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Gran Menton se lanzo hacia la pistola. Aunque su mano rozo la culata, solo la giro un poco. De Spain clavo el tacon en esa mano y lo movio a derecha e izquierda. Gran Menton grito. De Spain retrocedio y dijo cansino:

Chandler, Raymond Tristezas de Bay City – 34 – -No te habran dominado en todos los terrenos,?verdad, encanto?

– Ya esta bien,?por que no lo deja hablar? -pregunte a duras penas.

– Porque no quiere hablar -respondio De Spain-. No es de los que hablan. Es un tipo duro.

– En ese caso, disparele de una vez a este pobre infeliz.

– Ni lo suene. No pertenezco a ese tipo de policia. Escucha, Moss, este tio cree que soy un madero sadico que de vez en cuando necesita golpear una cabeza con un trozo de tuberia de plomo para no sufrir de indigestion a causa de los nervios. No permitiras que piense de esa manera,?eh? Esta es una pelea limpia, me superas en diez kilos y mira donde esta la pistola.

– Supongo que si -mascullo Gran Menton-. Tu companero podria irse de la lengua y delatarme.

– Ni lo suenes. Vamos, chicarron, solo una vez mas. Aun te quedan fuerzas.

Gran Menton volvio a ponerse en pie. Se levanto tan despacio que parecia un escalador. Se balanceo y con la mano se aparto la sangre de la cara. Me dolia la cabeza y se me revolvio el estomago.

De repente Gran Menton giro el pie derecho. Durante una milesima de segundo parecio que iba a pasar algo, pero De Spain sujeto el pie en el aire, retrocedio y pego un tiron. Sostuvo la pierna estirada y el maton se balanceo sobre el otro pie en su intento de mantener el equilibrio.

De Spain comento con tono coloquiaclass="underline"

– Cuando lo hiciste estuvo bien porque llevabas un arma en la mano, yo las tenia vacias y calculaste que no correria semejante riesgo. Pero ahora puedes ver que era juego sucio.

Torcio rapidamente el pie con las dos manos. El cuerpo de Gran Menton parecio elevarse por los aires y caer de lado. Su hombro y su cara se aplastaron contra el suelo y De Spain no solto el pie. Siguio girandolo. Gran Menton se sacudio en el suelo y emitio bruscos sonidos animales, ahogados a medias por la grava. De Spain tiro brusca y subitamente del pie. Gran Menton chillo como si doce sabanas se rasgaran al mismo tiempo.

De Spain se adelanto y piso el tobillo del otro pie de Gran Menton. Presiono con el cuerpo sobre el pie que sostenia entre las manos y separo las piernas de Gran Menton. Este intento respirar y gritar a la vez y emitio un sonido afin al ladrido de un perro muy grande y viejisimo.

– A la gente se le paga por lo que yo hago -dijo De Spain-. No me refiero a calderilla, sino a pasta de verdad. Deberia tener mi parte. -?Sueltame! -grito Gran Menton-.?Hablare!?Hablare!

De Spain le separo un poco mas las piernas. Movio el pie y de repente Gran Menton se relajo. Fue como si un leon marino se desmayara. De Spain perdio el equilibrio y se tambaleo hacia un lado mientras la pierna chocaba contra el suelo. Saco el panuelo del bolsillo y muy despacio se seco la cara y las manos.

– Esta fofo -comento-. Bebe demasiada cerveza. Parecia un tipo sano. Quiza tiene que ver con que siempre lleva el trasero detras del volante.

– Y un arma en la mano -apostille.

– No es mala idea -opino De Spain-. Mas vale que no pierda su amor propio.

Se acerco a Gran Menton y le propino una patada en las costillas. A la tercera se oyo un grunido y se percibio un brillo en la nada donde habian estado los parpados de Gran Menton.

– Levantate -ordeno De Spain-. No te hare mas dano.

Gran Menton se incorporo, esfuerzo que le llevo un minuto. Su boca, mejor dicho, lo que le quedaba, estaba forzadamente abierta. Me hizo recordar la boca de otro hombre y ya no lo compadeci. Dio manotazos al aire, en busca de algo en lo que apoyarse.

– Mi companero dice que sin un arma en la mano eres un cobarde. No me gustaria que un tio fuerte como tu se convirtiera en un cobarde. Usa mi cacharro -De Spain pateo ligeramente la sobaquera para separarla de la chaqueta y acercarla al pie de Gran Menton.

Gran Menton hundio los hombros para mirar el arma. Ya no podia girar el cuello.

– Hablare -murmuro.

Chandler, Raymond Tristezas de Bay City – 35 – -Nadie te pide que hables. Te he pedido que cojas esa pistola. No me obligues a echarte de nuevo al suelo para que la empunes. Quiero verte con el arma en la mano.

