¿Había transcurrido de veras tan poco tiempo? Parecía una eternidad…
Necesitaría el satélite para las 10.30. Rita se inclinó hacia adelante y tocó levemente a Zileri en el hombro. Cuando éste se volvió, ella señaló la radio de la avioneta.
– ¿Puedes conseguir una transmisión telefónica por ahí? Tengo que llamar a Nueva York.
– Pues claro.
Ella anotó un número en un papel y se lo pasó. Al cabo de un momento sorprendentemente corto, oyó una voz en los auriculares:
– CBA, departamento de extranjero. El copiloto, Felipe, le tendió un micrófono.
– Ya puedes hablar -le dijo. Rita pulsó el botón de transmisión.
– Soy Rita Abrams. Quiero un pájaro en Lima a las 10.30, hora del Perú, para un avance. Avise a la Herradura.
– Bien -repuso la voz, lacónicamente-. Lo tendrás.
– Gracias. Adiós.
Y devolvió el micrófono.
Necesitaban un guión para el avance y otro para el telediario. Rita esbozó un esquema y luego decidió que Crawf lo terminase con sus propias palabras. Siempre lo hacía. También improvisaría un poco. Era un experto.
Tendría que empezar a trabajar con Crawf en la misma avioneta. Por desgracia, ello significaría alejarle de los brazos de Jessica y Nicky. Pero él lo asumía, y ellos también. Como todo el que estuviera inmerso en el mundo del periodismo, sabían que lo primero eran las noticias.
– Crawf -dijo Rita con dulzura-, tú y yo tenemos cosas que hacer. Debemos empezar cuanto antes.
Arthur Hailey