido. No has acertado, pero el razonamiento es intrigante… Tú eres un tipo complejo, escritor, y uno no escribe un libro como el tuyo para dejarse engatusar luego por el tontintolín… además, en cierto modo, eres un senador, disculpa si te llamo así, en el sentido de que tienes una forma austera propia, cultivas bien el género, cuando pensaba en ti te veía con una toga blanca, como ciertos senadores romanos, algo así como Séneca, si puede decirse así, dado también tu estilo de escritura, pero tal vez Séneca no fuera senador, no lo sé… Escucha, pero ¿no será que al no ir a tontintolín es como si acabaras yendo al revés? Disculpa la malicia, pero así todos dirán que te niegas a ir a tontintolín, estarás en boca de todo el mundo y al final no ir es como si tú hubieras ido… porque el tontintolín es tremendo, querido escritor mío, te jode de todas formas, vayas o no vayas, ¿no lo habías pensado? Sé lo que dijeron de ti en un programa del tontintolín que la Frau llama la purga catódica. Yo estoy de lo más informado acerca de ese cacharro, aunque no la vea, la Frau me da el parte. El mes pasado, no había hecho más que meterme en la cama, cuando se asoma a la puerta y dice, señorito, en la purga catódica esta noche han hablado del escritor que estabas leyendo ayer. Renate, al grano, le digo. El programa estaba dedicado hoy al valor de cambiar de ideas y el presentador presenta a sus invitados y con aire melifluo dice, hemos invitado también al conocido autor de una premiada novela sobre el valor, pero por desgracia ha declinado la invitación, no quisiéramos pensar que tiene miedo a nuestro programa, le esperamos, ilustre escritor, mire que somos buena gente, ármese de valor… Ya lo he entendido, Renate, y con eso ¿qué?, le pregunto. ¿No me has dicho que necesitarías a alguien que te escuchara, pero que debería ser un escritor? Y cerró la puerta antes de que pudiera contestar…
Hoy me siento bien, bien de verdad, y te lo cuento todo con pelos y señales, con lógica, es el plato fuerte, en tu libro será el plato fuerte, escucha y escribe, escribe y calladito, ¿estás listo?… Es el alba. Tristano está solo en aquel maldito bosque, y tiene miedo. Porque también los héroes tienen miedo, eso lo has dicho tú también. Y además Tristano no sabe aún que es un héroe, está solo, escondido detrás de un peñasco delante del refugio del comandante, sabe que está solo porque todos los compañeros habían bajado aquella noche al valle para una operación, la orden la dio el propio comandante, hay un cuartel que asaltar, en la aldea, hay armas y municiones, soldados fascistas que vigilan, hay que intentar un asalto, por eso los compañeros han bajado al valle, y Tristano está solo en ese maldito amanecer de aquel maldito bosque, un amanecer que podría ser rosa y azulado, dulce, hecho no para días de tragedia, sino para amar, para abrazar un cuerpo de mujer en una cama, podría estar hecho para el amor, y no para estar agazapado detrás de una roca temblando de miedo, es un amanecer gélido. ¿Cuántos serán? Por lo general son previsores, nunca son pocos los que vienen en sus incursiones, podrían ser diez, veinte, un pelotón entero. Tristano ha oído los disparos, ráfagas de Maschinen-pistolen, algún grito, y ahora un silencio sepulcral, en el alba que nace, un alba peligrosa, porque el día es enemigo, para Tristano, él está solo detrás de esa roca, y ellos son muchos. Sobre la masacre ha caído el silencio. Pero ¿por qué se demoran? ¿Por qué no salen? ¿Qué están haciendo en el refugio? Quizá estén buscando papeles, mapas, notas. Han dado un golpe maestro, han eliminado al comandante más peligroso de toda la zona, a un gran comandante, no es uno cualquiera ese comandante, no es un improvisado partisano de buena voluntad, no, es un viejo militar, luchó en la Gran Guerra, en el quince era ya un oficial con altas responsabilidades de mando, es un hombre que sabe de estrategias, es tranquilo, experto, ponderado, decidido, los nazis lo temen, les ha causado muchas pérdidas, del alto mando alemán en Italia ha partido la orden de que sea eliminado, los hombres de su grupo no importan tanto, es a él a quien es necesario eliminar, aplastada la cabeza del rebelde, el cuerpo ya no es nada, serán unos desgraciados que se han echado al monte sin un plan preciso, es urgente acabar con él, y ahora lo han conseguido. Pero alguien los ha llevado hasta allí, de lo contrario, ¿cómo hubieran podido llegar hasta el refugio? Tristano conoce el refugio, que es también el cuartel general, hay cuatro piezas en aquel caserío abandonado, en la planta de abajo está la cocina, donde se celebran las reuniones, se discuten las acciones, se preparan los planes y se reciben las órdenes, después hay un cuarto contiguo, donde duermen los dos soldados del ejército saboyano, son dos milicianos jóvenes, dos muchachos amables e inexpertos que es mejor no emplear en acciones bélicas, sirven de centinelas, son los guardaespaldas del comandante, en la planta de arriba hay una especie de henil, donde los campesinos ponían a secar los higos y las castañas sobre cañizo, y además una habitación donde duerme el comandante. El tiroteo ha tenido lugar en la planta de abajo. Tristano ha visto el resplandor de los disparos en el recuadro de los dos ventanucos junto a la puerto desquiciada de madera de aquella casita de cuento de hadas situada en el margen del bosque. Pero ¿por qué no salen? Hace frío. El amanecer es frío. Tristano tiene miedo, detrás de aquella roca. Los héroes no tienen miedo, pero Tristano no sabe aún que es un héroe, es un hombre solo que aprieta una metralleta sustraída a un alemán muerto, tiene las manos heladas, los pies helados, se siente incapaz de pensar, aunque su cabeza piense a una velocidad increíble, sus ojos están clavados en la puertecita desquiciada, de vez en cuando mira a su alrededor, pero tan rápidamente que no ve nada del paisaje que le rodea, sólo se da cuenta de que la luz está aumentando en intensidad, no tardará mucho en llegar la claridad del día. Piensa, ¿hace cuánto tiempo que he oído los disparos, diez minutos, una hora? Tristano ha dormido en el caserío del margen del bosque donde los campesinos criaban antes cerdos, había decidido dormir ahí, aquella noche, en vez de en la cueva del curso bajo del torrente donde duerme casi siempre con sus compañeros. ¿Por qué? Tristano no sabe decir el porqué. Por qué, por qué, por qué…