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Creo que fue ahí que empecé a resentirme con Jamie otra vez. Sé que no fue su culpa, pero era quien me pidió que lo hiciera por Hegbert, que no me había hecho sentir bienvenido la noche del baile. Empecé a equivocarme en mis líneas en las clases de los siguientes días, no intentando aprenderlos ni siquiera realmente, y ocasionalmente haría una broma o dos, de las cuales todos se reían, menos Jamie y la señorita Garber. Después de que el ensayo terminaba me dirigiría a casa para poner la obra fuera de mi mente, y no me molestaría en tomar el guión siquiera. En vez bromearía con mis amigos sobre las cosas raras que Jamie hizo y contaba mentirillas sobre cómo fue la señorita Garber la que me había forzado a hacer tal cosa.

Jamie, sin embargo no iba a dejarme hacer eso tan fácil. No, ella acertó justo donde en verdad duele, un golpe directo al ego.

Había salido con Eric el sábado por la noche para ver el tercer campeonato estatal consecutivo de Beaufort en el fútbol, alrededor de una semana después de que los ensayos habían empezado. Estábamos pasando el rato en la costa fuera de la cafetería de Cecil, comiendo papas fritas y observando las personas hacer un desfile en sus automóviles, cuando vi a Jamie caminar por la calle. Ella iba a más de cien metros de distancia, volteando su cabeza de un lado al otro, llevando ese suéter marrón viejo otra vez y llevando su Biblia en una mano. Deben haber sido las nueve o algo así, era tarde para que ella estuviera fuera, y era más extraño verla en esa parte de pueblo. Me volteé de espaldas a ella y jalé el cuello de mi chaqueta, pero en eso Margaret – quien tenía un budín de plátano donde su cerebro debería haber estado – era tan inteligente como para pensar que yo era a quién ella buscaba.

"Landon, tu novia está aquí".

"No es mi novia", dije. "No tengo novia."

"Tu prometida, entonces".

Supongo que había hablado con Sally también.

"No estoy comprometido", dije.

"Ahora déjame".

Eché un vistazo por encima de mi hombro para ver si me había descubierto, y supongo que lo había hecho. Estaba caminando hacia nosotros. Y yo fingí no darme cuenta.

"Aquí viene", dijo Margaret, y se río tontamente.

"Lo sé", dije.

Veinte segundos después lo dijo otra vez.

"Viene todavía". Les dije que era inteligente.

"Lo sé", y dije apretando mis dientes. Sin sus piernas, podía ponerme casi tan loco como Jaime.

Eché un vistazo por todas partes otra vez, y esta vez Jamie sabía que la había visto y sonrío y me saludó con la mano. Me volteé, y un momento después estaba de pie justo al lado de mí.

"Hola, Landon", me dijo, ajena a mi desprecio. "Hola, Eric, Margaret…" se fue alrededor del grupo. Todos murmuraron el "Hola" más bien y trataron de no mirar fijamente la Biblia.

Eric estaba sujetando una cerveza, y la cambió de lugar a su espalda para que así ella no lo viera. Jamie podía hacer a Eric sentirse culpable cuando estaba lo suficientemente cerca de él. Habían sido vecinos en cierto momento, y Eric había estado oyendo sus conversaciones antes. A sus espaldas la llamaba " La Dama de la Salvación ", en la referencia obvia al Ejército de Salvación. "Habría sido General Brigadier", le gustaba decir. Pero cuando estaba de pie justo en frente de él, era otra historia. En su mente ella tenía algo especial con Dios, y él no quería sacar sus malos modales.

"¿Cómo estás, Eric? No te visto en mucho tiempo". Dijo eso como si le hablara constantemente.

Él cambió de un pie al otro y miró sus zapatos, teniendo una mirada culpable en la cara.

"Bueno, no he estado en la iglesia últimamente", dijo.

Jamie se expresó con esa sonrisa brillante. "Bueno, está bien, mientras no se te haga hábito o algo, pues está bien, supongo".

"No se hará".

Ahora he oído hablar de la confesión – esa cosa que hacen los católicos cuando se sientan detrás de una pantalla de madera y dicen al sacerdote todos sus pecados – y esa era la manera en que Eric se comportaba cuando estaba junto a Jamie. Por un segundo pensaba que iba a llamarla "mamá".

"¿Quieres una cerveza?" preguntó Margaret. Pienso que estaba tratando de ser graciosa, pero nadie se río.