Gran Menton se arrodillo a trancas y barrancas y cerro lentamente la mano sobre la culata de la pistola. De Spain lo miro sin moverse.

– Asi me gusta. Ya es tuya. Vuelves a ser un tipo duro. Ahora puedes cargarte otras mujeres. Quitala de la funda.

Muy despacio, mediante un esfuerzo que parecia enorme, Gran Menton retiro la pistola de la sobaquera y siguio arrodillado, con el arma colgada entre las piernas. -?Que me dices??No piensas cargarte a nadie? -lo provoco De Spain.

Gran Menton dejo caer la pistola y sollozo. -?Mira lo que haces! -chillo De Spain-. Pon esa pistola en su sitio. No me gusta que se ensucie, la mantengo siempre limpia.

Gran Menton busco el arma a tientas, la aferro y la guardo lentamente en la funda de cuero. Ese esfuerzo consumio las fuerzas que le quedaban. Cayo de bruces sobre la pistolera.

De Spain lo cogio del brazo, lo hizo rodar boca arriba y recogio la cartuchera. Froto la culata con la mano y se coloco la sobaquera alrededor del pecho. Recupero la chaqueta y se la puso.

– Dejaremos que se las arregle -dijo-. No creo que se pueda hacer hablar a un tio que no quiere.?Tiene un cigarrillo?

Con la mano izquierda saque la cajetilla del bolsillo, afloje un pitillo y se lo ofreci.

Encendi la linterna y apunte al cigarrillo saliente y a sus dedos gruesos, que se acercaron a cogerlo.

– No hace falta -dijo. Busco una cerilla, la encendio y aspiro lentamente. Apague la linterna. De Spain paseo la mirada por la colina hacia el mar, la curva de la playa y los muelles iluminados-. Aqui arriba se esta muy bien -comento.

– Hace frio incluso en verano -opine-. Un trago no me vendria nada mal.

– A mi tampoco -respondio De Spain-. Pero no puedo beber.

Chandler, Raymond Tristezas de Bay City – 36 -

EL PINCHADOR

De Spain detuvo el coche en la puerta del Colegio de Medicos y Cirujanos y alzo la vista hasta una ventana iluminada de la sexta planta. El diseno del edificio consistia en una sucesion de alas extendidas, por lo que todas las consultas daban al exterior.

– Es increible -comento De Spain-. A esta hora y aun esta ahi arriba. Me figuro que este tio no duerme nunca. Eche un vistazo a la cafetera estacionada calle abajo.

Me apee y pase delante del drugstore a oscuras, que se alzaba a un lado de la entrada al vestibulo del edificio. Habia un sedan negro y largo estacionado diagonal y correctamente en uno de los espacios reservados, como si fuera mediodia en lugar de cerca de las tres de la manana. Junto a la matricula delantera del sedan aparecia el emblema de los medicos: el baculo de Hipocrates y la serpiente enroscada. Ilumine el coche con la linterna, lei parte del nombre del propietario y volvi a quedar a oscuras. Me reuni con De Spain.

– Controlado -dije-.?Como supo que era la ventana de su consulta y que estaria aqui a estas horas?

– Esta cargando sus inyecciones. Lo se porque lo he vigilado. -?Por que lo ha vigilado?

Me miro pero no dijo nada. Miro por encima del hombro hacia el asiento trasero del coche. -?Como estas, companero?

De debajo de la alfombrilla del coche escapo un sonido ronco que pretendia ser una voz.

– Le gusta viajar en coche -comento De Spain. A todos los tios duros les agrada dar una vuelta en coche. Bueno, estacionare en el callejon y subiremos.

Giro en la esquina con los faros apagados y el sonido del motor se perdio en la oscuridad salpicada por la luz de la luna. En la acera de enfrente, una hilera de eucaliptos altisimos bordeaba una serie de pistas publicas de tenis. Desde el mar, el olor a algas trepaba por el bulevar.

De Spain camino desde la esquina del edificio, subio hasta la puerta cerrada del vestibulo y dio con los nudillos en la gruesa luna. En el fondo se veia la luz del ascensor junto a un enorme buzon de bronce. Un anciano salio del ascensor, deambulo por el pasillo hasta la puerta y se nos quedo mirando con las llaves en la mano. De Spain le mostro su placa. El viejo bizqueo, abrio la puerta, nos hizo pasar y la cerro sin decir esta boca es mia. Regreso por el pasillo hasta el ascensor, acomodo el almohadon casero que tenia sobre el taburete, se acomodo la dentadura postiza con la lengua y pregunto: -?Que quieren?