"No la estaba mirando fijamente", dije finalmente, "y no sé qué te dijo ella, pero dudo que fuera verdad".
Sus ojos se pusieron más estrechos. "¿Estás llamando a Angela mentirosa?" y me miró repulsivamente.
Ooops
Pienso que él me habría golpeado en ese mismo instante, pero Jamie de repente intervino en la situación.
"¿No te conozco?" dijo alegremente, mirándolo. A veces Jamie parecía ajena a la situación que estaba ocurriendo justo en frente de ella. "Espera – sí, claro. Tú trabajas en un taller mecánico en el centro. El nombre de tu padre es Joe, y tu abuela vive en la calle Foster, junto al cruce de ferrocarriles".
Una mirada de confusión cruzó la cara de Lew, como si tratara de armar un rompecabezas con demasiadas piezas.
"¿Cómo sabes todo eso de mí? ¿El te dijo eso sobre mí?".
"No", dijo Jaime, "no seas absurdo". Se río ella sola. Solamente Jamie podía encontrar la gracia en una situación como esa. "Vi tu fotografía en la casa de tu abuela. Pasaba por su casa caminando, y ella necesitaba ayuda para llevar los comestibles desde la tienda. Tu fotografía estaba sobre la repisa de la chimenea".
Lew miraba a Jamie de una manera extraña como si no sirvieran bien sus oídos.
Mientras tanto Jamie se estaba abanicando con su mano. "Bien, pues nosotros sólo nos sentamos para tomar un respiro del baile. Se pone caluroso realmente ahí. ¿Les gustaría unirse con nosotros? Tenemos un par de sillas. Me encantaría escuchar cómo está tu abuela".
Parecía tan feliz por eso que Lew no supo qué hacer. A diferencia de aquellos de nosotros que estábamos acostumbrados a este tipo de cosas, el nunca antes se había topado a alguien como Jamie. Él estuvo de pie allí durante un momento, tratando de decidir si golpearía al tipo que estaba con la muchacha que había ayudado a su abuela. Si parece confuso para ustedes, imaginen qué estaba sintiendo Lew con su cerebro dañado por el petróleo.
Él finalmente salió sin responder, y llevándose a Angela consigo. Angela probablemente había olvidado cómo empezó toda la cosa, debido a la cantidad que había bebido. Jamie y yo los miramos salir, y cuando él estaba una distancia considerablemente lejos, exhalé. Yo hasta ese momento no me había dado cuenta que había estado sosteniendo el aliento.
"¡Gracias!", dije murmurando con vergüenza, comprendiendo que Jaime era quien me había salvado de daños corporales graves.
Jamie me miró de una manera extraña. "¿Por qué?" preguntó, y cuando exactamente no tenía palabras para explicarle, ella volvió a su historia sobre la escuela de Biblia, como si nada en absoluto hubiera ocurrido. Pero esta vez me decidí a escucharla de verdad, por lo menos con una de mis orejas. Era lo menos que podía hacer.
Resulta que no era la última vez que vimos a Lew y a Angela esa noche. Los vasos de ponche realmente habían hecho algo de daño a Angela, y ella vomitó por todas partes en el baño de las damas. Lew, siendo el tipo elegante era, partió cuando la escuchaba hacer arcadas, se escabullo más bien de la misma forma en que entró, y ésa era la última vez que lo vimos esa noche. Jamie, como el destino lo quería, era quien encontró a Angela en el baño, y era obvio que Angela no estaba demasiado bien. La única alternativa fue limpiarla y llevarla a casa antes de que los profesores se enteraran de eso. Ponerse borracho era un asunto grave en ese entonces, y estaría al borde de la suspensión, o la tal vez incluso de la expulsión, si la atrapaban.
Jamie, con su bendito corazón, lo lamentaba más que yo, aunque yo hubiera pensado de otra manera si ustedes me lo preguntaran, de antemano debido al hecho de que Angela era una menor y en violación de la ley. Ella también había roto otra de las reglas de Hegbert para el comportamiento apropiado. Hegbert vio con buenos ojos la infracción de la ley y la bebida, y todos nosotros sabíamos que él era muy recto, y asumimos que Jamie pensaba del mismo modo que él. Y tal vez lo hacía, pero su instinto de ayuda debe haber prevalecido. Probablemente echó un vistazo a Angela y tal vez pensó "pobre bicho herido" o algo así y de inmediato se hizo cargo de la situación. Salí y localicé a Eric detrás de las graderías, y aceptó soportar la guardia en la puerta del baño mientras Jamie y yo entramos para ordenarlo. Angela había hecho un trabajo maravilloso, de verdad se los digo. El vómito estaba por todos lados excepto en la taza del baño. Las paredes, el piso, el lavabo, sobre el techo, no me pregunten cómo hizo eso sin embargo lo hizo. Allí estaba yo, a gatas, limpiando el vómito en el baile de bienvenida vestido con mi mejor traje azul, que era exactamente lo que yo había querido evitar en primer lugar. Y Jamie, mi cita, a gatas también, haciendo la misma cosa exactamente.
