Wheeler se calló entonces y miró el reloj, sí se fijó ahora en las manecillas; después volvió la vista hacia la casa, el piano de la señora Berry nos hacía aún el acompañamiento.
'¿Quiere que vaya a ver cómo está lo del almuerzo, Peter?', me ofrecí. '¿Vamos quizá con retraso? Es culpa mía.'
'No, la pieza ya está terminando, le falta sólo un minuetto muy breve. Ella nos avisará a menos cinco, ahora son menos doce. La conozco yo, esa pieza.'
Estuve tentado de preguntarle cuál era, pero prefería que me contestara a otra cosa, las oportunidades se disuelven luego:
'¿Debo entender, Peter, que lo que usted llama el grupo sigue en activo, y que es Mr Tupra quien lo lleva ahora?'
'Hablaremos más de eso en seguida, quiero que me hagas un favor al respecto. También será para ti buena cosa, yo creo, y ya me he permitido llamarlo, a Tupra, esta mañana, cuando tú aún dormías, para confirmarle tu descontada sagacidad en la prueba, me refiero a lo de él y Beryl. Pero sí, supongo que así puede decirse, aunque todo está tan cambiado que casi nada me es reconocible. Hoy se hace difícil asegurar que nada sea lo mismo que en aquel tiempo, o que lo sea nadie, para el caso. Esas funciones o actividades sin nombre han evolucionado mucho, en la medida de mi conocimiento, ha ido habiendo otras necesidades. Me figuro que se habrán degradado, igual que todo: es sólo una suposición realista, no lo digo con ánimo de criticar ni de culpar a nadie. Pero es que no sé. Mírame a mí: ¿soy yo el mismo de entonces? ¿Puedo yo ser, por ejemplo, el que estuvo casado con una chica muy joven que se quedó para siempre en eso y que no me ha acompañado un solo día en mi largo envejecimiento? ¿No resulta esa posibilidad, esa idea, esa verdad asumida, no resulta incongruente en exceso, por ejemplo con el que después he sido? ¿O con los actos que cometí más tarde, cuando ella ya no era testigo? ¿Por ejemplo con mi actual aspecto? Una chica muy joven, date cuenta, ¿y cómo puedo yo ser el mismo?'
Wheeler volvió a llevarse una mano a la frente, pero esta vez no fue por un súbito agotamiento ni por un susto, su gesto fue reflexivo, como si lo hubieran dejado intrigado sus propias interrogaciones. Y entonces yo intenté que me contestara a otra pregunta, aunque quizá era absurdo hacérsela en aquel instante, a falta de tan pocos minutos para el almuerzo con la señora Berry. Si bien probablemente no le habría importado nada responderme en presencia de ella, que conocería ya la historia, de haber optado por responderme.
'¿Cómo murió su mujer, Peter? Nunca lo he sabido. Nunca se lo he preguntado. Nunca me lo ha contado.'
Wheeler se destapó la frente y me miró encendido, no de sorpresa ni enfado, sino con el ojo alerta.
'Por qué me lo preguntas ahora', dijo.
'Bueno', contesté sonriendo, 'tal vez para que no me reproche un día, como hizo anoche cuando al cabo de los siglos me enteré de su paso por nuestra Guerra, no haber mostrado curiosidad por ello ni habérselo preguntado nunca. Así que ahora lo hago.'
Wheeler reprimió una sonrisa suya, borró esa tentación en el acto. Se llevó la mano a la barbilla y musitó como solía hacerlo Toby Rylands:
'Hmm', ese era el sonido. 'Hmm', ese era el sonido de Oxford. Luego habló: '¿No será que andas preocupado por Luisa, y te has puesto en lo peor de repente, y te has visto reflejado en mí? ¿Es eso? ¿No estarás temiendo ir a quedarte viudo, antes que divorciado? Ten cuidado con las aprensiones. La lejanía convoca a muchos fantasmas. La soledad también. Y todavía a más la ignorancia'.
Aquello me desconcertó un poco, podía ser una argucia de Wheeler para esquivar la cuestión, un veloz giro. Pero yo no iba a soltarlo. Con todo, me quedé pensando un momento. Él había acertado en parte sin proponérselo, y no vi inconveniente en que lo supiera, lo alegraban sus perspicacias:
'Sí, estoy un poco preocupado. Y también por los niños, en consecuencia. Desde que estoy aquí no sé demasiado de ellos, y de Luisa todavía menos. Hay una especie de opacidad, aunque vayamos hablando con relativa frecuencia. No sé a quién ve, a quién no ve, quién entra, quién sale, es un proceso de desconocimiento, de ella y de su mundo sustituido, o quizá es aún cambiante. La verdad es que ya no sé bien lo que sucede en mi casa, ya no tengo imágenes. Es como si las antiguas de siempre hubieran perdido luz, y cada día más se me oscurecieran. Pero no se lo he preguntado por eso, Peter, sino porque usted la ha mencionado. A Valerie.' Y me atreví a pronunciar aquel nombre, tan privado que nunca lo había oído hasta aquella mañana. Tuve una sensación de abuso en los labios. 'De qué murió, dígame.'