– Así es -contestó Douglas devolviéndole la sonrisa-. Aunque estoy seguro de que son buenos chicos.
Douglas llevaba varios días pensando en proponerle algo a Tanya y decidió hacerlo entonces, aunque no estaba seguro de cuál sería su reacción ni si ya tendría otros planes.
– ¿Te gustaría venir con tus hijos en mi barco alguna vez? En Navidad estaré en el Caribe y podríamos encontrarnos en St. Bart's. ¿Crees que les apetecería? -preguntó Douglas con una franqueza que Tanya percibió.
– ¿Hablas en serio? -preguntó ella con los ojos como platos.
– Eso creo. A no ser que me digas que alguno de vosotros se marea o detesta los barcos. Tenemos estabilizadores, así que la navegación suele ser bastante tranquila, y tampoco nos alejaríamos mucho de la costa. Por la noche, si lo preferís, atracaríamos en el puerto.
– Es una invitación increíble, Douglas -exclamó Tanya sin salir de su asombro.
Había pensado ir con ellos a esquiar a Tahoe. Pero pasar unos días en el yate de Douglas era un regalo maravilloso, tanto para ella como para los chicos.
– Gracias -musitó.
Después, mirándole con cierto temor, añadió:
– ¿Lo dices de verdad?
– Claro. Me encantaría que vinieras conmigo en el barco y supongo que para ellos será un plan divertido.
Tanya estaba segura, por lo que había oído acerca del yate, de que para sus hijos sería un viaje al paraíso. No sabía cuáles eran los planes de Peter para las vacaciones, pero estaba convencida de que podrían organizarse.
– Yo me marcharé unos días antes de Navidad, pero como supongo que estaréis juntos en casa en las fechas más señaladas, puedo enviarte el avión cuando tú quieras -comentó Douglas haciendo referencia a su jet privado.
Douglas jamás viajaba en líneas regulares; sin duda, estando con él, se aprendía a vivir bien.
– Me encantaría, de verdad -manifestó Tanya con sinceridad-. Hablaré con los chicos estos días de Acción de Gracias a ver qué planes tienen. No sé cómo habrán quedado con su padre.
– No hay prisa -dijo él con calma mientras dejaba el vaso encima de la mesa-. No voy a invitar a nadie más. Supongo que cuando lleguen las vacaciones, estaremos todos tan agotados que lo único que me apetecerá será estar en el barco, repasar el guión y relajarme.
– Me parece un plan fabuloso -corroboró Tanya con una sonrisa resplandeciente.
Sentía un enorme agradecimiento hacia Douglas por semejante invitación. Era una oportunidad única para sus hijos. Quizá Douglas devorase niños por Acción de Gracias, tal como había comentado Max, pero, desde luego, con ella era la amabilidad personificada, y ahora extendía ese trato a sus hijos.
Al cabo de un rato, Douglas se levantó para marcharse. Tanya le acompañó a la puerta del bungalow y volvió a darle las gracias por su generosa invitación. Douglas se volvió y la miró con una sonrisa. Parecía tan pequeña a su lado… Pero él sabía perfectamente que solo era pequeña físicamente.
– Me gustaría tenerte a bordo -dijo con sinceridad-. El barco forma parte de mi vida, una parte maravillosa, y espero que te guste, Tanya. Podríamos hacer viajes fabulosos juntos.
Tanya se sorprendió un poco por sus palabras. Aunque no podía negar que su amistad se había hecho más profunda y más fuerte desde su regreso a Los Ángeles para el rodaje de Gone, viajar juntos era otra cosa.
– Me encantaría -dijo quedamente, todavía sorprendida y conmovida por la invitación y por su deseo de compartir el barco con ellos.
De pronto, sintió una repentina timidez. Douglas era tan bueno con ella… Tanya no sabía cómo corresponderle ni cómo agradecerle sus atenciones. Cuando sus miradas se cruzaron, Douglas se inclinó lentamente y la besó con suavidad en los labios. Era la primera vez y Tanya no supo qué decir. Antes de que pudiera pronunciar palabra, él la besó de nuevo; esta vez con más intensidad, rodeándola con sus brazos con delicadeza y explorando su boca con la lengua.
Sorprendida, sin aliento y casi presa del pánico entre sus brazos, Tanya se dio cuenta de que no deseaba apartarse y se descubrió devolviéndole el beso con una pasión inesperada. Se sentía aturdida y un poco superada por los acontecimientos. Nunca había pensado en Douglas en términos sexuales ni se lo había imaginado como pareja sentimental.
