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– En Texas, comprando semen de toro para mejorar la raza de nuestra ganadería.

Clare tragó saliva.

– ¿Puede contactar con él?

– No es fácil.

Clare se sintió agotada de repente. Aquello era más de lo que podía soportar.

Peor que el interminable vuelo desde Londres o la noche que había pasado en vela pensando en cómo reaccionaría Gray Henderson. Era como si sintiera de repente toda la tensión y el cansancio que le había provocado tener que ocuparse de la hija de Pippa tras la repentina muerte de esta. Tuvo la sensación de llevar meses sin dormir. Planear el viaje a Australia la había mantenido ocupada, pero ahora que estaba allí, se encontraba demasiado cansada como para pensar con claridad, y el hecho de tener que explicárselo todo a Gray le suponía un esfuerzo agotador.

Clare bajó la cabeza como si le pesara demasiado para tenerla alta, juntó las manos sobre su regazo y se obligó a concentrarse. No podía darse por vencida.

– Debería haber escrito -dijo con la cabeza baja y el rostro oculto por su sedoso cabello-. Nunca se me ocurrió pensar que Jack pudiera estar de viaje.

– Si quiere dejar una carta, me aseguraré de que llegue a manos de Jack en cuanto regrese.

Clare negó con la cabeza.

– Es demasiado tarde para eso. Necesito hablar con él personalmente.

– Me temo que no es posible, así que se tendrá que conformar con hablar conmigo.

– Sí, ya lo veo -respondió Clare, apesadumbrada.

A Alice se le había caído el conejo y, al ver que su tía no se lo recogía enseguida, gritó enfadada. De manera automática, Clare se agachó y se lo entregó. No podía pensar, tan solo mirar a aquella criatura que dependía de ella por completo para que hiciera lo más conveniente. Acarició la cabeza de la niña, que sonrió complacida al tiempo que se llevaba de nuevo a la boca la oreja del conejo

– Mire, no es que quiera meterle prisa, pero tengo mil cabezas de ganado que atender y ya he perdido bastante tiempo que no tengo viniendo aquí a escuchar eso tan importante que me tenía que decir -por primera vez su voz denotaba impaciencia-. ¿Sería tan amable de ir al meollo de la cuestión?

Alice se incorporó y volvió a mirarlo.

– El meollo de la cuestión es Alice.

– ¿Qué quiere decir? -preguntó, con el ceño fruncido.

– Quiero decir que es la hija de Jack -afirmó, con aplomo-, y necesita a su padre.

Se hizo un pesado silencio.

– ¿Cómo? -preguntó, con un tono poco tranquilizador.

– Alice es hija de Jack.

Gray entrecerró los ojos y miró primero a la una y luego a la otra. La niña le devolvió una mirada muy parecida a la suya y siguió chupando su juguete y retorciéndole la oreja a la vez, como presumiendo de poder hacer varias cosas al mismo tiempo.

– Jack no me dijo nunca nada -afirmó, finalmente con dureza en la voz.

– No conoce la existencia de Alice.

– ¿No le parece un poco tarde para reclamarle como padre?

Clare se retiró el pelo detrás de las orejas, en un gesto de nerviosismo.

– Creo que le gustaría saberlo.

– Me parece que, de tener un hijo, le habría gustado saberlo mucho tiempo antes -le dijo con dureza-. Si dice que Alice tiene seis meses, eso significa que ha tenido quince buenos meses para decidir quién es su padre. ¿Por qué ha esperado hasta ahora para escoger a Jack?

Clare se puso roja de ira.

– ¡No lo he escogido!

– Es lo que parece -la miró de arriba abajo de manera casi insultante-. La verdad es que nunca habría dicho que fuera el tipo de Jack.

– Y no lo soy -esbozó una sonrisa, muy a pesar suyo. Según lo que había oído contar de Jack no creía que ella lo hubiera atraído nunca. Era completamente diferente de Pippa: demasiado tranquila y sensata-. Pero mi hermana sí lo era.

– Entonces Alice no es hija suya -dijo Gray, muy despacio.

– No. Es mi sobrina -lo miró a los ojos-. Y la suya también.

– ¿Y su madre? -preguntó, tras un corto silencio.

– Mi hermana Pippa -se quedó un momento con la mirada perdida en el horizonte- murió hace seis semanas -lo dijo con un tono de voz ligero, como si no importara nada lo que acababa de decir, como si su mundo no se hubiera desplomado.

