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– Escucheme. Para eso he venido. Su esposa jugaba mucho a la ruleta en el club de Vance Conried y perdia el dinero que usted ganaba con esas agujitas casi tan rapido como lo conseguia. Tambien circula el rumor de que estaba liada con Conried. Puede que a usted le diera igual, dado que pasaba la noche fuera y estaba demasiado ocupado para hacer de esposo.

Sin embargo, es probable que el dinero le importase porque se arriesgaba mucho para ganarlo.

Volvere mas tarde sobre este tema. La noche de la muerte, su esposa se puso histerica en el Club Conried, lo llamaron y usted acudio y le dio una endovenosa para calmarla. Conried la acompano a casa. Usted telefoneo a la enfermera de la consulta, Helen Matson, la ex esposa Chandler, Raymond Tristezas de Bay City – 39 – de Matson, para pedirle que fuese a su casa y comprobara que su esposa estaba bien. Mas tarde, Matson la encontro muerta en el garaje, bajo el coche, y lo contacto. Usted apelo al jefe de la policia y se echo tanta tierra sobre el asunto que no se volvio a oir hablar del tema. Pero Matson, que fue el primero en llegar a la escena, tenia algo. No tuvo suerte cuando intento sacarle dinero porque, a la chita callando, usted es un tio con muchas agallas. Tambien es posible que su amigo, el jefe Anders, le dijese que no servia de prueba. Por eso Matson intento chantajear a Conried, se creyo que si el caso se presentaba ante el jurado de acusacion que en este momento se esta reuniendo todo caeria sobre el garito de Conried, quedaria mas clausurado que un piston fundido, la gente que lo respaldaba se cabrearia y le quitaria los caballos para jugar al polo. La idea le sento fatal a Conried y pidio a un maton llamado Moss Lorenz, actualmente el chofer del alcalde y con anterioridad guardaespaldas de Conried, asi como el tio al que he apodado Gran Menton, que se ocupara de Matson. A este le quitaron la licencia y lo expulsaron de Bay City. Pero a su manera tambien tenia agallas, asi que se encerro en un bloque de apartamentos de Los Angeles y persevero en sus propositos. Por algun motivo, el encargado de la casa de apartamentos se entero de lo que pasaba, ignoro como, pero la policia de Los Angeles ya se ocupara de averiguarlo, y dio el chivatazo. Esta misma noche Gran Menton fue a la ciudad y se deshizo de Matson.

Deje de hablar y contemple al hombre alto y delgado. Su expresion no habia cambiado.

Parpadeo un par de veces y jugueteo con el arma. En la consulta imperaba un silencio absoluto. Aguce el oido para percibir la respiracion en la estancia contigua, pero no oia nada. -?Matson esta muerto? -pregunto muy despacio el doctor Austrian-. No creera que tuve algo que ver. Su rostro brillaba tenuemente.

– Francamente, no lo se -reconoci-. Greb era el eslabon debil de su montaje y hoy alguien le dijo que abandonase rapidamente la ciudad…, si se fue a mediodia, antes de que mataran a Matson. Probablemente alguien le dio dinero, porque vi su casa y no me parecio la vivienda de una persona que gana pasta. -?Maldito Conried! -exclamo velozmente el doctor Austrian-. Me telefoneo a primera hora y me dijo que sacase a Greb de la ciudad. Le di dinero pero… -se interrumpio, parecio cabrearse consigo mismo y volvio a mirar el arma.

– Pero usted no sabia que se estaba cocinando. Doctor, le creo, le aseguro que le creo. Haga el favor de bajar el arma un rato mas.

– Prosiga -pidio tenso-. Continue con su relato.

– De acuerdo. Queda mucho por contar. La policia de Los Angeles encontro el cadaver de Matson, pero no se presentara hasta manana. En primer lugar, porque es muy tarde y, en segundo, porque cuando aten cabos no querran perderse el caso. El Club Conried esta en los limites de Los Angeles y al jurado de acusacion del que le hable le encantara. Cogeran a Moss Lorenz, este presentara un recurso y se tragara unos pocos anos en chirona. Asi se manejan estas cosas cuando los mecanismos legales entran en juego. La siguiente cuestion es como se que lo hizo Gran Menton. Pues porque nos lo dijo. Un companero y yo fuimos a visitar a Greb. Gran Menton acechaba en su casa, a oscuras, con la senora Greb sujeta a la cama con esparadrapo y nos lo llevamos. Lo llevamos a las colinas, le dimos su merecido y hablo. Me compadeci del pobre desgraciado. Dos asesinatos y ni siquiera cobro. -?Dos asesinatos? -pregunto el doctor Austrian azorado.