Jamie puso su mano en su pelo, tirando de su dona suavemente. "¡OH!… No, no realmente… Gracias, de todos modos".

Me miró directamente con un brillo muy dulce, y yo ya sabía cual era la cuestión. Pensé que ella iba a preguntarme de algún lado o algo, lo cual para ser honesto pensé que resultaría lo mejor, pero creo que eso no estaba en sus planes.

"Bueno, pues lo hacías realmente bien esta semana en los ensayos", me dijo. "Sé que tienes muchas líneas para aprender, pero estoy segura que vas a conseguir aprenderlas todas pronto. Y solamente quise agradecerte por ofrecerte como lo hiciste. Eres un verdadero caballero".

"Gracias", dije, con un pequeño nudo en mi estómago. Traté de estar tranquilo, pero todos mis amigos me estaban mirando, preguntándose si les había estado diciendo la verdad sobre que la señorita Garber me forzó a entrar repentinamente. Y esperé que lo olvidaran.

"Tus amigos deben estar orgullosos de ti", añadió Jamie, echando la pregunta al aire.

"¡OH!, lo estamos", dijo Eric, saltando. "Muy orgullosos. Es un buenazo, Landon, por ofrecerse y eso".

Oh no.

Jamie le sonrío, se giró hacía mí otra vez y luego siguió. "También quería decirte que si necesitas cualquier ayuda, puedes visitarme en cualquier momento. Podemos sentarnos sobre el pórtico como lo hicimos antes e ir repasando tus líneas si tienes que hacerlo".

Vi a Eric mover los labios comentándole un "¿Como lo hicimos antes?" a Margaret. Esto no estaba yendo bien en lo absoluto. Ya el nudo en mi estómago era tan grande como una pelota de bolos.

"Eso está bien", murmuré, preguntándome como podría salirme de eso. "Puedo aprenderlos en casa".

"Bueno, es que a veces ayuda si alguien lee contigo, Landon", Eric observó.

Les dije que le gustaba molestarme, aunque era mi amigo.

"No, realmente", le dije, "aprenderé las líneas solo".

"Puede que sí", dijo Eric, sonriendo, "ustedes dos deben practicar en frente de los huérfanos, en cuanto lo hagan un poco mejor. Hacer un ensayo general, tú sabes, estoy seguro que adorarían verlo".

Ustedes podrían ver la mente de Jamie hacer clic con la mención de la palabra huérfanos. Todos sabían qué era su tema favorito.

"¿En verdad crees que sí?" Preguntó.

Eric asintió con la cabeza seriamente. "Estoy seguro de eso. Landon fue quien pensó en eso primero, pero sé que si yo fuera huérfano, adoraría algo así".

"Yo también", Margaret intervino.

Cuando hablaron, lo único en lo que podía pensar era estar en el lugar de Julio César cuando lo apuñalaron por la espalda.

"¿Fue idea de Landon?" preguntó, arrugando su frente. Me miró, y pude distinguir que todavía estaba considerándolo.

Pero Eric no estaba contento con eso y no iba a dejar de molestar tan fácil. Ahora que me tenía tendido sobre la lona, la única cosa que le quedaba por hacer era destruirme. "¿Te gustaría hacer eso?, ¿no, Landon?" Dijo. "Ayudar a los huérfanos, quiero decir".

Exactamente no era algo a lo que uno podía responder negativamente, ¿o sí?

"Creo que sí", dije bajo mi respiración, mirando fijamente a mi mejor amigo. Eric, que a pesar de las clases de recuperación en las que estaba, era un gran jugador del ajedrez.

"Bueno, entonces, todo se confirma. Eso es si está bien para ti, Jamie". Su risa era tan dulce, que podría haber endulzado la mitad de la RC Cola en todo el condado.

"Bien… sí, supongo que tendré que hablar con la señorita Garber y con el director del orfanato, y si dicen que está bien, pienso que sería una idea magnífica".

Y la cosa lo era, uno podía distinguir que estaba verdaderamente feliz por eso.

Jaque mate.

El día siguiente pasé catorce horas memorizando mis líneas, maldiciendo a mis amigos, y preguntándome cómo había dado tantas vueltas y cómo se había salido de control mi vida. Mi último año indudablemente no estaba yendo de la forma en que yo pensaba que lo estaría cuando comenzó, pero si tuviera que actuar para un grupo de huérfanos, no quería parecer un idiota indudablemente.