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Michael advirtió que Yuval tenía la boca entreabierta y la mirada fija en el rostro de Theo.

– La versión musical más interesante es, desde mi punto de vista, la de Mozart. Vamos a escuchar el Et incarnatus est de su Misa en do menor, K 427, compuesta a comienzos de la década de 1780, después de que Mozart se trasladara de Salzburgo a Viena y empezase a trabajar por su cuenta -oprimió el botón y la sala se inundó del sonido de flautas, oboes, fagots y de la voz de una soprano.

Michael tuvo la impresión de que todos contenían el aliento. Theo tomó asiento para dar ejemplo de la manera de escuchar, sin que el nuevo fichaje de la policía le quitara la vista de encima, como si le atrajera una fuerza magnética.

– ¿Cómo describiríais el tono emocional de este pasaje? -preguntó Theo con curiosidad una vez que hubo detenido la música. Michael escuchó distraído las respuestas, que insistieron, entre otras cosas, en la belleza y el optimismo que transmitía la flauta. Luego se sorprendió escuchando orgulloso y atento cuando Yuval dijo que para él la soprano, sobre todo en esta interpretación, que oía por primera vez, era «la esencia de la pureza». Prosiguió diciendo que eso significaba que «para Mozart, el hombre es un ser puro y hermoso, una fuente de esperanza, y eso se nota especialmente al comparar su versión musical con la de Bach».

Theo pareció sorprenderse, pero se apresuró a decir:

– No toda la Misa de Mozart es así -hizo un gesto admonitorio con el índice-. También es una obra dura y amarga. Fijaos, por ejemplo, en el inicio. En el Et incarnatus est el estilo varía por completo -su voz se alzó dramáticamente y luego descendió casi hasta el susurro cuando añadió-: En la Misa de Bach, ese pasaje y el Crucifixus son muy lentos -hizo una pausa, dándoles tiempo para recordar-. Así compuso Bach el pasaje donde Dios se hace hombre.

Michael desvió la mirada del retorcido y anciano olivo cuyas hojas grisáceas tocaban la ventana hacia el estuche azul de un violín que reposaba cerca de los pies de Nita, muy pegados el uno al otro.

– Para Bach, la encarnación es un motivo de tristeza -dijo Yuval en alta voz.

Theo sonrió. Alabó la observación de Yuval y luego comenzó a explicar, retomando el tono de narrador de cuentos:

– Lo que genera ese sentimiento doloroso, y a la vez confirma que ésa es la intención de Bach, es la presencia de un basso ostinato a la manera de un lamento. El lamento -continuó con entusiasmo un tanto forzado-, que se cultivó en Italia a lo largo de trescientos años, es una imitación del llanto. Es la manera en que mueren los protagonistas de las óperas, tanto hombres como mujeres, desde el Renacimiento hasta el periodo romántico. Para Bach, la idea de que Dios descienda a la tierra es a priori algo malo. Durante el descendimiento del Espíritu Santo, el lamento se va tornando más y más grave, creando una metáfora sonora de lo que le está acaeciendo a la divinidad, algo muy peligroso en opinión de Bach. Según él, la encarnación es el preludio inmediato de la Crucifixión. Et homo factus lleva directamente a la Crucifixión. En su opinión, el hecho de que Dios venga a la tierra es la causa misma de la Crucifixión. El momento en que Dios se convierte en hombre está conectado con la catástrofe, la lamentación, la tragedia. En la misa Nelson de Haydn, el Et incarnatus, como recordaréis, se pone en voz de un solista. Se oye la palabra «hombre» -su voz se alzó casi hasta el grito-, pero cada cual es libre de escoger su propia versión del hombre, y Mozart escoge a una soprano, a una mujer.

Theo volvió a hacer una pausa ante los ojos que lo contemplaban con manifiesta admiración; sonrió.

– Un romántico diría que el tipo de virtuosismo que Mozart le pide a su solista es de lo más inapropiado para el texto. Suena como una especie de concierto para varios instrumentos. Pero ved qué concierto florece al pronunciarse las palabras «y el hombre fue hecho» -Theo dijo entonces que iban a escuchar el pasaje de nuevo y, mientras preparaba el equipo, declamó la frase Et incarnatus est de Spiritu Sancto ex María Virgine, et homo factus est. Alzó la mano y exhortó a los jóvenes-: Y ahora escuchad, comenzamos con el ho…mo, que se prolonga en una lenta coloratura, y termina con las palabras factus est. Luego se repiten las palabras del principio. ¿De acuerdo?

Sin esperar a que nadie respondiera, pulsó el botón; volvió a oírse el pasaje y Theo apagó el equipo antes de que concluyera.

– Y luego, después del acorde que acompaña al fa de factus, llega la sorprendente cadencia de la soprano, semejante en sí misma a un concierto, con acompañamiento de tres instrumentos de viento. ¿Comprendéis lo que significa esto?

En la sala se hizo el silencio. Un silencio abochornado porque era evidente que nadie sabía lo que aquello significaba. El joven detective relajó los brazos y los cruzó de nuevo sobre el pecho. Nita tenía los ojos cerrados, el rostro inmóvil. Parecía dormida.

– Desde el momento en que se pronuncia la palabra «hombre» -dijo Theo con manifiesta emoción-, la música adopta una forma ideal, se convierte en una concepción particular de la belleza. En este pasaje hay multitud de ecos, de simetrías; Mozart comprime en él todo lo que sabía. Este pasaje es uno de los ejemplos más depurados de la belleza del clasicismo. Mozart considera que el descendimiento del Espíritu Santo libera al mundo, a diferencia de Bach, para quien ese descendimiento pone en marcha otro proceso. En ambos casos, el hombre es la solución, podríamos decir, del misterio divino.

Nita abrió los ojos. Dirigió a Theo una mirada penetrante y reconcentrada, como si estuviera meditando sobre algo relacionado con él que acababa de recordar. Por lo visto, Theo sintió esa mirada y, queriendo desviar la atención de Nita, alzó la voz y dijo, haciendo hincapié en todas las palabras:

– La concepción de la música como belleza está en este caso contenida en la palabra «hombre», no es una belleza arquitectónica, sino ese tipo de belleza que actúa como símbolo de las actividades de la vida. La sílaba fa representa a la vez la clave en fa mayor del aria y el verbo italiano «hacer». ¿Recordáis en qué otro lugar utiliza Mozart este fa? -sin aguardar a que le respondieran, Theo se precipitó a decir-: Al final del aria del catalogo de conquistas de Don Giovanni. ¿Os acordáis de lo que dice Leporello? «Voi sapete quel che fa», es decir: «Sabéis lo que ha hecho». Lo que quiere decir, y disculpad la expresión: «Ha follado». Con esto se completa el significado que Mozart atribuye a fa, significado que introduce en la Misa en do menor desde otra perspectiva: la concepción, el nacimiento, la encarnación. Para Mozart, la transformación de Dios en un ser humano es una incorporación a lo más hermoso que existe. Y para expresarlo así, crea con la voz humana y con los instrumentos una especie de burbuja de lo que él, y no sólo él, considera la concepción perfecta de la belleza. Eso es lo que ha hecho Mozart en Et incarnatus.