Cuando finalmente dejó de besarla, Tanya le miró con los ojos muy abiertos buscando en los suyos el significado de lo que había pasado.
– Llevo mucho tiempo deseando hacer esto -susurró él-. No quería asustarte o hacerlo demasiado pronto. Estoy enamorado de ti, Tanya.
La fuerza de sus palabras la golpearon como una ola y tuvo que ahogar un gemido. Jamás habría imaginado que Douglas sintiera algo así por ella; estaba atónita. Pero también sabía que Douglas le gustaba, y mucho, y que con él estaba más a gusto de lo que había estado nunca con nadie. Excepto con Peter. Le respetaba, le admiraba y le agradaba como persona. Pero no sabía si podía amarle o si ya le amaba. Sus sentimientos eran muy confusos.
– No digas nada. No tienes que decir nada. Primero hazte a la idea. Ya lo resolveremos -musitó Douglas llevando su dedo índice a los labios de Tanya y adivinando su aturdimiento.
Volvió a besarla y Tanya se abandonó en sus brazos. Se le hacía difícil creer que pudiera estar ocurriéndole algo así. No sabía si aquello era un romance made in Hollywood o si era algo real para Douglas y, menos aún, para ella. La había cogido totalmente por sorpresa.
– Buenas noches -dijo Douglas.
Antes de que Tanya pudiera responderle o hacer comentario alguno, se marchó por el caminito alejándose del bungalow.
Tanya se quedó en la puerta viendo cómo se marchaba y oyendo los latidos de su corazón. No sabía si lo que sentía era miedo, deseo o amor.
Capítulo 17
Molly y Tanya se encontraron en el aeropuerto de Los Ángeles el miércoles por la tarde. Tanya había salido a toda prisa del plató para no perder el vuelo. Se había pasado todo el día en el rodaje y apenas había visto a Douglas unos minutos. En algún momento, rodeado de un grupo de personas, había visto cómo la miraba sonriendo en la distancia y ella le había sonreído tímidamente. No había podido volver a hablar con él desde la noche anterior, pero sabía que, de forma repentina, todo había cambiado entre ellos. Se había pasado toda la noche pensando en él e intentando averiguar cuáles eran sus sentimientos. Le gustaba y le veía como un hombre deslumbrante, pero nunca había pensado en él como posible pareja sentimental. Y aunque seguía sin hacerlo, su confesión había desbaratado su vida completa y agradablemente. Era excitante y aterrador a un tiempo.
Molly estaba esperando a su madre en el Starbucks de la terminal, tal como habían quedado, y echaron a correr para coger el avión. Llegaron por los pelos. En el mismo momento en el que se dejaban caer en los asientos, sonó el móvil de Tanya. Como todavía no habían pedido que apagasen los aparatos, respondió y se quedó sorprendida al oír la voz de Douglas al otro lado del teléfono.
– Siento que no hayamos podido tener un momento para hablar hoy -dijo él en tono dulce y familiar, un tono con nuevas connotaciones;-. No quiero que olvides lo que te dije anoche, o que pienses que era consecuencia del vino. Te quiero, Tanya, y desde hace mucho tiempo. De hecho, mis sentimientos eran estos ya el año pasado, pero sabía que no estabas disponible. Creí que nunca llegaría nuestro momento, pero ahora me parece que ha llegado.
– Yo… no sé… no sé qué decir… Estoy atónita.
También estaba asustada. Se sentía muy unida a Douglas, pero no sabía si estaba enamorada de él. Nunca se le había pasado por la cabeza tener una aventura con el productor y no se había parado a pensar en él como posible amante ni en que él pudiera quererla de ese modo.
– No tengas miedo, Tanya -dijo Douglas con tranquilidad, transmitiéndole, como siempre, la seguridad que ella necesitaba-. Creo que el nuestro podría ser el tipo de matrimonio que ambos deseamos -continuó Douglas yendo al grano con contundencia-. Una alianza poderosa entre dos personas interesantes que se preocupan la una de la otra. Aquella vez en la piscina, cuando charlamos de ello de manera informal, tú hablaste de amigos íntimos con anillo de casados. Eso es lo que quiero. Nunca había querido volver a casarme hasta que te conocí. Tómate el tiempo necesario para pensarlo.