Saben, yo podía escuchar la risa chillona y molesta de Carey en alguna parte a lo lejos.
Terminamos por movernos hacia la puerta de atrás del gimnasio, manteniendo a Angela de pie y andando por todos lados. Ella siguió preguntando donde estaba Lew, pero Jamie le dijo no se preocupara. Tenía una manera verdaderamente calmada de hablarle a Angela, aunque Angela estaba totalmente ida, dudo si supo siquiera quién le estaba hablando. Cargamos a Angela y la pusimos en el asiento trasero de mi automóvil, donde se desmayó casi inmediatamente, aunque no antes de que hubiera vomitado otra vez sobre el piso del auto. El olor era tan horrible que tuvimos que bajar las ventanas para evitar vomitar nosotros, y el camino para la casa de Angela parecía durar mucho tiempo. Su madre respondió a la puerta, echó un vistazo a su hija, y la metió sin muchas palabras de agradecimiento. Pienso que estaba avergonzada, y no teníamos mucho que decirle de todos modos. La situación hablaba por sí sola.
Cuando la dejamos eran diez cuarenta y cinco, y conduje directamente de regreso a casa de Jamie. Estaba muy preocupado cuando llegamos allí debido a la manera en que ella se veía y olía, y dije una oración silenciosa esperando que Hegbert no estuviera despierto. No quería tener que explicarle esto.
Ah, él probablemente escucharía a Jamie si ella fuera la que le dijera sobre ello, pero tenía la sensación de que encontraría la manera de criticarme de todos modos.
Así que camine con ella hasta la puerta, y estuvimos de pie afuera bajo la luz del pórtico. Jamie cruzó sus brazos y sonrío un poco, se veía como si entrara de un paseo vespertino donde habría observado la belleza del mundo.
"Por favor no le digas a tu padre sobre esto", dije.
"No lo haré", dijo. Siguió sonriendo cuando se giró hacia mí. "La pase muy bien esta noche. Gracias por llevarme al baile".
Ahí estaba ella, después de limpiar vómito, agradeciéndome por una linda tarde. Jamie Sullivan podía conducirlo a uno a la locura a veces.
Capítulo 4
En las dos semanas siguientes al baile de bienvenida, mi vida regresó a la normalidad. Mi padre estaba en Washington, D.C., lo cuál hacía las cosas un poco más divertidas en mi casa, principalmente porque podía salir a escondidas por la ventana otra vez e ir al cementerio a mis incursiones nocturnas. No sé qué había en el cementerio que nos atraía demasiado. Tal vez tenía algo que ver con las lápidas en sí, porque las viejas lápidas, eran en realidad bastante cómodas para sentarse sobre ellas. Usualmente nos sentábamos en una trama pequeña donde la familia Preston había sido enterrada hace aproximadamente cien años atrás. Había ocho lápidas ahí, todas organizadas en círculo que, hacían más fácil pasar los cacahuates hervidos de un lado a otro entre nosotros. Una vez en que mis amigos y yo decidimos aprender algo sobre la familia Preston, fuimos a la biblioteca para ver si encontrábamos algo escrito sobre ellos. Me refiero a que, si uno va a sentarse sobre la lápida de alguien, al menos debe saber algo sobre ellos, ¿no?
Resulta que no había mucho sobre la familia en los registros históricos, aunque nosotros averiguáramos una muy interesante información. Henry Preston, el padre, era un leñador que tenía un solo brazo, créase o no. Supuestamente podía cortar un árbol tan rápido como si lo hiciera cualquier hombre con dos brazos. Ahora la visión de un leñador manco es bastante interesante de buenas a primeras, entonces hablábamos mucho de él. Solíamos preguntarnos qué más podía hacer con solamente un brazo, y pasaríamos largas horas hablando de que tan rápido podía pitchear con una pelota de béisbol o si podría o no cruzar a nado un río. Nuestras conversaciones no eran exactamente lo que se dice intelectuales, admito que, en verdad las disfruté no obstante.