Se hizo un largo silencio entre ellos. Más allá de la sombra, el sol rebotaba sobre los tejados de metal y castigaba la carretera. Una camioneta, roja por el polvo que llevaba encima, pasó delante del hotel y aparcó frente al almacén. Era la única actividad que se observaba en el pueblo. A Clare, acostumbrada a las calles repletas de gente de la ciudad, aquella tranquilidad se le hacía rara. Podía oler la sequedad del aire, sentir la dureza del banco bajo sus muslos, oír su pulso, golpeándole las sienes y, de repente, fue muy consciente de la proximidad de aquel hombre sentado a su lado, sin decir palabra.

– Creo que será mejor que me lo cuente todo -dijo, finalmente.

Clare respiró profundamente. Aquel hombre hablaba siempre con un tono de voz curiosamente tranquilo. La iba a escuchar. No podía pedir nada más por el momento.

Rebuscó en su bolso hasta encontrar la fotografía que Pippa había mantenido junto a la cabecera de su cama hasta el final de sus días. Estaba arrugada y un poco sobada de tanto manipularla y Clare la alisó sobre sus rodillas antes de entregársela a Gray.

– Esta es Pippa, mi hermana. Y quien está con ella es Jack. ¿No es así?

– Sí, es Jack -admitió. Estudió la foto. Jack tenía agarrada por el hombro a una atractiva joven, radiante de felicidad y se miraban el uno al otro como si el mundo hubiera cesado de existir a su alrededor-. Nunca me mencionó a su hermana -le dijo, bruscamente-, y no suele tener secretos para mí -devolvió la fotografía a Clare-. ¿Cómo se conocieron?

– Pippa encontró trabajo como cocinera en Bushman's Creek. No estoy muy segura cómo.

– Probablemente a través de la agencia. La finca está tan aislada que nadie se queda mucho tiempo y siempre necesitamos gente en la estación seca.

Clare pensó que si la finca se parecía un poco a Mathinson, no le extrañaba que nadie se quisiera quedar.

– Pippa estaba muy contenta de haber conseguido el trabajo. Siempre había soñado con trabajar en una finca de ganado en Australia -suspiró al recordar a su hermana hablando de la finca-. Ya antes de terminar en el instituto hablaba sobre este país, y en cuanto ahorró para el billete de avión y obtuvo el permiso de trabajo, vino a buscar un empleo. Primero empezó en Sydney, poco después se desplazó hasta la costa de Queensland y hace un año y medio aproximadamente me escribió para decirme que había conseguido trabajo en una finca que se llamaba Bushman's Creek -Clare se volvió hacia Gray, sorprendida-. No debe de haber estado aquí en esa época porque, de lo contrario, recordaría a Pippa. No es alguien que pase desapercibido.

– Sí -admitió muy a su pesar-, pasé tres meses en el sudeste de Asia, entrevistándome con posibles compradores. Puede haber estado en la finca por aquel entonces.

– Pasó aquí unos tres meses y los definió como los más felices de su vida. Me habló sobre la finca, lo aislada que estaba y lo duro que tenía que trabajar todo el mundo. Al oírla pensé que debía de ser un sitio horrible, pero a ella le encantó -se quedó callada un momento, sujetando la fotografía-. Y además estaba Jack. Aquí se ve claramente lo felices que eran juntos. Pippa me dijo que había sido amor a primera vista. No se separaban ni un momento y ya estaban hablando de matrimonio cuando, un día, tuvieron una discusión muy fuerte sobre una trivialidad. No sé lo que paso, ni lo que se dijeron, pero debieron de hacerse mucho daño. Pippa era muy cambiante. Tan pronto estaba radiante de alegría como sumida en la más profunda tristeza -Clare esbozó una sonrisa cansada-. No creo que entendiera nunca el significado de la palabra moderación o equilibrio, y tampoco le gustaban los compromisos -miró a Gray. Tampoco él parecía un hombre demasiado dado a comprometerse, pero sin duda era diferente a Pippa. ¿Cómo iba a poder explicarle a un hombre como Gray la intensa y vital personalidad de su hermana?-. Tiene que entender cómo era Pippa. Ponía mucha pasión en todo lo que hacía. Podía ser la persona más amable, chistosa y maravillosa, pero también la más difícil. No tenía término medio. Así que no me extraña que reaccionara con tanto dramatismo después de discutir con Jack. Pensó que todo había terminado entre ellos, metió sus cosas en una bolsa y volvió a casa -Clare suspiró al recordar la manera en que su hermana había irrumpido en su tranquila y ordenada vida-. Hasta dos meses después no descubrió que estaba embarazada.