– Ya se lo explicare. Veamos ahora en que situacion se encuentra usted. Dentro de un rato me dira quien se cargo a su esposa y lo mas gracioso es que no le creere. -?Dios mio! -murmuro-.?Dios mio!

Me apunto y solto la pistola tan rapido que ni siquiera tuve tiempo de esquivarlo.

– Soy el hombre de los milagros. Soy el gran detective norteamericano…, el que nunca ve un centavo. Pese a que intento contratar mis servicios, jamas hable con Matson. Le dire que tenia contra usted, como asesinaron a su esposa y por que se que usted no lo hizo. Y se lo dire todo a cambio de nada.

No le hizo gracia. Suspiro con los labios apretados y su rostro se torno viejo, gris y tenso Chandler, Raymond Tristezas de Bay City – 40 – bajo los cabellos color arena clara pintados sobre su craneo huesudo.

– Matson tenia contra usted un escarpin de terciopelo verde esmeralda. Verschoyle de Hollywood lo fabrico para su esposa…, se lo hicieron a medida y en el interior figuraba el numero de su horma. Estaba nuevo, sin estrenar. Le confeccionaron dos pares exactamente iguales. Llevaba un par puesto cuando Matson la encontro. Ya sabe donde la encontro: en el suelo del garaje, y para llegar hasta alli tuvo que caminar por la senda de cemento que sale de la puerta de servicio de la casa. No es posible que hubiese andado con aquel escarpin tan delicado. Por eso se que la asesinaron. Quienquiera que le puso los escarpines coloco uno usado y otro sin estrenar. Matson se percato y se guardo el escarpin. Entonces usted le pidio que llamara al jefe desde su casa, entro a hurtadillas, cogio el otro escarpin usado y se lo puso.

Sin duda se dio cuenta de que Matson se habia quedado con el otro escarpin. Ignoro si usted se lo conto a alguien.?Correcto?

Bajo un centimetro la cabeza. Aunque se estremecio ligeramente, la mano que esgrimia la automatica con mango de hueso no temblo.

– Asi fue como la asesinaron. Greb era peligroso para alguien, lo que demuestra que su esposa no murio por envenenamiento con monoxido de carbono. Estaba muerta cuando la metieron debajo del coche. Murio a causa de la morfina. Reconozco que es una conjetura, pero muy precisa, porque seria el unico modo de matarla que lo obligaria a usted a encubrir al asesino. Fue facil para alguien que disponia de morfina y tenia la posibilidad de utilizarla.

Bastaba con inyectarle una segunda dosis letal en el mismo sitio en que usted le habia aplicado la inyeccion mas temprano. Despues volvio a casa y la encontro muerta. Tuvo que encubrir la situacion porque sabia como habia muerto y no podia permitir que saliese a la luz.

Usted esta en el negocio de la morfina.

El medico sonrio. La sonrisa le colgo de las comisuras como telaranas en los rincones de un techo antiguo. Ni se percato de que sonreia.

– Es usted interesante -afirmo-. Creo que voy a matarlo, pero no deja de ser un tipo interesante.

Senale el esterilizador electrico.

– En Hollywood hay veintitantos medicos como usted: pinchadores. Hacen la ronda nocturna con maletines de piel repletos de jeringas cargadas. Evitan que los toxicomanos y los borrachos se vuelvan locos…, al menos durante un rato. De vez en cuando alguien se vuelve adicto y surge un problema. Quiza la mayoria de las personas a las que atiende acabarian en chirona o en el manicomio si no las cuidara. Sin duda perderian sus trabajos, si es que los tienen. Algunas ocupan cargos muy importantes. Pero es peligroso, porque cualquier resentido puede poner a los federales sobre su pista y en cuanto interroguen a sus pacientes encontraran a alguien dispuesto a hablar. Intenta protegerse parcialmente, consiguiendo parte de la morfina por canales ilegales. Yo diria que Conried le proporcionaba una parte y que por esto tuvo que permitirle que se quedara con su esposa y con su dinero.